De Bolsonaro a Sánchez/Maduro
Hermann Tertsch.- «La democracia está en peligro, la democracia está en peligro». Están los medios españoles dispuestos a indignarse moralmente aún más con ese «delirio intolerable» de los brasileños por votar mayoritariamente a un candidato de derechas que no intenta agradar a la izquierda. Jair Bolsorano considera a los comunistas un enemigo irreconciliable de la libertad. Es creyente y lo dice. Admira a Donald Trump y lo manifiesta. Y cree con franqueza en valores tradicionales que sitúan al individuo por encima de todo experimento de ingeniería social. Intolerable. Por eso ha decidido la Comisaría Internacional de la Biempensancia Izquierdista que Bolsorano es todo lo que no se debe ser, facha, homófobo, machista, racista y demás. Como este va a ser confirmado por el electorado brasileño en impecables elecciones generales, previsiblemente con una mayoría espectacular, se ha ordenado a las terminales del izquierdismo y del ridículo ultracentrismo que entonen el lema de «la democracia está en peligro… en Brasil».
Pero lo cierto es que donde está la democracia en peligro no es en Brasil, ni en Colombia, ni en EE.UU., ni en Polonia ni en Hungría. En esos países ha habido elecciones y los vencedores de las mismas aplican sus programas políticos y cumplen con sus promesas. Donde está la democracia en peligro es en España. Que es donde no hay elecciones. Donde una pequeña minoría radical rechazada y derrotada en elecciones ha logrado el poder al aliarse con todos los enemigos que esta democracia tan acomplejada y necia permitió que existieran legalmente y fomentó y financió.
Ayer demostraron quiénes son, tras meses de avisos con su falta de escrúpulos y su obscena arbitrariedad.
Un Gobierno cada vez más desacreditado y un presidente acosado por sus mentiras y su fraude doctoral hacen alarde de desprecio a las formas y a las normas, a la realidad y al sentido común. Chavismo puro. El acuerdo de presupuestos es un programa preelectoral comunista con intención de crear condiciones para que las próximas elecciones ya se hagan con cartas marcadas. El brutal y delirante paquete fiscal que presentó Sánchez con el comunista Pablo Iglesias es primero una receta para el empobrecimiento. Pero también un programa para disparar la dependencia, promover a todos los niveles la arbitrariedad del poder y el control del Estado sobre individuos, empresas y comunidades. Con la dependencia viene la sumisión y la obediencia.
Lo que llaman acuerdo de presupuestos es la consumación de la primera fase del proyecto de cambio de régimen de Zapatero. Se lo frustró la crisis económica. Fue una ocasión soberbia para quienes se presentaban como única derecha española, el PP. Con una mayoría histórica habrían podido reconducir la deriva y evitar el desastre. Se desaprovechó vilmente. Zapatero ha vuelto. Es un asesor tan principal de Sánchez como lo es del dictador venezolano, Nicolás Maduro. Es repugnante, pero es un hecho, que el jefe del Gobierno español comparte asesor con el peor tirano y asesino de América. Lo cierto es que los terribles errores de sus adversarios, la pieza catalana y la gran conspiración mediática con la red de cloacas de policías, fiscales, garzones y jueces, sentencia de Gürtel incluida, han permitido esta operación venezolana. Con Europa en una situación crítica, quienes digan que España no es Venezuela deberían ir pensando cómo evitar que pronto se parezca mucho. Si los españoles no reaccionan con urgencia y energía, este golpe de Estado, iniciado en Cataluña el pasado año, puede acabar pronto en un cambio de régimen en toda España. Y al final, los venezolanos huidos a España ante el asesino Maduro tendrían que volver a huir ante los amigos españoles de Maduro. Quizás a buscar protección en Brasil con Bolsorano. Y muchos españoles con ellos.