El suicidio de Francia: Emmanuel Macron es el símbolo de una “nueva sociedad individualizada, globalizada e irreligiosa”
Por Giulio Meotti,. “Respecto a Francia, en 2019, ya no se puede negar una transformación crucial y arriesgada, que está en marcha un ‘Gran Giro'”, observó el fundador y presidente del Jean-Jacques Rousseau Institute, Michel Gurfinkiel. Se lamentaba de “la defunción de Francia como un país distinguido, o al menos como la nación occidental y judeocristiana que hasta ahora se presumía que era”. Un reciente reportaje de portada del semanario Le Point lo llamó “la gran turbulencia”.
Giro o turbulencia, los días de la Francia que conocíamos están contados: la sociedad ha perdido su centro de gravedad cultural: el viejo estilo de vida está desvaneciéndose y se acerca a la “extinción”.
La “francesidad” está desapareciendo y siendo sustituida por una especie de balcanización de enclaves que no se comunican entre sí.
El giro francés también se está volviendo geográfico. Francia parece ahora dividida entre los “guetos para los ricos” y los “guetos para los pobres”, según un análisis del mapa electoral del mayor periódico de Francia, Le Monde. “En el sector más pobre, 6 de cada 10 nuevos hogares cuentan con un miembro nacido en el extranjero”, señala Le Monde. Una especie de abismo separa ahora la Francia periférica —las localidades pequeñas, los suburbios y las áreas rurales— de las metrópolis globalizadas de los «burgueses bohemios». Cuanto más se enclaustren las élites francesas, con sus ingresos y su ocio cultural en sus enclaves, menos probable será que entiendan el impacto diario del fracaso de la inmigración masiva y el multiculturalismo.
Una reciente encuesta europea reflejó estas “dos Francias que no se cruzan ni hablan la una con la otra”, observó Sylvain Crepon, de la Universidad de Tours, al analizar el éxito del partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, en las últimas elecciones al Parlamento europeo. Le Pen y el presidente, Emmanuel Macron, los dos ganadores de las elecciones, hablan para dos grupos sociológicos completamente distintos. En los suburbios de París —Aulnay-sous-Bois, Sevran Villepinte y Seine-Saint-Denis—, Agrupación Nacional, de extrema derecha, ha experimentado un auge. En las ciudades, Le Pen va muy por detrás: quedó la quinta en París, la tercera en Lila y la cuarta en Lyon. Según Crepon:
Estas ciudades quedarán protegidas del voto a Agrupación Nacional por su estructuración sociológica. Eso le da crédito al discurso populista que diagnostica una élite desconectada. Esta [visión] respalda la idea de una ruptura sociológica que no es del todo equivocada.
A un lado de esta ruptura están las localidades como Dreux, que Valeurs Actuelles llamó “la ciudad que prefigura la Francia del mañana”:
Por un lado, una ciudad regia con el vestigio de una historia que cree que todo está cambiando [el milenario]; por el otro, las ciudades están imbuidas de tráfico [de drogas] e islam. Los burgueses del centro de la ciudad votan a Macron, y los petit blancs a Le Pen.
Por otro lado, está París. “Todas las metrópolis del mundo conocen ese mismo destino. Aquí es donde fluye la riqueza y donde está la alianza entre los ‘ganadores de la globalización’ y sus ‘sirvientes’, los inmigrantes que han venido a servir a los nuevos amos del mundo, a cuidarles los hijos, a llevarles sus pizzas o a trabajar en sus restaurantes”, escribe el distinguido analista social Éric Zemmour en Le Figaro. A partir de ahora, “París es una ciudad global, y no en realidad una ciudad francesa”, escribe.
“Las clases superiores, burgueso-bohemizadas —según uno de los escritores más respetados de Francia, Christophe Guilluy están llenando las “nuevas ciudadelas” —como en la Francia medieval— y votando en masa a Macron. Han desarrollado “una manera única de hablar y pensar […] que permite a las clases dominantes sustituir la realidad de una nación sujeta a una grave tensión e insistir en la fábula de la sociedad acogedora”. Guilluy ha sido criticado por algunos medios franceses por abordar esta realidad.
El reciente movimiento de los “chalecos amarillos” —cuyos miembros se han manifestado todos los sábados en París durante meses contra las reformas del presidente Macron— es un símbolo de esta división entre la clase trabajadora y los progresistas gentrificados. Según Guilluy, es una “conmoción social y cultural”. Esta conmoción, según el filósofo francés Alain Finkielkraut, consiste en la “fealdad de la Francia periférica y sus efectos sobre las vidas concretas, la tristeza de estas clases trabajadoras que no sólo han perdido un estándar de vida, también un referente cultural”. En Francia, existe ahora una sensación generalizada de “desposesión”.
El partido de Marine Le Pen ha ganado más del doble de elecciones departamentales que Macron. Le Pen ganó en las áreas deprimidas y desindustrializadas del norte, el sur del centro y el este de Francia de donde proceden los chalecos amarillos.
“Desde que me vine a vivir a Francia en 2002, he visto cómo el país ha culminado una completa revolución cultural”, escribió hace poco Simon Kuper en Financial Times.
El catolicismo está casi muerto (sólo el 6 por ciento de la población francesa va habitualmente a misa), aunque no de forma tan absoluta como su vieja “iglesia” rival, el comunismo. La población no blanca ha seguido creciendo.
Macron, explica Kuper, es el símbolo de una “nueva sociedad individualizada, globalizada e irreligiosa”.
La huida de Francia del catolicismo es tan evidente, que un nuevo libro, L’archipel français: Naissance d’une nation multiple et divisée, del encuestador Jerôme Fourquet, ha descrito el fracaso cultural de la sociedad francesa como una “era poscristiana”: el alejamiento de la sociedad francesa de su matriz católica es ya casi total. El país, afirma Fourquet, está ahora implementando su propia descristianización. Y sólo hay un sustituto fuerte en el horizonte. Hoy ya hay, según un nuevo estudio académico, tantos musulmanes como católicos entre los jóvenes de Francia de 18 a 29 años, y los musulmanes representan el 13% de la población de las ciudades más grandes de Francia, más del doble de la media nacional.
A veces, los sentimientos musulmanes de solidaridad comunitaria parecen haberse aprovechado de esta fragmentación al crear sus propios “guetos de la sharía”. Un informe del Institute Montaigne, «La fábrica islamista», ha detallado la radicalización de la sociedad francesa musulmana. En lugar de la integración, la asimilación y la europeización, los extremistas musulmanes de Francia quieren el multiculturalismo, la separación y la división. Los enclaves de inmigrantes en las afueras de las ciudades francesas, plantea Gilles Kepel en su libro La fracture, fomenta “una ruptura con los valores de la sociedad francesa y la voluntad de subvertirlos”. “La gente no quiere vivir junta”, dijo Gérard Collomb, exministro del Interior de Francia, en unas declaraciones recogidas por Valeurs Actuelles.
Esta “fractura” se volvió a señalar en la misma publicación: “Cuatro de cada diez niños de Seine-Saint-Denis tienen nombres de pila musulmanes”. El encuestador Jérôme Fourquet reveló en un nuevo estudio que “el 18% de los recién nacidos en Francia tienen nombre musulmán”.
El “Gran Giro” de Francia está en proceso. Como escribió hace poco el filósofo Alain Finkielkraut, “El incendio de Nôtre Dame no es ni un atentado, ni un accidente, sino un intento de suicido”.
Fuente: Gatestone Institute
Lo malo o lo peor A.D. es que tiene usted razón ! El barco Francia lleva años iendo por el fondo. Desde la carnicería de 1789 organizada por los talibanes franc masónicos de esa época, esa gente sigue su obra destructivo de nuestro país. Han preferido el dinero que Dios, el capitalismo salvaje que el capitalismo social … A esa gente, Francia no les importa ni un huevo. Solo les importa el dinero, que viene de donde sea. La población esta compuesta ya al 25% de musulmanes. Son entre 15 o 20 millones en nuestro país. Falta poco tiempo para… Leer más »
que se joda francia,ojala desaparezca de la faz de la tierra ese “pais” que tanto daño hizo a españa en todo lo que pudo.
El hombre sin Dio, un náufrago sin salvación posible.
Aqui los progues en España tienen como referencia evolutiva social hacia algo superior toda la podredumbre que hay en Francia, Suecia, Alemania, Belgica, UK,.. Es algo similar al vicioso toxicomano que cree que la siguiente dosis letal lo llevara al paraiso perdido y solo se encuentra con la auto-inmolacion destructiva patologica elaborada por judea NOM..
JESÚS SE IDENTIFICA CON EL EMIGRANTE
“El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; allí estarás hasta que te avise” (Mt. 2,13 ss). Sea este un relato histórico o sólo un relato teológico del evangelista, lo que nos importa aquí es considerar que Jesús, desde que nace, es identificado con la historia del Israel peregrino, emigrante y refugiado. Más tarde, Jesús sabrá lo que supone andar buscando trabajo de un sitio a otro”
Desde 1789, con alguna ralentización provisional, es lo que busca la tan cacareada République Française, que nació en la sangre para arrasar con todo el Antiguo Régimen; 1800 años de Cristiandad y cierta libertad del pueblo para imponer esta basura de sociedad individualista, materialista y estúpida.
Los de siempre al mando, la invasión/emigración fue y es su arma última y más letal, Francia se muere. El último bufón al mando llegó al Elíseo por un plan maquiavelico de sus podridas “élites”
Los bufones son artistas este tipo Maricron solo es un mequetrefe de Soros-NOM..
Sí perdón, es un galicismo mío, bufón en francés también significa personaje patético y grotesco aparte del sentido de los bufones medievales.
Se está sembrando en toda Europa la gran guerra civil. Y no falta tanto. De momento, nuestros enemigos no paran de venir a marchas forzadas con refuerzos a reconquistar el terreno perdido, para ellos y para sus jefes sionistas.
Solo se puede combatir el extremismo islamista desde el ateismo. Si se acepta que una paloma violó a un virgen para tener al hijo de dios, se tiene que aceptar que a los pederastas les espera el paraíso con setenta y tantas furcias si matan en nombre de su dios. Todos los que crean en estas cosas, al psiquiatra y si lo aplican, a la cárcel. Lo que no podemos hacer es decir que su locura es mala y la “nuestra” es buena. También es verdad que a falta de religiones, muchos jóvenes locos abrazan nuevas religiones como el feminazismo… Leer más »
No estoy de acuerdo. La metáfora de la Virgen Maria nos viene a indicar de raíz lo que es el cristianismo: religión de perdón (la Virgen María se quedó embarazada sin tener un hombre al lado) y de entrega a los demás (Çristo murió perdonando hasta a sus captores mientras que el Islan es una religión de macarras (toma 72 virgenes), de pisotear a los demás (las mujeres son poseidas como mercancias y arrebatadas a otros hombres vencidos o muertos). Llevamos siglos siendo cristianos y no nos ha ido mal. Nos ha ido tan bien que hasta toleramos a los… Leer más »
Con ateos, ni a comer.
La pobreza está en los genes. Francia pasará a ser una tierra que dejará a todo el mundo espantado y lleno de terror, por su miseria, su maldad y su estupidez. El mal es genético, y bien también es genético. Los franceses son gente buena, no es culpa de ellos lo que está pasando, son los J y sus esbirros los que les conducen al matadero, y su demiurgo.
Fimkielkraut es “J”. Hay de todo en ese colectivo. Mejor hablar de élite satanista.
Es un ex maoïsta seisentayochista pero ha cambiado radicalmente de bordo porque su paisanos J empiezan a sufrir la invasión musulmona igualmente.
sí al individualismo, no al comunismo/Madrid Central
El individualismo está fomentado por el NOM para que no nos preocupemos por nuestros hermanos.
En el punto medio está la virtud.
¿Judeocristiana, Francia? Por favor. Es como tildar de nazis a los golpistas catalanes, cuando lo que son es un magma socialista-comunista extrapolado a pequeña burguesía (Pujolandia).
Administrador: Hombre, quédese con el contexto y no solo con el detalle.