Equipos NBQ “de guerra” para descontaminar residencias de ancianos y centros sanitarios
“Nosotros no utilizamos mascarillas de papel, utilizamos las máscaras NBQ de guerra que protegen toda la cara y llevan un filtro de partículas que protegen contra el virus”, cuenta el teniente coronel Juan Vicente Cardona, al mando del Batallón de Cuartel General de la Brigada Extremadura XI, del Ejército de Tierra. El teniente coronel Cardona tiene a sus órdenes la Compañía de Defensa NBQ 11 que ha llevado a cabo tareas de desinfección en residencias de mayores en Santiago de Alcántara, Mata de Alcántara y Garrovillas de Alconétar dentro de la operación Balmis de las Fuerzas Armadas para frenar la propagación del coronavirus. En la de Santiago de Alcántara “había 53 residentes, con cuatro fallecidos por coronavirus y varios casos positivos, por lo que había que extremar las precauciones”. Explica que emplean “material militar reglamentario del ejército, trajes de protección completa y las máscaras de guerra” que les suministran “una seguridad de protección total para el personal que va a intervenir, y nos facilita que ese material pueda ser descontaminado una vez se ha usado, y volverlo a usar al día siguiente”.
Utilizan dos tipos de trajes, “uno que es especifico para infecciones biológicas, y sobre todo -el que más estamos usando- es un traje que se llama Microchem 4000, un plástico grueso de diferentes tallas, que se ajusta, y luego unas botas gruesas especificas que también están diseñadas para poder ser descontaminadas”, señala.
El jefe del Batallón de Cuartel General de la Brigada Extremadura XI dice que antes de trasladarse al lugar donde van a actuar “se hace primero un reconocimiento previo, una llamada telefónica al director, gerente o alcalde que haya pedido la desinfección de la instalación correspondiente para tener una idea de lo que se va a desinfectar”.
Una vez que se han desplazado hasta allí se establece la estación de descontaminación para que los militares entren debidamente preparados en la instalación. “Los equipos son de siete componentes y tienen como material unos difusores de agua a presión con una solución de agua y lejía”, y donde no pueden emplear los difusores recurren a “algo tan poco sofisticado como un cubo y una bayeta, y el personal limpia con la bayeta la mesa donde haya estado sentado, o la habitación donde haya estado un residente”. Para finalizar “un oficial especializado en el curso especifico para este tipo de intervenciones certifica que esa instalación o dependencia ha sido desinfectada, y procede a extraer al equipo”.
En la estación de descontaminación “todo el que ha entrado sale y es descontaminado para poder volver a actuar al día siguiente”. Después de ser descontaminados se quitan el traje, “y cuando llegan a la base se pegan una buena ducha porque los trajes no son transpirables; los que intervienen sufren lo que ellos llaman estrés térmico, lo que la gente normal le llamamos sudar”, bromea el teniente coronel.