Carta de una joven de 24 años contagiada: “Llevo 54 días mala, a la espera de otra PCR que confirme que ya no contagio”
Leticia Santos*.- Ninguno sabíamos lo que era este virus realmente. Algo novedoso que viene para quedarse un tiempo y que pone en cuestión todo lo que hasta ese momento dábamos por sentado.
El 20 de marzo me desperté con intensos dolores de espalda. En una situación normal lo hubiera achacado a una mala noche, sin embargo en mi familia ya estábamos pendientes de cualquier síntoma, pues en mi casa ya había entrado el virus. No teníamos pruebas reales de ello porque a mis familiares no se les realizó en ningún momento la PCR, pero sabíamos que eso no era una gripe más, algo que conociéramos.
Los días iban pasando y los síntomas aumentaban, cefaleas, dolores musculares, fiebre alta. Desde el primer momento se lo hicimos saber al médico de cabecera y a partir de ahí empezó mi seguimiento telefónico, aunque eso de seguimiento es bastante relativo, dado que cada llamada la realizaban diferentes médicos, por lo que a cada uno de ellos tenía que contarles nuevamente mi historia, mis síntomas, y vuelta a empezar.
Al cabo de dos días el malestar era tal que tuve que llamar al teléfono que habilitaron para urgencias del Covid-19. Volví a relatar mis síntomas, que ese día ya cambiaron, pues tenía fuertes dolores de pecho, disnea, taquicardias y fiebre alta. Su diagnóstico final fue una crisis de ansiedad, para lo que me recetó un relajante muscular.
Mi situación iba a peor, se lo hago saber al médico, quien me aconseja esperar y en caso de no mejorar subir a urgencias hospitalarias, ya que las ambulatorias no estaban abiertas. Decidí hacerlo. Allí te das cuenta de la verdadera batalla que se está luchando, y que la gran mayoría desconoce. Ese día estuve más cerca de personas desconocidas que de mi propia familia. En una sala de 12 metros cuadrados estuvimos 20 personas durante más de seis horas. Allí no había distancia de seguridad. Prácticamente todos teníamos un cuadro clínico similar.
El 25 de marzo quedé ingresada con positivo en Covid-19 y neumonía. Los siete días siguientes permanecí aislada en una habitación de hospital donde el único contacto que tenía era con el personal sanitario que entraba cinco minutos. No estaba bien, pero ver lo que allí se vive te hace darte cuenta de que hay gente mucho peor, incluso a ratos tienes un sentimiento de culpabilidad porque esa cama, esa medicación y esos sanitarios podían estar atendiendo a alguien que estuviera más grave que tú.
Después de tres días sin fiebre alta, a pesar de otra PCR positiva, volví a casa, donde estuve otros 15 días aislada y en los que noté una cierta mejoría. A los 17 días de haber regresado tuve, sin embargo, una recaída importante y volvieron los dolores, el cansancio extremo, la falta de olfato y gusto, mareos, diarrea, poco apetito y picor en la piel. Había hecho una lista de todos los síntomas que había tenido, un total de 33, y aunque parecía que los había tachado, volvían a aparecer. Este virus afecta a prácticamente todo el cuerpo, como si pudieras tener a la vez todos los males juntos. Ni la gripe más fuerte.
Después de 34 días con el virus por fin me comunicaron que ya di negativo en la tercera PCR. Algo que no entendía, porque no notaba ninguna mejoría y tenía incluso dolores nuevos que me paralizaban el cuerpo y me impedían moverme o caminar. Yo me preguntaba continuamente cómo podía seguir con febrícula, opresión en el pecho, disnea y taquicardias, si ya era negativo.
La incertidumbre es tal que el miedo se apodera de ti. Tener que pasar esta enfermedad sola, sin contacto alguno, y con la única esperanza de que al día siguiente sientas un poco menos el dolor es muy duro. Nadie sabe nada, los médicos no son capaces de decirme si eso es normal. ¿Tenía que resignarme a pensar que estos dolores, esta falta de aire solo estaban en mi cabeza? Así me lo hacían creer algunos. ¿Debía pensar que no había nadie más así? Las redes sociales me hicieron ver que esto mismo le ocurría a más gente. Algo que en parte alivia, aunque sigues sin saber si es lógico que ocurra, o es porque detrás de esto hay algo más.
A los 47 días desde el inicio me repiten la prueba. Ahí encontré las respuestas a alguna de mis preguntas: la PCR era positiva, por lo que me planteo que la anterior era un falso negativo.
Llevo 54 días mala, a la espera de otra PCR que por fin confirme que ya no contagio. Sigo aislada dentro de mi propia casa, sin poder salir a la calle. Tengo 24 años, sin patologías previas y llevaba una vida saludable. Este virus nos afecta a todos, a jóvenes y mayores, y no, no es una gripe más. Aún sigo con malestar y sin saber si estas secuelas permanecerán durante mucho tiempo. Que esto sirva para que la gente tome conciencia de la gravedad de la situación, el virus sigue estando aquí y es de muy fácil contagio, yo tomé todas las precauciones y sin embargo no lo pude evitar.
* Leticia Santos Bardón vive en León.