Gotas sobre el mar: Casado en la encrucijada
A la vista está que Pablo Casado ha sido recibido con gran contento por muchos sin reparar en qué fuego meten en su casa. Que las televisiones y otros medios acomodaticios se dediquen a sahumar a los suyos es consecuente con sus intereses tortuosos, pero en mi opinión no lo es tanto que las gentes de espíritu libre y crítico se dejen envolver en la esperanza vana.
Y no es que sea malo que la gente se ilusione, pero sí lo es, y mucho, que no aprendamos de los errores para evitar repetirlos. Porque no olvidemos que Pablo Casado ha integrado el sanedrín de Mariano Rajoy, y que si ahora estamos gobernados por un Frente Popular nuevo, cargado con odio viejo, es debido principalmente a que con la endeble e impotente política que en todos los aspectos llevó el partido de Rajoy se crearon las condiciones idóneas para que el frentepopulismo se instalara en el poder.
El PP, sobre todo con Rajoy al frente, ha sido un lastre que ni ha comido ni ha dejado comer, es decir, ni se ha enfrentado a los enemigos de España ni ha permitido la alternativa a su ineficacia política. Y Pablo Casado siempre se ha mostrado obsequioso y comprensivo –lo dicen sus gestos y decisiones- con un presidente de aspecto siempre ajeno, ensimismado en la autosatisfacción de su torre de marfil, falto de carácter para enfrentarse a unos enemigos dedicados al derribo concienzudo de España, en tanto que él y su equipo permanecían inmutables ante los escombros patrios.
Ahora Pablo Casado ha dicho tres evidencias acerca del derecho a la vida, la defensa de la Constitución y la unidad de España, y algunos se han apresurado a elogiar el mensaje, solemnizando lo obvio. Pero así estamos, y con poco nos conformamos. Sin embargo, las palabras se las lleva el viento; son los hechos, no los dichos, los que deben hacernos creer en aquel que desea obtener nuestra confianza.
Y los hechos nos dicen que el PP de Casado triunfó en las elecciones generales del 2011 con amplia mayoría absoluta, y que a pesar de ese copioso caudal fue incapaz o no quiso encomendarse a la regeneración de España, algo imprescindible tras la aciaga gobernación del socialista Zapatero. Y que ha cometido errores injustificables, dejándose chantajear –financiera, legal y políticamente- por los nacionalismos vasco y catalán, careciendo de iniciativa política y mostrando absoluta desafección a la hora de confrontarse ideológicamente con la antiespaña.
El complejo del PP, que identifica la sensatez con la ausencia de principios o con la falta de coraje para defenderlos, ha dado alas a esa izquierda revanchista que pretende cambiar la historia mediante su fanatismo legislativo. Rajoy, Casado y los suyos, representaron la farsa de pasar pusilanimidad por prudencia y practicaron la dudosa estrategia de atacar a sus adversarios políticos con el silencio o con el viejo método de esconder la cabeza debajo del ala hasta que pasara el chaparrón. Pero para su descalabro y para frustración y desamparo de sus electores, las tormentas hispanófobas se han sucedido en España sin cesar.
Prefirieron callar las injusticias, los escándalos, los grandes robos políticos propios y ajenos, las malversaciones de dinero público… Abandonaron a los catalanes libres y aceptaron las tendencias nacionalistas centrífugas, un sistema electoral antidemocrático e hispanicida, los incumplimientos de las leyes, la humillación al idioma español, todo ello con tal de mantener la estética del “no meneallo”, que es una estética puritana, es decir, hipócrita, cuidando siempre de no molestar a las voraces izquierdas resentidas, más voraces cuanto más trémula advierten la carne de sus víctimas.
El refugio en la economía –“la economía lo es todo”, según Rajoy- acabó siendo una perversión política considerando que, mientras Rajoy se paseaba ufano por Bruselas, los despilfarradores secesionistas se dedicaban metódicamente a destruir España en connivencia con grupos afines. De ahí que la supuesta prudencia con la que trataron de confundirnos y engañarnos no sea sino la forma más disimulada de una complicidad con los enemigos de España, y que entre fanáticos y cómplices nos hallemos en una encrucijada de complicada salida.
Es cierto que en nuestros días es difícil ver juntos a la verdad y al valor, pero si queremos hallarlos en convivencia no creo que el pasado reciente del señor Casado sea el modelo a seguir. Lo que se precisa es un movimiento de patriotismo mayoritario que elimine el adormecido espíritu de los españoles. Y para ello la conclusión es simple: los partidos que nos han traído hasta aquí colmándonos de problemas no pueden ser la solución.
La única esperanza, hoy, pasa porque la sociedad civil despierte, borre del mapa político a los actuales congresistas en su totalidad y reconozca que el equívoco espíritu de la transición ha muerto. Lo inmediato, pues, consiste en buscar la derrota de un parlamentarismo traidor que ha dejado huérfanos a sus seguidores más prudentes.
En esta etapa decisiva por la que atraviesa nuestra patria, azotada por inquietantes rapaces, por las brutalidades más inauditas y por la ignorancia y bajeza de gran parte del pueblo, se necesitaría un grupo de personas con musculatura política que resucitaran en la vida española un acento de profunda verdad, íntimamente ligado al resurgimiento de los valores tradicionales y del espíritu nacional hostigado.
Para ello es fundamental una regeneración pública que introduzca con firmeza esos valores en la sensibilidad adormecida de los hombres y mujeres de los pueblos de España, porque es urgente que desde el Estado se defienda sin fisuras la dignidad inviolable de la persona, de la vida, de la familia y de la patria, plantando cara a las mafias internacionales del género, de la inmigración, del terrorismo, del aborto…
¿Acaso pueden ser Casado y su actual entorno los modelos de esta hora, capaces de tan trascendental paso, de llevar a cabo tan ardua labor? Entiendo que no, que Casado, ojalá me equivoque, es sólo un nuevo amanecer inconsistente, prisionero en definitiva de ese aparato ominoso que se empeña, desde los medios audiovisuales y desde el periodismo más abyecto, en teñir la convivencia de marxismo cultural y resentimiento intolerante.
De momento, para iniciar la senda, Pablo Casado está obligado a retractarse públicamente de todas las decisiones –y sobre todo omisiones- en las que ha participado durante la gobernación rajoyana, si quiere que el sector más avisado de nuestra ciudadanía le dé su confianza.
¿Tiene la suficiente entereza para expresar la palinodia de su partido y la suya propia?
Efectivamente, la situación es tan grave y desesperada que la gente de bien se ilusiona con poco, y en este caso hay que esperar a ver si hay “fibra” en Casado para hacer y no sólo para tararear lo que muchos quieren escuchar. Creo que Casado es consciente que endureciendo su discurso y como se dice vulgarmente “dando caña”, está en la senda de recuperar los votos que perdieron hacia Ciudadanos, al que se critica por indefinidos, pero que comparados con Rajoy son la maravilla cubana. Últimamente vemos que los personajes “light” de nuestra política acaban siendo mucho más duros… Leer más »
Jesús escribe, lo que todos los Patriotas de verdad opinamos.
Ni un solo voto Patriota, para PP, C’s y VOX!.
Otra alternativa es posible!.