La suerte de los españoles ante el coronavirus
José Manuel Otero Lastres.- En su acepción 4 la palabra “suerte” significa “aquello que ocurre o puede ocurrir para bien o para mal de personas o cosas”. A los españoles ya nos ocurre que estamos sujetos a un Estado de Alarma decretado por el Gobierno como consecuencia de una vertiginosa expansión por nuestro país del coronavirus que ha desembocado en una pandemia.
Si nos atenemos, pues, a lo que nos lleva sucediendo desde hace unos meses los españoles tenemos mala suerte porque nuestro estado de salud general es deficiente. El problema es si la suerte podrá mejorar en el futuro; es decir, que lo que nos suceda en los próximos días sea para bien de todos nosotros.
Si nuestro futuro lo fiamos al azar, lo más probable es que, lejos de mejorar, empeore. Y es que en cuestiones de salud, el margen para la improvisación benefactora es mínimo o inexistente. La clave está en las medidas que se adopten, en la disciplina de la población y, sobre todo, en la verdadera preparación de los dirigentes.
Por lo que acabo de decir, y siendo por naturaleza una persona optimista, presiento que nos va a ir peor que mejor. Hasta ahora, nuestra pertenencia a la Unión Europea, constreñía con ciertos límites económicos y políticos las directrices de la política española. Así que la política nacional podía reducirse más a políticas de gestos y de consignas que a una verdadera política de gestión eficiente de los intereses generales de la ciudadanía.
Y en esas circunstancias no era demasiado relevante contar con los mejores de los nuestros al frente de la política. El asunto me recuerda a una anécdota que cuentan en mi tierra: iba un paisano con perro muy flaco al que se el notaban todas las costillas; y se cruzó con un amigo que le dijo: Manolo, tienes que darle de comer más al perro. Y él le respondió: para lo que hace. A lo que el otro le dijo: ¿por qué entonces no te deshaces de él?. A lo que Manolo respondió: ¡para lo que come!
Pues bien, ha bastado que llegue un asunto de tanta gravedad política como la pandemia del coronavirus, para que se vea que necesitemos al frente a los mejores y no solo a quienes no saben más política que la de gestos y consignas. Y me temo –y por esto soy pesimista- que la clase política que nos gobierna es tan mediocre que no es la que se necesitaría para afrontar con garantías de éxito las enormes dificultades que se avecinan.