¿Cuándo quieres que te engañe?
Hace tan sólo poco más de un mes, Albert Rivera, el presidente del partido que obtuvo más votos en las pasadas elecciones al Parlament, formación política líder de la oposición en Cataluña que sintetizó su trabajo opositor manifestándose ante Puigdemont en Waterloo ¿qué has hecho aparte de esto, Inés?, manifestó, Rivera, ante el mismísimo Parlament, que lo del 6 y 7 de Septiembre de 2017 había sido un “golpe de estado”, así, con dos, “y el peor ataque a la democracia española desde Tejero”, por si no había quedado meridianamente claro. Rivera lleva defendiendo mitineramente esta convicción, la del golpe de
estado, desde que se produjeron los hechos.
Hace aproximadamente un año, García Egea, del PP, refrendando las duras palabras de su jefe, Pablo Casado, en el Congreso, afirmaba rotundo que “Lo que ha dicho Casado sobre el golpe de estado (en
Cataluña) es lo que piensa la inmensa mayoría de los españoles”, añadiendo que los políticos catalanes estaban en prisión por “alterar el orden constitucional”. Su jefe, Pablo Casado, insistía no ya en que
se había producido un golpe de estado, es decir, una rebelión, sino que esa rebelión o golpe de estado, seguía produciéndose un año después.
El juez instructor, Sr. Llarena, amenazado y perseguido por los pacíficos independentistas sin que ninguno continúe con sus huesos en la cárcel (cosas de la democracia asimétrica) procesó a los investigados por presunto delito de rebelión, tesis defendida por la fiscalía y, en su momento, por la abogacía del estado. Pero resulta que el Tribunal Supremo reconoce en los hechos probados que hubo
violencia y declaración de independencia, dos de los criterios con los que el código penal define nítidamente el delito de rebelión, pero que la violencia no fue bastante para lograr el golpe de estado (metió solo la puntita, luego hubo penetración, pero no bastante para ser violación) y que la declaración fue de mentira (aprobada en el Parlament, no en una terraza de bar). Una innovadora ingeniería
leguleya de la que aún se desternillan de risa en medio mundo.
Y, entonces, los que hace poco nos bombardeaban día y noche con el convencimiento de que había habido rebelión y de las gordas “golpe de estado”, frustrado, claro, como el 23 F ¿recuerdan sus señorías de la sala segunda?, ahora acatan la sentencia (no se puede hacer otra cosa en un estado de derecho) sin criticarla, sin decir que es errónea como llevaban diciendo dos años que sería una sentencia del tenor de la que se ha emitido.
¿Ahora ya no hubo golpe de estado, Sr. Rivera y Sr. Casado?
¿Cuándo era mentira, antes o ahora? ¿Cuándo nos engañaron, antes, ahora… o siempre?
Como cuando se aplicó el ciento cincuenta y cinquillo de Rajoy y vamos a elecciones, se le ha dado al balón una patada. Pero el balón del golpe de estado, de la rebelión y de la secesión no está más lejos de
nosotros, sino más cerca de la meta, de su meta, de marcar un gol que acabe con los problemas de esta clase política que desciende muy por abajo de la mediocridad para entrar en terrenos de nombre mal sonante y, también, con la unidad de un pueblo, el español, que ahora por fin disfruta de la merecida recompensa de libertad y prosperidad que siglos de grandeza ingratamente recompensada nos habían negado. Porque según el supremo tribunal de esta España en bajada no hubo rebelión, habrá rebelión y, además, habrán perdido su honor los pocos que lo tenían. Pero ¿qué más da? Total, sólo se trata de la nación con estado moderno más antigua de la Tierra. Sólo se trata de nosotros.
¿Verdad Sr. Rivera? ¿Verdad Sr. Casado? ¿Verdad Sr. Sala Segunda?
Ninguno de ustedes nos representa. Punto y final.
* Presidente Nacional de Nosotros-Partido de la Regeneración Social
Es que una cosa es predicar y otra dar trigo.