Mundial femenino de baloncesto: Las españolas caen ante Australia y no estarán en la final
España no estará en la final. La selección volvió a dejarse el alma en la pista, pero esta vez no fue suficiente. El cansancio acumulado durante el torneo y la superioridad de Liz Cambage bajo los aros le dieron el triunfo a Australia y condenaron a la selección a luchar el domingo por el bronce ante Bélgica.
La puesta en escena de España no fue buena. Otra vez comenzó dormida. Un mal recurrente que ha arrastrado durante todo el campeonato y que ayer empinó el encuentro demasiado pronto. Liz Cambage, la gigante australiana, acaparó el protagonismo del partido en la primera mitad. Su inabarcable figura fue una pesadilla para Laura Nicholls, que tiró de orgullo para enjugar la diferencia física entre ambas. Aun así, la máxima anotadora del torneo martilleó una y otra vez el aro nacional hasta obligar a Mondelo a sacar bandera blanca (6-21, min. 7).
El técnico recurrió a la misma fórmula que había rescatado al equipo en cuartos de final. La pareja eléctrica formada por Ouviña y Casas. Pura dinamitad en la pista. Ambas volvieron a revitalizar a la selección, que comenzó la remontada desde atrás. La defensa empezó a funcionar y Australia ya no anotaba con tanta alegría. El duelo se endureció mucho y las chispas alcanzaron la cabeza de Cambage. Porque a la pívot, que es una grandísima jugadora, se le cruzaron los cables y la emprendió con el público, al que provocó en cada acción. Malos modos que encendieron a la grada del Santiago Martín y a la propia selección española, que fue poco a poco recortando la distancia hasta irse por delante al descanso (35-34).
En esa reacción coral, cimentada en la defensa, tuvieron un papel relevante Ndour –11 puntos al descanso– y Alba Torrens que, a pesar de jugar mermada este Mundial, sacó a relucir toda su calidad en el segundo cuarto con dos triples consecutivos que resultaron fundamentales.
Imparable Cambage
Había superado la primera crisis España, a la que de repente se le abrió una vía de agua importante. El desgaste de la defensa a Cambage empezó a pasar factura en forma de personales y mediado el tercer cuarto la única pívot nacional con menos de cuatro faltas era Bea Sánchez. A la selección no le quedó otra que dar facilidades a la jugadora australiana, que campó a sus anchas en la zona. No evitó eso que España siguiera creciendo acunada en su orgullo indomable. De hecho, un parcial de 12-2 le permitió llegar a los últimos ocho minutos con su máxima ventaja (58-50).
Fue entonces cuando a España se le apagaron las luces. La eliminación de Ndour y Nicholls dejó vía libre a Cambage, que resultó imparable a pesar del pundonor de Bea Sánchez. Australia equilibró el choque a falta de tres minutos (64-64), pero a partir de ahí solo hubo un equipo. No hubo milagro para la selección, que deberá conformarse con un premio de bronce. Medalla que espera hoy si gana a Bélgica en la final de consolación.