Santiago Abascal, el candidato que se esconde y desprecia a los medios
Gonzalo Bareño.- ¿Dónde está Santiago Abascal? A menos de un mes de que comience la campaña electoral, el líder de Vox elude cualquier aparición en público y limita sus mensajes a las redes sociales. Su estrategia consiste en restringir al máximo su contacto con los medios, no debatir cara a cara con sus adversarios y lanzar mensajes provocativos -y también fake news-, a través de las redes. De esa manera, son sus adversarios los que le hacen la campaña convirtiendo sus excesos en el centro del debate sin necesidad de medirse dialécticamente con ellos. Aunque es activo en Twitter, considera que esa es una red dirigida a políticos y medios, no a la gente de la calle. Y, por ello, Vox se centra en elaborar mensajes virales en WhatsApp y en Instagram, donde es el partido más seguido, con 215.000 seguidores.
Aunque la estrategia de Abascal se compara con el estilo de Trump, los dos personajes no pueden estar más alejados. Al igual que él, el presidente norteamericano desprecia a los medios de comunicación. Sí. Pero la verborrea de Trump en público es incontenible, afirmando siempre que él es el mayor experto en todo, mientras Abascal utiliza un lenguaje lacónico para ocultar sus carencias.
En una de sus escasas apariciones recientes, admitió que no sabía responder a la mayoría de las cuestiones que le planteaban o que no tenía posición sobre temas económicos polémicos. Y salió del paso diciendo que él tiene «a España en el corazón, no en la cabeza». Su estrategia se basa también en no quemarse en una campaña electoral que se va a hacer muy larga y en limitar su presencia a momentos clave e icónicos con mensajes simples y directos.
Abascal es consciente de que él no es un líder populista al uso, sino más bien un candidato mediocre que aprovecha una coyuntura favorable. Abascal no es Trump. No puede presentar el aval de su éxito en la empresa privada porque nunca trabajó en ella. No es Pablo Iglesias, ni Marine Le Pen, ni Matteo Salvini, porque no tiene el carisma de ninguno de ellos. Su imagen es la un tipo duro al que le gustan más los zascas al rival a través de las redes que exponerse a improvisar o plantear sus propias propuestas en público. De ahí que haya preferido explicar su pensamiento en una larga entrevista con el escritor Fernando Sánchez Dragó, que será publicada en forma de libro de 352 páginas y que va a presentar el 2 de abril.
Pero las carencias de Abascal podrían quedar expuestas en los debates televisados, en caso de que sea invitado a ellos. Algo por lo que, de momento, el líder de Vox no ha mostrado excesivo entusiasmo.
ABASCAL es bastante simple, en mi modesta opinión, y además los medios tergiversarían todo lo que diga.
EL VIENTO ESTÁ A FAVOR, Y LO MEJOR QUE PUEDE HACER ES LO QUE HACE: ESTAR CALLADO COMO UNA PUTA.
En boca cerrada no entran moscas…
En un país lleno de políticos con excesiva palabrería y verborrea desbordada, es inteligente usar lenguaje “telegráfico” y no “prodigarse” en debates inútiles. No se necesitan políticos que “hablen por los codos” y nos “cuenten más mentiras”. Con tal de que sea honesto y cumpla a rajatabla el programa que haya presentado al electorado, es suficiente. Nos hemos acostumbrado a los “cantos de sirena” del izquierdismo y la incapacidad de cumplimiento del derechismo “progre”.
Franco hablaba poco.