Tenemos un Gobierno kamikaze de serie
Pedro Biurrun (Reproducido).- A Iván Redondo, consejero áulico de Pedro Sánchez, le gustan las series de ficción política, esas en las que cuando una situación parece haber llegado al límite los guionistas se sacan de la manga un giro inesperado que lo trastoca todo.
Desconozco hasta dónde llega el papel de Redondo en la estrategia de pactos, giros y contragiros de Sánchez, pero no dudo que cualquier guionista de Hollywood estaría encantado de firmar el guión de la actual legislatura.
Lo malo es que se trata de la realidad, no de una serie de ficción, y los pactos de ida y vuelta con unos y con otros para mantenerse en el poder tienen consecuencias importantes sobre los ciudadanos y su futuro. El último culebrón con la reforma laboral es buena prueba de ello.
Tuvimos un precedente muy llamativo del todo vale cuando en noviembre de 2018 la vicepresidenta Carmen Calvo dijo aquello de: “El presidente nunca ha dicho que ha visto rebelión en Cataluña” y, enfrentada al vídeo que lo demostraba, contestó con toda la calma: “Ustedes me preguntaron por el presidente, no por el líder de la oposición”.
De aquella demostración de la capacidad de adaptar (por no decir claramente manipular) la realidad a las necesidades de cada momento hasta el último CIS de Tezanos asegurando que ha crecido hasta el 70% el número de españoles que en abril veían la situación económica buena o muy buena, amén de su inquebrantable apoyo al estado de alarma y al Gobierno, han sido múltiples los giros, idas y venidas de este Gobierno.
Un Gobierno que son más bien dos, en palabras del propio Sánchez con dificultades para conciliar el sueño juntos.
Pactar es bueno. Llegar a acuerdos, necesario. Pero cambiar de parecer cada cinco minutos, improvisar y que lo que guíe cada paso sea lograr el apoyo mínimo para seguir a costa de lo que sea y en mitad de una pandemia no es eso.
Nadie duda que la situación actual es complicada y que al Gobierno le hacen falta apoyos para llevarla adelante. Pero ni entonces el conflicto catalán ni hoy la pandemia justifican una actuación que se asemeja cada vez más a la de los kamikazes.
Y lo malo de los kamikazes es que mueren matando.
Los Kamikaze eran pilotos del ejército imperial de Japón, soldados de un estoicismo capaz de entregar voluntariamente la vida si era necesario tal como exigía su código de honor : por lealtad a su emperador y a su país. Pero, como en tantas cosas, por esa frivolidad actual que es de espanto, se ha arrebatado el místico significado a esa palabra, lo cual es injusto, y así se llega al extremo de aplicarla a casos como éste.
Exactamente. Los kamikazes fueron soldados que lo sacrificaron todo por darle una oportunidad al pueblo japonés de resistir en una guerra contra el NOM. Son heroes y por tanto no debería usarse ese termino para calificar a los politicuchos que estan tan afanados en despedazar España, sinvergüenzas lacayos del NOM.