Esto ya se hizo en el 34… y miren como acabó
La revolución de octubre del 34, asturiana, el ensayo general de guerra con trajes y todo, ya tuvo lugar entonces, con la tira de muertos y después los rojitos, agradecidos, le cortaron la cabeza al general buenísta y masón él, Ochoa para pasearla pinchada en una pica por el Madrid rojo (tomen buena nota los masones).
Pero el Supremo de las ensoñaciones, ya entonces blandito y torticero él, evitó la justicia militar que les correspondía por ley –incluido el pobre y reciente viudo Largo Caballero- y mira tú lo que se les vino encima por andarse con paños calientes y arrobos de monjita. El retablo de las maravillas castrenses se les cayó sobre la cabeza, y ahí sigue pese a las profanaciones, a los retruécanos y a las ceremonias masónicas con las que transige la corona haciendo paellas a los muertos –en un pebetero- a la vista de los católicos, que somos mayoría, oiga y por mucho tiempo. Eso por si alguna vez hay un referendum, majestad, no lo deseche o ponga en saco roto. Merecemos alguna alusión y concesiones ante este esperpento en el que participa tan activo, empujando el carrito del helado.
Con quince reemplazos, alimentos justitos de entrada, que comenzaron a germinar y orden disciplinario, en 986 días de reloj, los nacionales se llevaron por delante el desastre republicano de los veintisiete reemplazos, que ejercía bajo la bandera roja de la URRSS, no la tricolor, los piojos, el hambre, el crimen organizado y el odio africano. Eso sí, con el oro puesto a plazo en Moscú –estrategia misteriosa y maniobrera ésta del Largo y el Negrín y sinrazón de traca, que a los más de ochenta años nadie comprende, ni nadie nos explica a los legos, ni tan siquiera la fundación Negrín de Las Palmas, que o se mantiene con lo del Vita todavía, o la pagamos todos, como me temo. ¿Dónde estaba el truco de tan alambicada maniobra? ¿Qui le sait? ¿Alguien se ha pispado?
Y los españoles de ambos colores, pasando hambre puñetera y decreciente según pasaba el tiempo, durante unos cuantos años –ya desde la misma batalla del Ebro y entre los republicanos que culpaban a Franco, que hay que tener cuajo-, y que tan sólo combatía Juan Domingo, a crédito y por caridad cristiana, porque a la ONU le parecía perfecto el pago que daban a los nacionales por acabar con los bolivarianos de aquel entonces, y ni agua. Ya apuntaba maneras y cojeaba del izquierdo la institución, se notaba. ¡Vivir para ver cómo Eisenhower ganaba barlovento, al poco y le daba la razón a Patton! ¡Pues la Calvo no se cree lo de Cabra, no lo airea y sigue con Guernica, dale que te pego! Hay que valer para eso. Lo reconozco.
Ahora se ha jugado la misma partida, si bien se han convencido, tras largos años, de qué, a bofetadas y disparos en el monte, nada que hacer y a tiros en la nuca por la espalda no había chance para ese idealismo de garrafa y pretenden recogernos en un redil para ganado lanar, dirigido por la Kabuki de la Celaá, que no cuaja ante el descaro y la poca prensa libre que resta, pero ejerce.
Buen artículo.