Los jacobinos españoles
Ya nadie puede dudar de que nuestro país se encuentre en una fase de ebullición democrática con riesgo claro de que se desborde la olla. Alguien me podría interpelar diciendo: “No sea usted tan agorero. Estamos en Europa y eso es un escudo formidable para cualquier tentativa de involución”. Pues, poco a poco, amigo mío, poco a poco; la Unión Europea es una víctima más del nacionalismo excluyente que violenta y corrompe el desarrollo de los llamados a ser, Estados Unidos de Europa. La U.E., sin una política común de fronteras y el debido reconocimiento y apoyo a sus raíces cristianas, apenas nos proporcionaría un escudo de papel.
La represión que impulsan los nacionalistas hacia lo que ellos consideran como “impropio de su región” –y no digo nación porque no hay tal-; extendiendo ese concepto no sólo a la lengua, sino también a la cultura popular, las celebraciones, los ritos, y cualquier aspecto integrador de lo español; nos llevará de nuevo al enfrentamiento.
Para que ustedes no me tilden anticipadamente de anti-catalán, les diré que mis dos nietos son de Barcelona; mi primer apellido extendió sus raíces por las regiones de la Cataluña francesa, mucho antes que los antecesores de la gran mayoría que hoy vive por aquellas tierras; que tuve la dicha de acompañar a mi hija mayor hacia el altar en la pequeña ermita de Santa Cristina, cerca de Blanes; que he trabajado casi toda mi vida para una entidad con sede en Barcelona y, que no, vamos que no busquen por ahí, porque errarían.
Resulta curioso ver que tendencias políticas como las de la democracia cristiana, los radicales, republicanos, liberales y socialdemócratas diversos, muchos de los cuales pasaron de la clandestinidad en la época de Franco al apoyo decidido durante la Transición, compartan valores e ideas de los jacobinos franceses, mientras toleran la deriva nacionalista que estamos padeciendo. La intolerancia que se acentúa día a día sólo se puede detener con una defensa seria y firme de la soberanía popular sin exclusiones.
Es necesario recomponer la visión de la indivisibilidad de España dentro de Europa, y eso conlleva la defensa de un estado fuerte, mucho más centralizado del que se ha ido desenfocando con los desvaríos interpretativos de nuestra Constitución.
Para ello ya no sirven partidos como el PSOE, a quién yo voté en multitud de ocasiones, por que ha delegado su representación en unos responsables incapaces de comprender la compleja realidad de lo que representa y debe ser la unidad de España.
Probablemente tampoco sirviera para una restauración auténtica este último PP, timorato, que contando con la mayoría que le otorgó el pueblo, miró cómodamente hacia otro lado mientras la deriva nacionalista crecía y abusaba de su posición decisoria y desequilibrante. Quizá hoy Santiago Abascal o, Pablo Casado, si es capaz de retirar las telarañas, fueran capaces de abordar ese nuevo e ilusionante proyecto democrático. Hay que crear un nuevo Club de los Jacobinos, -aunque su sede fuera un colegio jesuita, en vez de un convento dominico-. Un Círculo que se extienda por todo el País para apoyar a los partidos garantistas, aquellos que se alejen de veleidades e intereses personales; un Club, en definitiva, en quien depositar la esencia de lo español.
Así se puede construir una democracia envidiable, sana e igualitaria, como la que ha permitido a Francia sortear con éxito los avatares de la historia y ser un ejemplo admirable de lo que ha sido, es y debiera ser, una democracia moderna.
Tengo un amigo por Canadá que sugiera copiar lo bueno que tengan los demás, así que hoy propongo que le escuchemos y sigamos la receta que don Alberto Jiménez Fraud también aplicó en su Residencia de Estudiantes: él decidió aprovechar lo mejor de los sistemas pedagógicos anglosajón, alemán y francés. Hoy celebramos que el resultado fue la llamada “Generación del 27”; la Edad de Plata de la cultura española.
Yo no entiendo d lo q dice el don hispanicus, q parece muy docto. Me quede con lo d …inos y ya no seguí bien la reflexión.
Pero ya me gustaría q Hispania estuviera como Francia, en cuanto a su consideración como País cultural, económico, influencia política e incluso filosófico-social.
Francia y Alemania bien sé diría q dirigen la UE en muchos de esos aspectos. Incluso el tecnológico y militar.
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Lástima que las fábricas de Vigo y VAlladold, no fueran del Hispano Siiza no lugar de la Citroen o RENAult
Es que en Francia, amén de otros, tuvieron a un De Gaulle que consiguió vender la idea que un país ocupado y vencido durante casi cuatro años pasara a ser una de las cuatro “potencias” vencedoras en 1945 y, a la vez, recibir ayudas del Plan Marshal como si fuera uno de los países perdedores. Vamos, lo mejor de ambos mundos.
Solo hay que ver lo bien que está Francia con su centralismo corrupto, francés y anti francés al mismo tiempo y una deuda impagable que le ha costado 1000 millardos de euros al contribuyente (solo los intereses) en los últimos 20 años . No quiero pensar que este artículo sea fruto de la manipulación pero al menos tiene como efecto trivializar el nudo gordiano de nuestra REALIDAD NACIONAL. Lo que parece increíble todavía hoy es esa mezcla de paletismo e ingenuidad que demuestran algunos buscando modelos facilones a problemas plus quam complejos. Qué cojones tendrán que ver montañeses, jacobinos y… Leer más »
Ni se explica uste, ni se le entiende más que su falta de tacto y educación. Seguro que usted no tiene ni idea de lo que es Francia hoy ni debe quienes somos jacobinos. ¡Robespierre, Marat! De qué puñetas habla…
Tiene más razón que un santo.Y,entre otros, en aquellos tiempos el temible Saint Just. Qué miedo.
SI alguien o organiza luz jacobino en España, yo me apunto
Yo también haría cola para entrar en ese Club jacobino