Eres tonto de noche
Eres tonto de noche, tonto de día, tonto por las mañana y al mediodía: se me olvidaba, que también eres tonto de madrugada. Epigrama de Melchor de Palau. (Eminente mataronense, 1843-1910)
Viene al pelo en los días que vivimos y en los que nos quedan por vivir, esta manifestación del ingenio y la clarividencia de un eminente catalán y mataronense, que no era secesionista que se sepa, faltaría más, pero que tenía vista. Cuando no hay gato solvente –o no opera el de guardia comportándose como lo haría el licenciado- los ratones, generalmente ineptos, chiquitos, cortos de mollera, plagiarios ellos, inútiles y temerarios en manada, tontos al fin, hacen fiesta y llegan al escándalo público con sus alharacas de placer inflamado y mal traído, por lo que se exceden de las franquías, salvares o exenciones y caminan –embocados- al sumidero o atarjea de la disolución, lemmings way.
Nos querrían llevar por delante –les gustaría, no lo duden- como lo intenta ese orate de León, el afamado tonto de remate “…a media tarde y de madrugada…,” que está en guerra con USA el pobre, mientras le tejen el trajecito naranja guantanamero, con el que se podrían hacer media docena, además de mangas y capirotes de repuesto para el malhadado Echenique, el que anda ridículamente por el retablo de la soberanía representativa, volando como una Campanilla. Le veo así, no puedo evitarlo. El Pablo Manuel de la Purísima concepción –o de san Antón, según la barba- ese, brilla per se, nadando en un magma bolchevique, un vómito espeso y municipal, pasado de fecha y mal digerido todo, por no leer ni asimilar lo leído. No progresa.
Es de libro, que se dice. Se veía venir el tsunami a la que cogía incremento, como la pandemia, cuando se las prometían felices y alborozadas celebrando la feminidad mal entendida, de reponedoras-level todo lo más, y el pleno que les caía al boleto, sin echar un ojo al horizonte amenazador. Es más, negándolo. Hay que tener cara dura y cuajo arrabalero para mirar de costado y engolar la voz encima, como hace el Simancas, en su versión rural de Tostado, para la España vaciada.
Se les nota la carencia, la insolvencia, la inexperiencia total absoluta y la costra macilenta y espesa de ignorancia execrable que les cubre, aunque exhiban muslada cascabelera, como hace la Lastra, o se expresen con remango en andaluz de mercadillo a lo portavoza, gritando la inopia crepuscular.
Se aproximan raudos al remolino marino del Maelström, porque nadan mal, tarde y nunca. No ven para prever, ni proveer, ¿de qué? sino que andan preveyendo, en el mejor de los casos, en el más culto de sus puntos eminentes, de opción retrosexual, la criatura. La benemérita, gracias a Dios, está acostumbrada a la austeridad, de siempre y vacunada de todo esto.
¡Lástima! A algunos les quedan demasiados años de padecer las consecuencias que van a caernos encima, en cuanto la Calviño se exilie en Bruselas y vaya transmitiendo –antes de cortar y cerrar- recados, formalidades y exigencias cuando conecte con tierra.
Esta vez no hay Juan Domingo que nos alimente a crédito, ni tío que nos pase el río. ¡Hay que ser crudamente idiota, más que tonto, para pensar en los chinos como aliados! ¡Qué ganas le tengo, Dios!
Manda la Europa cristiana y protestante, les guste o no.
Como cantaban los Mojinos Escozíos: “yo soy gilipoll*s, cosa que me da lo mismo – Porque sólo soy gilipoll*s de lunes a viernes… los sábados y los domingos”.
Amén