La razón del granito grasiento
La ministra de educación –mala- de cara de pocos amigos y de suspenso permanente, a la que da lo mismo –socialistamente- Aristóteles que Ulpiano y ocho que ochenta, porque confía en su fino oído granítico, ha lanzado malamente un mensaje de solidez y precisión suiza, mezclando la dureza del granito con el engrasamiento deslizante para terminarlo de emporcar y que nos sintamos mal.
Llevo toda la tarde en el obrador y me he puesto perdido el mandilón. Confieso que alguna vez me ha tentado asar la manteca, porque tanto había oído al respective, que me tiraba la carne morena -que ya se sabe que es flaca y débil- pero que doradita, en plan canela, resulta, y combina muy bien con los boleros y el vino clarete de la casa.
Pues bien, ¿para qué negarlo? Mi soberbia me decía -si será cabrona- muy bajito, pero dejándose entender en el bisbiseo que me había conducido al obrador, abandonando a mis feligreses y dejando el púlpito a merced de la plebe.
-Prueba, prueba, majadero, que esto no lo sabías, que esta mujer viene de Euskadi, nada menos, que sabe de estas cosas, de grasas y de otras derivadas de la antigua pesca de las ballenas por los arrantzales aquellos de las traineras, los que cantaban canciones muy propias de las excursiones y que es un saber ancestral.
-Que sabe de lo que habla, proseguía la cabrona de mi soberbia, ya enardecida, que somos muy desconfiados, que no tiene nada que ver con el Méndez de Vigo el “suavito”, de verdad que esta mujer, por si fuera poco, es Diéguez, además de Isabel y de Celaá, con lo que ello supone y… ya se sabe lo que saben…
-Bueno, para qué te digo. Ha sido, proseguía la jodía, nada menos -toma lápiz y apunta- jefa de gabinete, que es por donde hay que empezar para promocionar a primera, luego viceconsejera, como debe ser, sin saltarse un escalón, de mucho mérito y circunstancia, y posteriormente consejera de Educación, investigación y universidades ¿verdahijo? Y ha hecho mezclas y masas de todo. Es casi tan imprescindible como el Morenés para el PP. Miembro del parlamento vasco del 98 al 16, -dieciocho años de vellón- y engolaba la voz ¿Te pispas hijo? E incluso presidente de la Comisión de asuntos europeos y de acción exterior de ese parlamento desde el 13 al 16, licenciada en derecho y filosofía, con el nivel C1 de euskera y ha colaborado con Ramón Jauregui, que eso… ya sabes… es mucho… y con el Pachi López, el que tanto prevée. Hay que admitirla entre nosotros, los hiperbóreos.
-¿Siiií?
-Noooo.
He puesto todo perdido, porque el bloque de granito que me he agenciado en Rocarroe&Sobrinos S.L., que venía envuelto en papel de estraza y en el que se anunciaba “Roca ígnea plutónica de primera calidad” y traía a un lado su composición por lo de los consumidores y las calorías, fibras y grasas: Cuarzo, rezaba –del 20% al 60%-, feldespato alcalino, plagioclasa, del grupo de los feldespatos (de verdad, no es una broma y creo que es el origen de la tesis de esta señora y por lo que propugna el engrasamiento vete a saber si del doctorado famoso) y mica.
No me quedaba bien el untamiento y creo que es porque me he olvidado si ella ha dicho algo al respecto de si es sienogranito o monzogranito, que debe ser muy importante para la cosa del engrase. He mirado en el diccionario de griego: Πλαγιος= Oblicuo, Κλαις= Rotura. Pura cristalografía de Salustio Alvarado que aclara muchas cosas y el porqué, sin duda, de esta referencia al granito y al plagio. Muy fina y sofisticada ella.
Pues bien, he echado mano de mi “Manual del buen engrasador, para uso de diletantes y militares sin graduación”, usado en entreguerras, allá por cuando Weimar, que se utilizó mucho en el Marne por Molke, y que ya anda un poco sobado y con evidentes manchas de grasa de litio y de chorizo, que dan fe de su utilidad en los frentes de ataque.
Viene en alemán antiguo, con apostillas en francés. Y dice en su página 17, textualmente y con caracteres de negrilla a mano y que se ven subrayados: “No me engraséis ni la nómina ni el granito, gilipollas, que luego pasa lo que pasa”.
He caído en sopor, -vete a saber si por los vapores emanados de la mezclilla- y he tenido un sueño beatífico y revelador, a lo Luther King:
Veía a nuestro rey entre nubes, recubierto de majestad y buen juicio, vestido de capitán general de los ejércitos españoles -cuatro estrellas de cuatro puntas que no son pocas- y rodeado de su estado mayor en levitación, con una foto de Franco al fondo junto a un crucifijo. Daba un golpe en la mesa, que retumbaba en el inmueble –que se llamaba Terminus- y les decía con voz de hombre:
-Hale majos, a Cataluña, a reponer el orden constitucional como el Batet, que ya va siendo hora de activar el artículo 8º que hemos jurado, para que el gobierno de turno pueda aplicar el 155 con todas sus consecuencias, que son muchas y gordas, y durante los próximos quince años y que los cuarenta millones de españoles a los que debo la delegación de su soberanía vea que soy aplicado y que me gano el sueldo. A la vuelta podréis cantar eso de:
-¡De Cataluña vengo de servir al rey, ay, ay, de servir al rey, de servir al rey!
¡Y traigo la licencia de mi coronel, ay, ay de mi coronel, de mi coronel!
Y entonces me desperté entre grasa y olor a granito pringado.
-Esa mujer…esa mujer… Me va a matar, me dije.
¡Qué bonito ha sido!