Pablo Iglesias y el blanqueo a los terroristas del FRAP
Mientras la flota mediática que apoya al gobierno social-comunista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias bombardeaba en sus medios afines a los que osaban criticar la última del ministro García-Marlaska, como el cese del coronel jefe de la comandancia de la Guardia Civil de Madrid, Diego Pérez de los Cobos, y la dimisión del DAO, Laurentino Ceña, la flota podemita, muy ducha en la guerra que se libra en las redes sociales e internet, entraba a saco en la Wikipedia realizando modificaciones -28 en seis horas según ha certificado El Independiente- para blanquear a la organización terrorista que a mediados de los años setenta asesinaba por la espalda a policías en nombre de una escisión del Partido Comunista de España.
Claro, y lo hacía porque Cayetana Álvarez de Toledo, cansada de las veces que Pablo Iglesias, con tono de obispo del Palmar de Troya, se refería a ella llamándola “marquesa”, le recordó que él era hijo de un terrorista del FRAP. Y en el Congreso se armó la marimorena. Hasta la señora Meritxell Batet, intervino indignada dando órdenes de que se eliminaran las frases alusivas al pasado del padre del vicepresidente del Diario de Sesiones… Hoy, en la era de la audiovisión digital, donde todo se guarda en la nube, la señora Batet podrá decir misa, pero en Youtube, en Vimeo y cientos de portales cualquier analista podrá ver la intervención sin necesidad de acudir a lo que los taquígrafos del Congreso dejan para la posteridad. Por cierto, ya se podían ahorrar ese gasto y sustituirlo por una videoteca, mas acorde con la tecnología del Siglo XXI, porque lo de los taquígrafos es del siglo XVIII, como poco.
Cuando el FRAP, en el que militaba el padre de Pablo Iglesias, se hizo famoso asesinando de varios tiros en la nuca a policías nacionales en Madrid, un servidor hacía prácticas de periodismo en el diario Arriba. Yo, que procedía de una tierra de cine, Almería, donde Sergio Leone hizo famoso a Clint Eastwood en la serie El bueno, el feo y el malo, allá por los años sesenta, sentía que las tripas se me retorcían al escuchar los relatos de cómo estos nuevos terroristas mataban a sus víctimas, como luego ETA imitó, ¿o fue al revés?, de la forma más cobarde y vil. Por la espalda y a traición. Como se decía que hacían los moros. Nada del valiente desafío, como en las películas del wéstern americano, donde el primero que sacaba la pistola era el vencedor…
Luego, pasados los años, dirigiendo un diario en provincias, La Crónica, me topé con una mafia que asesinaba en mi tierra y salí, como pude, de varios tiroteos… Los sicarios, a los que les pagaban cinco millones de pesetas -fueron condenados- no disparaban por la espalda como los terroristas del FRAP, o los cobardes de al ETA. Estos te sacaban la escopeta, la pistola, de frente y te daban la oportunidad de que desenfundaras la propia y te defendieras…
Parece que los blanqueadores no han logrado, por ahora, que el FRAP no aparezca como una organización terrorista en la Wikipedia, y como tal la definen, aunque con el error de que en 1978 se disolvió por orden del PCE. El FRAP fue una escisión del Partido Comunista de Santiago Carrillo que optó por la lucha armada… Vamos, que optó por el asesinato de inocentes para chantajear al régimen que en aquellos años agonizaba sin necesidad de que los cobardes mataran a nadie. No obedecían al PCE. No eran parte del PCE.
Cayetana , en la sesión del 27 de mayo en el Congreso de los Diputados, le recordó a Pablo que pertenece a la “aristocracia del crimen político”, después de decirle que es el hijo de un terrorista, protegida por el artículo 71 de la Constitución: «Los Diputados y Senadores gozarán de inviolabilidad por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones», artículo que parece desconocer el actual vicepresidente del Gobierno de España, ya que, en su réplica manifestó que «animaré a mi padre a que ejerza las acciones correspondientes».
La culpa de que el hijo de Javier Iglesias, que de militar en una organización terrorista pasó a ser un alto cargo del gobierno socialista de Felipe González, sea un destacado resentido social, quizá sea de su propia madre, luisa Turrión, conocida abogada de Comisiones Obreras que mientras su marido estaba encarcelado en la prisión de Carabanchel no tenía otra ocurrencia que acudir de la mano de su pequeño Pablito en las visitas. Una auténtica crueldad, que posiblemente estigmatizara la mente de un niño que visitaba a su papá entre rejas…
Javier Iglesias nunca fue condenado por pertenencia a dicha organización terrorista ya que se benefició de la amnistía que concedió el Rey Juan Carlos tras la muerte de Franco en 1975. Es más, tras su paso por la cárcel de Carabanchel, donde era asistido por el letrado Tierno Galván, acompañado del entonces pasante José Bono, y Gregorio Peces Barba, llegó a ser alto funcionario del Estado, Inspector de Trabajo y Seguridad Social y nombrado por el gobierno de Felipe González delegado de Trabajo en Soria, Guipúzcoa, Zamora, Almería y Madrid.