El ejemplo de los inmigrantes españoles en Inglaterra
Miguel A. Mesa.- Me veo en la necesidad pasional, patriótica e impulsiva de, debido a un simple asunto de acumulación, darle al César lo que es del César. En este caso, el César es los inmigrantes españoles, en especial los inmigrantes residentes en Inglaterra, que es lo que me toca más de cerca. No es por un caso específico, no es que haya ocurrido algo en concreto, aunque podría rememorar perfectamente al héroe Echeverría de los atentados terroristas de hace un par de años.
Veo y leo las noticias en los medios ingleses, todos los días. Asesinatos, robos, agresiones, conducta antisocial, lo que queráis, lo malo de lo malo. Y me pasa que no encuentro a ningún español entre los culpables, y suma y sigue. Si mi memoria no falla, en los 15 años que llevo en Londres no he descubierto a paisano alguno creando problemas. No digo que no los haya, pero aunque apareciera uno hoy mismo en los periódicos, a mí me gusta hablar en general, que es como se entiende a los seres humanos y a las comunidades. Excepciones hay siempre, pero el meollo del asunto está en la norma.
No escribo esto para ponerme en contra de otras nacionalidades, sino para defender a la mía y a la buena gente que nace de ella. Me siento muy orgulloso de los españoles y españolas que me encuentro por la calle, en el metro, en cualquier parque. El aura que me llega cuando los miro no deja lugar a dudas, son personas que viven y dejan vivir, que no se meten en alborotos y, sobre todo, que no los crean. Para el español que vive en el Reino Unido, unos 200.0000, el respeto es fundamental, y añado a los turistas, que merecen su sitio en este texto. Sí, lo llamo aura, pero también es la forma de vestir, de reír, de caminar. Las apariencias engañan menos de lo que algunos creen.
No sé si nuestro buen talante se debe a una inocencia natural y saber estar heredados desde que el mundo es mundo o si tiene que ver con el típico (y tópico) complejo de inferioridad que tantas veces hemos oído. Ya sabéis a lo que me refiero, aquello de que lo de fuera es mejor, más sofisticado, más culto. Puede que ese complejo sea el motivo de que nos portemos con rectitud o que nos dé corte muchas cosas. Quiero pensar que la razón es que somos respetuosos y sabemos comportamos porque sí, porque la nobleza va en la sangre. Sea por lo que fuere, el fin es idéntico, coexistir en otros países sin intenciones viles, tan sólo trabajando como nadie y dando lo mejor de nosotros mismos y nuestra bandera española, que no es solamente un símbolo cuando los principios de esa bandera se llevan a la práctica. Generosidad, educación, tolerancia, gentileza y bondad. Eso es España.