Zapatero y Sánchez

Por Laureano Benítez Grande-Caballero.- «Cuando me lo contaron sentí el frío/ de una hoja de acero en las entrañas,/ me apoyé contra el muro, y un instante/ la conciencia perdí de donde estaba».

Estos famosos versos de Bécquer es muy posible que hayan servido a los españoles de pro para expresar su pasmo y preocupación ante las últimas encuestas del CIS, que pronostican una espectacular subida del PSOE en caso de que haya elecciones en noviembre, hasta el punto de que los socialistas podrían conseguir una asombrosa mayoría absoluta, con el 41,3% de los votos.

Desde luego, no es mi caso, pues con motivo de las elecciones del 28-A ya había advertido de que, en caso de que no se desmontase el tinglado electoral que había causado tan pasmosos resultados, la sospechosa maquinaria volvería a aplicarse en futuras elecciones, cada vez con mayor descaro, y en un proceso in crescendo que nos llevaría a una dictadura a la venezolana. Porque, siguiendo en la estela de Bécquer, «volverán las oscuras golondrinas» socialistas a poner sus pucheros en nuestros balcones, qué duda cabe.

Con todo, confieso que la magnitud de lo que se avecina es de tal calibre, que se queda uno ojiplático, sumido en un estupor del que es complicado salir para recuperar la cordura.

En las pasadas elecciones se ha hablado de algoritmos y censos trucados, de votos por correo fraudulentos y tablets manipuladas, de los territorios komanches vascos y catalanes, pero, al margen de estos indicios, hay una serie de hechos que llaman la atención, cuyo clamor llega hasta Marte y más allá.

Resulta que a los tres meses de instalarse en el poder por medio de una golpista moción de censura, un señor que presuntamente plagia su tesis doctoral, que pacta con golpistas y filoetarras, que enchufa a su mujer en jugosos cargos, que tardó unos pocos días en reunirse con Soros para que éste le dictara su programa de gobierno, que se rodea de un gabinete formado por una mayoría de personajes creadores de sociedades para sisar impuestos al fisco, que crea efectos llamada a la inmigración irregular, que no es capaz de reclamar la soberanía española para Gibraltar en medio de las favorables condiciones del «Brexit», cuya política empieza a dar claras señales de desaceleración económica… que un tramposo compulsivo como Sánchez ―en solo tres meses, repito― consiga que su partido pase de 85 diputados a los presumibles 124 que le dan las encuestas del inefable Tezanos (del 22 al 28%). Impresionante, que con ese currículum gane 40 escaños en apenas unos meses; epatante, que un gobierno cuya medida estrella es profanar un cadáver tenga tal ganancia electoral, cuando, después de un año de garantizar que el asunto era inminente, ese objetivo está cada vez más lejos.

Luego vino lo de Pedralbes, la vista gorda ante los enaltecimientos de etarras, la recesión económica que ya empieza a golpearnos, la bajada de pantalones ante la Merkel en el asunto de comprometerse a acoger a los inmigrantes que hubieran entrado en Alemania a través de España, la firma del tratado internacional a favor de la inmigración ilegal, la amenaza de ilegalizar a VOX, su negativa a condenar el criminal régimen de Maduro, sus pactos de gobierno con golpistas y bildutarras, sus decretazos, su feminismo obsesivo, su vista gorda a la maquinaria mediática secesionista catalana… Y resulta que todos estos deméritos le proporcionan una espectacular subida electoral, que llevaría al PSOE a pasar de 85 escaños en 2016 a ¡175-180! en solamente año y medio: ¡90 diputados más! Expediente X de tomo y lomo, fenómeno paranormal nunca visto con anterioridad en la política universal. Y todo esto mediante una política abominable, inepta, corrupta, necrófila, antiespañola, globalista, femenpatológica, execrable… que, para más INRI, nos va a freír a impuestos: o sea, que nos quieren hacer creer que esto es lo que desean los españoles.

Habrá quien hable de los famosos «viernes sociales», en los que tanto reparto de subvenciones, prebendas, subsidios, ayudas, etc. le habría granjeado el apoyo de un sector importante de la población, pero quien opine así olvida que las encuestas del CIS ya le daban 124 escaños mucho antes de esa «agenda social» con la que Sánchez quiere garantizarse una amplia clientela electoral.

¿Habrá elecciones en noviembre? Si Sánchez no las convoca, eso quiere decir que las encuestas que le son tan favorables son falsas, porque no se concibe que renuncie a organizar unos comicios en los que ganaría 50 escaños más. Pero ya sabemos que Tezanos nunca falla, que cuando hace sus pronósticos lo que en realidad está haciendo es anunciar los resultados que saldrán sí o sí.

¿Será acaso todo eso un farol, con el que Sánchez quiere asustar a Podemos para que apoye su investidura a cambio de nada? ¿Será que la fallida investidura fue un teatrillo que urdió Sánchez con la manifiesta intención de que fracasara para así tener las manos libres para convocar unas elecciones en las que se daría la madre de todas las farsas electorales, recogiendo además el rédito ante los moderados de que no quiso pactar con los radicales para «proteger a España» (Pedro dixit)?

En mi opinión, el proceso se clarifica si tenemos en cuenta que el objetivo de la izquierda ―y los separatistas― es modificar la Constitución, con varios objetivos: acabar con la monarquía haciendo de España una República Federal, introducir en ella la dictadura del feminismo mediante un lenguaje inclusivo, penetrarla de la ideología LGTBI, inocularle el ecologismo globalista, institucionalizar la memoria histórica, poner trabas a los partidos de derecha, eternizar en el poder a la izquierda, restringir la capacidad de la Iglesia con medidas superlaicistas, oficializar la desmembración de España en Taifas que sean pacto del globalismo…

Para acometer esta destrucción de nuestra Patria se necesita una mayoría de dos tercios en el Congreso y, como los partidos de centro-derecha no se sumarán a este golpe contra la Constitución, el objetivo pergeñado desde la moción de censura es aumentar como sea los votos de la izquierda, para obviar esta dificultad.

Según las últimas encuestas, el hundimiento del centro-derecha sería devastador, pues en unos comicios futuros solamente sacaría apenas un 30% de los votos (13% PP, 12% C’S, y 4,6% VOX) siendo el restante 70% izquierdista-separatista: ahí lo tenemos.

Naturalmente, el golpe hay que darlo por etapas, porque habría cantado mucho que el PSOE sacara mayoría absoluta el pasado 28-A, puesto que nadie se creería que es posible pasar de 85 a 175 diputados (¡más del doble!) en apenas unos meses de desgobierno. Pero, una vez que el catatónico pueblo español se ha comido con patatas fritas el avance del PSOE el 28-A, también se tragará la apoteosis socialista de las próximas elecciones. Overton a tope, se llama esto.

Y así, un PP que obtuvo el 33% de los votos en 2016 pasaría a sacar solamente el 13% en 2019, ¡perdiendo 20 puntos casi de golpe, sin haber sufrido el desgaste de gobernar! Los 137 escaños que consiguió en 2016 serían bastantes más de los que sacarían los tres partidos de centro-derecha en el caso de nuevos comicios.

Naturalmente, estos resultados suponen que el PSOE capturaría una parte importante el voto de centro-derecha, pues Podemos se mantendría, lo cual significa que el caladero socialista se nutriría de los partidos conservadores. Es decir, que electores del PP y C’S se pasarían en masa al PSOE sin ningún pudor. En este sentido, la encuesta última afirma que todos los partidos perderían votos, excepto el PSOE, que se quedaría con todos.

Por supuesto, se han alzado voces críticas contra estas encuestas disparatadas, poniendo el grito en el cielo, pero Tezanos ya ha dicho que clavaron los resultado el 28-A, o sea, que los volverán a clavar. Esas mismas voces se burlaban con rechifla de las encuestas previas al 28-A, pero luego, oh misterio, se callaron cobardemente cuando los pronósticos se cumplieron, aceptando sin rechistar los resultados contra cuyos vaticinios habían clamado estentóreamente. Esto hace sospechar que los críticos volverán a hacer lo mismo, si se cumpliera el nuevo acierto de las encuestas del CIS.

Y, ¿qué harán los partidos de centro-derecha ante el posible robo? Pues ya lo sabemos: nada, porque todos están por lo mismo, por la destrucción de España, que contemplarán silbando desde sus poltronas.

Ya lo dije con motivo del 28-A: o se desenmascara la farsa electoral, o vendrán más, porque esta chusma socialista ha encontrado la gallina de los huevos de oro, que exprimirán una y otra vez hasta que hagan imposible que se les pueda desalojar del poder, instalando la plena dictadura, a la que llamarán democracia. Han visto que nadie ha denunciado el 28-A ―excepto la Plataforma Elecciones Transparentes, que ha presentado una denuncia―, que nadie ha protestado, por lo cual lo volverán a hacer.

¿Qué hará el pueblo español, si se consuma la tragedia de una maniobra electoral que lleve al PSOE a la mayoría absoluta? Pues nuestro valeroso y gallardo pueblo elevará una vez más su clamor justiciero, universalmente conocido, un grito heroico, un rugido bravío que hará temblar los cimientos de nuestra Patria: «¡Camarero! ¡Una de bravas!».

Y es que ya lo decía Bécquer, parafraseando sus versos, que dedico a Sánchez: «España es un erial:/ flor que toca se deshoja/ que en nuestro camino fatal/ Pedro va sembrando el mal/ para que España lo recoja».

O sea: lloraremos como mujeres lo que no supimos defender como hombres…