¿Alguien ha visto al Rey?
Yo no, desde luego. Hace un año salió el Jefe del Estado del reino de España por la tele, vestido de ciudadano, dijo unas cosas como era debido -sin excederse, bien es cierto- que animaba a pensar que estaba en su sitio y que su requerimiento iba a ser seguido por una actitud firme y buena para España. Como amago no estuvo mal. La gente salió a la calle en su apoyo, sacó banderas españolas y las puso en los balcones y terrazas y ahí siguen muchas desde entonces -que ya se habían olvidado casi- tal que cuando entraron los nacionales en Barcelona tras Solchaga y Yagüe, aquel 26 de enero de 1939.
Era como para entusiasmarse y parecía una respuesta firme sin dilación, que ya íbamos con retraso. Seguimos esperando, porque está sujeto a la ley, como los demás. Boadella le acompañó con lo de Tabarnia para apoyarle jocosamente acompañando al duelo. Se medioaplicó el 155º de la Constitución del 78 por el gobierno de turno, cobarde y escasitamente, tras unos burofaxes de vergüenza ajena –tipo Gila-, mal, tarde, incompleta, brevemente… y con ridículas prisas. Ni justicia, ni reloj. ¿No valía nuestro testimonio por millones? ¿No pintamos nada los españoles, en los que reside la soberanía delegada?
Pareció que nuestro Jefe del Estado “requería la espada, con el chambergo calado en su sitio”, al parecer ser, “que miró al soslayo” incluso, verdausté… y al cabo,” fuese y no hubo nada” de nada. Hizo mutis. Menos imposible. Han pasado 365 días desde entonces, doce meses, cuatro trimestres, cincuenta y dos semanas… y ahí sigue el engendro o esperpento con lacitos amarillos, para vergüenza de España y de los españoles que estamos hasta el gorro de ridículo, de la ignominia y de la blandenguería. ¿Tenemos que incumplir la ley para que se nos escuche y para que se nos considere? ¿Ese es el mensaje? Cuando haya muerto o muertos en nuestras fronteras violadas, o en Cataluña, me apresuraré a testificar ante el juez. Es todo lo que podemos hacer por millones y somos muchos testimonios los que se pueden acumular para una vista o comparecencia. Mientras, a cotizar a Hacienda, hasta que san Juan baje el dedo.
Íñigo Méndez Vigo dejó muy claro que no se podía hacer nada con ese 155º de los chinos, al que debió haber precedido la recuperación del Orden Constitucional partido por la mitad, con la aplicación previa del artículo 8º, el que se refiere a las fuerzas armadas –no a la policía ni a la guardia civil que son fuerzas de orden público- como garantes de la “soberanía e independencia de España”, nada menos, “de su integridad territorial y del ordenamiento constitucional”. Ese es el que sigue roto e inoperante en aquella tierra de misión, de la que se han largado miles de empresas porque no están para eso, arruinando a la región, lo que sin duda repercutirá en el bienestar de la mayoría española y catalana ella, no separatista y a los que nadie asiste en este último año de gracia, en estos 365 días de reloj y a los que se acosa por los otros, los malos, que se crecen en la impunidad e intentan hacerles la vida imposible sin que papá Estado, arrobado de bondad infinita y blandura al gobernalle, haga nada de una puñetera vez ante los ojos del mundo. ¿Se arreglan las cosas con estos gestitos? No. Van a peor.
No digamos nada de este gobierno sobrero, fallido, improvisado y dependiente. Si no para premiarles por su permanencia en España, al menos ser agradecidos por no ser beligerantes contra ella y ser merecedores del respeto y cariño que les profesamos los de las otras regiones. Si no, que se lo pregunten a los 3.867.730 catalanes españoles residentes en Cataluña, que son una mayoría del 51% del total de catalanes censados. Porque en el mejor de los casos, que es esta blandura nauseabunda, los separatistas no pasan de 3.572.000, el 47,49% y en el peor, que es a bofetadas y jugándose el tractor y el empleo, no llegarían nunca a poco menos de un millón escaso. Eso sí kaleborrokas gratis total la tira, pero cobardes y descomprometidos cuando vean uniformes de campaña y la quietud que produce el orden constitucional. Yo conozco separatistas que proceden de Soria, que manda pelotas la cosa.
Total que, si sumamos el resto de españoles no separatistas, que somos 39.967.000, damos una cifra aproximada de 43.834.000, a los que se podrían restar, sí ¿por qué no?, los antisistema anarcosindicalistas, los comunistas sin mansión, que ya son menos, los vascos del coro del maestro nacional Urkullu, los socialistas exaltados de base que apoyaron a Sánchez cuando le echaban de Ferraz –entre los que no se veía al maestro nacional Ábalos, no se le distinguía bien- que no sumaban muchos más de 175.000, culibajos sin graduación y otros herborizadores volterianos. Por cierto que tanto maestro me suena a la URSS.
¿Qué puede representar ese frente tan respetado por nuestros líderes de guardarropía o por nuestro Jefe del Estado de esta vieja nación que ya citaba en el s. VI el mismísimo san Isidoro en sus Etimologías? No más de 500.000, tirando por alto, que no tienen otras cosas que perder sino quizás subvenciones y regalías, que cuando las vean temblar les harán volver grupas.
Por tanto, si está mal no respetar a las minorías que escupen, pisotean y maldicen, no está mejor mostrarles mayor afecto que a las mayorías españolas de verdad, porque no lo merecen en absoluto. Estas son las que no se inventan historias de princesas, de héroes y reinos inexistentes, ni ensoñaciones de la señorita Pepis, ni tergiversan la historia, ni las batallas… Trabajan, no se cuelgan de subvenciones, ni de las innúmeras prebendas y canonjías con las que se les ha venido viciando a estos monstruitos y sin duda merecen otro trato, y por el momento y hasta nueva instancia, protección en un orden institucional efectivo y serio cuando menos. ¡La ley, coño!
Hubo unas escaramuzas ridículas, de sainete, en las que se acusaba a la policía nacional de romper unos dedos a una estúpida, a la vez que la abusaban sin recato, en una falsedad sin fiscalizar por un forense, ni llevar a juicio por la fiscalía por calumnias que se sepa, y sacarla en la tele –en TV3- se destrozan unos cuantos vehículos de la guardia civil… que son pelas exigibles a pagar por los papás de los angelitos, y al final, se les escapa el conejo principal de la cazuela –o de la chistera, que para el caso es lo mismo- el de las ciencias de la información, el héroe mítico, y se larga a Bruselas, a Copenhague y a Alemania de gira con una troupe circense y ridícula de enanos y payasos, sin que la CIA española, que cuesta un ojo de la cara y la yema del otro, ni la judicatura siquiera, hayan sido capaces de devolverle al talego y echarle a la cajuela con los otros a cebar con alfalfa. Si seguimos así, la próxima vez se nos irá otra partida de valientes y se nos reirán hasta los rumanos que nos administran los piojos, o los negritos que saltan la valla en el caos y desorden en el que nos han metido los políticos de granja.
Yo no he pasado de jurar bandera –juramos por Dios y prometimos a España… en defensa del honor e independencia de la Patria… hasta la última gota de nuestra sangre- de lo que me he sentido siempre orgulloso y lo que hice en el arma de caballería, con compañeros aspirantes de Ingenieros de Bilbao, vascos ellos y muy españoles todos y cuando aún había maquis comunistas sueltos por España.
Otros, han jurado la Constitución, que ya me hubiera gustado jurarla a mí, y tienen la vida asegurada con la puesta anual que hacemos todos los que creemos en la ley –dura lex, sed lex- y la de cada día, cuando compramos algo o nos tomamos un café y les incumbe algo sagrado para todos y muy honroso, que igualmente ya me gustaría que me incumbiese a mí. Merecen el respeto cuando cumplen debidamente, y también –y quizás de ahí venga la indecisión- tienen el deber de conocer la Historia tal cual fue, asumirla y contársela a los españoles debidamente, sin aditamentos gratuitos ni falsas interpretaciones, como las que han desembocado en un problema que no existía y se ha cultivado hasta hacerlo florecer como era de esperar, sino con humildad y agradecimiento a quién se le deben las cosas –no a otros- y cumplir con sus compromisos adquiridos, que no son pocos.
El que espera….desespera. La verdad es que la moral que tenemos para esperar que los políticos llamados constitucionalistas reacciones con la energía necesaria, es casi nula. Eso dice ya mucho sobre la gravedad de la situación. Si la única esperanza es una intervención del Rey, vestido de uniforme, y con las FFAAs por delante, verdaderamente la moral sigue siendo baja, por el fracaso que supone de todas las medidas intermedias que los políticos debería tomar. ¿Qué probabilidad le daríamos a que esta intervención llegue a ocurrir? ¿Cómo intervendrá? ¿Cómo será el día después? ¿Cómo se garantiza el apoyo internacional? ¿Qué… Leer más »
Su Majestad no puede salir vestido de militar, como hizo su padre el 23-F, porque a diferencia de entonces ahora tendría que pedir permiso al Cuartel General de la OTAN en Bruselas, que es donde está si no me equivoco.
¿Pero tenemos Rey…?
YO PENSABA QUE YA SE HABÍA EXILIADO, y que ahora mandaba “Maduro Sánchez”, en calidad de Dictador, que es lo que realmente quiere ser.
No se ha exiliado, ha pasado a un discreto segundo plano detrás de los pantalones de Doña Leticia.