¿Por qué Pedro Sánchez se niega a reconocer que Venezuela vive bajo una dictadura comunista?
Mientras ponía deberes a su lacaya Rosa María Mateo sobre la “purga” en RTVE, con Cataluña hecha unos zorros, y el BOE daba carácter legal al sindicato de prostitutas, el presidente “okupa” de la Moncloa quiso “hacer las Américas” antes de que lo boten. Un niño vestido de hombre que hoy dice una cosa y mañana la contraria, con más peligro que una piraña en un bidet, tira de Caja sin miramiento alguno porque su “vice”, le ha dicho que el dinero público no es de nadie. Así, con ínfulas de “primer ministro”, organiza una excursión por Hispanoamérica como quien se deja un grifo abierto.
Que importa el desastroso y calamitoso balance de sus tres meses de gestión. Lo importante es que ya tiene derecho a una paga vitalicia, que su mujer ha pasado a formar parte de la jet set, y que ha colocado en el pesebre nada más tocar moqueta a una larga lista de colaboradores aunque no sirvan para nada. Eso es lo que realmente importa para este sujeto.
Su presencia en Iberoamérica como presidente del Gobierno de España, sonaría a cachondeo si no fuese por el dinero que nos cuesta a los contribuyentes esa caprichosa gira. Dinero que sale de nuestros bolsillos en concepto de impuestos directos e indirectos, detraídos muchas veces de nóminas que no llegan a los 800 euros mensuales.
Si dijéramos que en cada una de sus intervenciones en Chile, Colombia o Costa Rica, Pedro Sánchez ha conseguido que miles de españoles sintiéramos vergüenza ajena, seríamos demasiado benevolentes y generosos para calificar sus gansadas y majaderías. Decir por ejemplo que apostaba por el diálogo y que descartaba la injerencia de España en la crisis de Venezuela, cuando su amigo Zapatero lleva años lamiéndole el culo a Maduro mientras miles y miles de venezolanos huyen despavoridos de la represión, del hambre y de la miseria, es señal más que evidente de la catadura moral de semejante sujeto.
El concubinato de Pedro Sánchez con chavistas, terroristas, golpistas y separatistas, unido a su odio y su rencor, a sus ansias de poder e indigencia intelectual, hacen del “okupa” de la Moncloa un ser notablemente patético. Y, aunque todos ellos se alimenten de una misma doctrina ideológica, es indudable que el miedo pavoroso a sus “secuestradores” reducen al “okupa” a un simple trapo de cocina inservible, sucio, y maloliente.
Todos hemos sido testigos de lo acontecido en su tour por Hispanoamérica. Pues bien, cuando los periodistas le preguntaron insistentemente por el régimen venezolano, y si consideraba que aquello era una dictadura, el “okupa” de la Moncloa se mostró en todo momento huidizo y esquivo delatándose y mostrando al mundo entero su falsedad y su hipocresía más siniestra. Una y otra vez evitó pronunciarse sobre lo que ya es una evidencia, lo que él y sus socios de gobierno pretenden para España y los españoles, instaurar un régimen comunista sanguinario y criminal, como el que aplasta las ansias de libertad del pueblo venezolano.
Venezuela actualmente ya ha pasado del estadio de dictadura comunista a su consecuencia que es un caos, un desgobierno del que huyen sus ciudadanos
¿A que sí Pedro?