Hablar de los casinos y las apuestas es hablar de la mafia. La historia así lo manifiesta. Actualmente, pocos dudan del control de estas organizaciones. Afortunadamente los métodos salvajes de los años de plomo han dado paso a los años de las nuevas tecnologías mediante las cuales someten, sobremanera a los más jóvenes con agresivas campañas de publicidad sin control alguno.

En los años veinte los gobiernos no tenían más remedio que actuar ante las tropelías asesinas de las bandas organizadas y la presión del pueblo.

Muchos eran los altos cargos, policía, fiscales, gobernadores, entre otros comprados por las mafias. Decir que hoy se hace lo mismo sería muy osado por mi parte. Ahora bien, actualmente el juego sigue representando un suculento negocio, donde todos, o casi todos, gobiernos, medio de comunicación, grandes empresarios, determinados bufetes de abogados especializados en temas fiscales y otros cargos importantes de la administración siguen chupando “del bote” – “el manido bote suculento de todos los casinos, que casi siempre se lleva el extraño personaje tocado por el azar.

Volviendo al principio. Hoy las mafias del juego no precisan de más herramientas que internet y la pasividad de los gobiernos, beneficiados por los ingresos -un porcentaje más que importante de las arcas de hacienda se nutren del juego, con lo cual las mafias siguen expandiéndose.

Los recientes reguladores del juego ni están ni se les espera. Las pocas veces que actúan, por lo general, se debe a la presión de la patronal del juego, ante la competencia desleal de algún grupo que se pasa de la raya con la consiguiente alarma social.

Si uno solicita a la DGOJ de España que le muestre los informes relacionados con las revisiones, de los softwares de juegos, “va de culo” Se supone que se revisan, pero solo se supone, yo no me lo creo. Estoy por asegurar, por mis muchos años comprobando in situ la evolución de los juegos que la DGOJ, en cuanto a la inspección y control de las finanzas y demás obligaciones de los casinos, es prácticamente nula.

Las nuevas tecnologías han traído consigo nuevos jugadores menores de edad, o, en edades tempraneras. Los casinos, online sobremanera, se multiplican por doquier. Los adictos crecen como la espuma y nadie hace nada.

El jugador apenas cuenta, y lo más grave de todo, no actúa. No puede actuar. La adicción le hace ser dependiente y por lo tanto un dócil enfermo. A más patología al juego mayor control de los casinos sobre los jugadores, y, sobremanera mayores ganancias lo cual repercute directamente en las arcas de la Hacienda. Todo esto trae consigo un círculo vicioso, un problema de salud pública de grandes magnitudes.

Al igual que ocurrió décadas atrás con el tabaco, ni el gobierno, ni la prensa, ni mucho menos los fumadores, en este caso, jugadores adictos, hacen algo por evitarlo, siendo las familias los únicos que denuncian esta situación sin que apenas les hagan caso. Las asociaciones que se centran en tratar la patología no son eficaces Las patologías como mejor se tratan es actuando sobre el foco que las provoca y no a posteriori.

Los grupos de apoyo y control del Juego Responsable creados por el estado no sirven de nada, al ser estos formados entre otros, por los propia patronal del juego.

Posiblemente, los interesados en que la patológica avance en virtud de seguir ganado cada vez más, se escandalicen con algunas denominaciones que hago en comparativa, a la similitud entre tabaquismo y mafias, pero lo cierto, es que nada más lejos de la realidad.

Llevo años investigando , o, mejor dicho, poniendo interés en conocer estos sombríos negocios. He comprobado, mediante diversos informes del ICIJ -papeles de Panamá-sobremanera, las cuantiosas marcas de casinos, grupos, Ceos, directores generales, fundadores, asesores, y algún que otro cargo público importante, que constan como defraudadores -blanqueo de capitales.

Ante esto, cabe preguntarse, ¿por qué los gobiernos permiten que las administraciones del juego concedan licencias, a quienes, en todo caso deberían controlar, sobremanera, sus actividades fiscales? Lo cierto es que no se hace. Se controla al ciudadano, sobre todo. Mientras tanto, los jugadores, incluido yo, siguen pensando que la suerte es una opción real. Pues no. No lo es. La suerte no existe. La suerte, en todo caso, es para quienes explotan el juego. Cada vez que usted juega ellos ganan: la suerte de ellos es usted, yo, nosotros. Sin nuestras aportaciones a sistemas de juego fácilmente manipulables, sin control serio alguno, ellos no tendrían suerte y nosotros una vida sin juegos.

Es preciso, revelarse, pero no contra ellos, si no, contra nosotros mismos, una vez que, cautivos de las mafias y los gobiernos nuestra suerte “ya está echada. “Alea iacta est “ como diría Cayo Julio Cesar una vez cruzó el Rubicón, posteriormente se produjo una guerra civil. Esta es la verdadera suerte, que toda la raza creado: la ignominia del premio manchado de sangre ajena.