De pucherazo en pucherazo y tiro porque me toca
El fraude electoral, el pucherazo viene de antiguo, y se ha convertido en una tradición en España. El pucherazo era un elemento imprescindible cuando el turnismo, en la Monarquía de la Restauración, tras la Primera República, y lo siguió siendo durante la Segunda República Española… La Segunda República Española echó a andar con fraude, pues aquellas elecciones municipales tras las que Alfonso XIII abdicó, no fueron ganadas por los partidos republicanos, y como lo que comienza torcido, luego es difícil de enderezar.
El fraude electoral fue la práctica habitual en el lustro que duró la Segunda República, y cuando no se recurría al pucherazo, se recurría a la insurrección, como en 1934 por parte del PSOE y sus aliados separatistas; rebelión que fue sofocada por Franco, por orden del Gobierno. Y, 2 años después, nuevo pucherazo en 1936. Entonces fue la derecha la que se rebeló, para impedir que en España se llevara a cabo una revolución a imitación de la que había sucedido en Rusia y que desembocó en la ya extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Durante los casi 40 años que duró el régimen del General Franco, no hubo necesidad de “pucherazos”. Y ya, en plena “democracia”, tras la denominada transición, siempre han revoloteado algo más que sospechas en todos los comicios convocados. Claro que, cuando no se producía fraude electoral, siempre cabía alguna forma de “golpe de estado”, como el 23 de febrero de 1981, o aquel 11 M, con los atentados de los trenes de Atocha.
La “penúltima” vez que se produjo fraude electoral fue en las últimas elecciones, en la primavera de 2019: Un juzgado de Tarragona ha admitido a trámite la denuncia por fraude electoral en las elecciones del 28 abril. ¿Tendremos un nuevo pucherazo el domingo, 10 de noviembre?