Delito de libertad
¿Es legítimo odiar una ideología? Más aún, ¿puede ser considerado como odio el rechazo a determinados postulados ideológicos? ¿Rechazar la ideología nazi es odiarla? ¿Y odiarla puede ser constitutivo de delito? Las opiniones, las emociones, los sentimientos ¿pueden ser objeto de punidad legal? Incitar a la violencia ilegítima sí lo es. Injuriar y calumniar, también. ¿Opinar y sentir? También, pero sólo en las dictaduras y en la vieja normalidad de épocas oscuras y pasadas como la Edad Media.
¿Se puede rechazar, disentir o, incluso, odiar una ideología política, religiosa, económica o moral? En una democracia regida por el respeto a los derechos humanos, por supuesto. De hecho, ningún fiscal en la medieval España de los delitos de opinión y sentimiento en la que vivimos persigue a quienes rechazan o, incluso, odian la ideología cristiana. Entonces ¿por qué se persigue a quien rechaza o, incluso, odia la ideología religiosa islámica?
El delito de libertad, llamado de odio por los nuevos totalitarios y medievales inquisidores que velan por la pureza de la fe y la verdad única política, moral, ambiental… incluso religiosa o areligiosa (da igual) que pretenden imponernos a todos, ha regresado a la España del siglo XXI y se aplica, cosas de los tiempos, contra quienes profesan una fe abierta, de tolerancia, de respeto a la libertad. Un cristianismo religioso o laico, incluso ateo, que escapó de la Edad Media y ahora defiende sin complejos sus ideas y la libertad de todos a tener o no tener ideas, ideales, valores o creencias.
El delito de libertad se aplica a quienes defienden la libertad de tener o no tener ideología, fe, creencia. Es así de sencillo. Contra gente libre y liberadora como el Padre Custodio, y el Padre Calvo y contra el medio que da libertad a su voz y a la de muchos otros que no necesariamente van a misa. Se llama libertad. Y la ley medieval la ha convertido en delito perseguido por una réplica de aquellos inquisidores que en la oscuridad del medievo cazaban herejes.
¿Se puede rechazar, incluso odiar, ideologías totalitarias, crueles, liberticidas, que incitan a la violencia en su mismo ideario escrito y publicado, a la discriminación, a la imposición, al totalitarismo? No sólo se puede. Desde nuestra humilde opinión, la del Padre Custodio, Padre Calvo, la de Armando Robles, Periodista y DIRECTOR DE ALERTA DIGITAL y cientos, millones de personas en todo el mundo, no sólo se puede, sino que se debe. Por eso, vaya desde aquí nuestro más profundo respeto y admiración por los luchadores de la libertad perseguidos por el régimen totalitario y ultraconservador de quienes ahora ejercen de inquisidores alternativos para llevarnos a vivir a un parque temático medieval. Porque ahí, en ese escenario entre patético y macabro, es donde se mueve con la soltura de quien se siente protegida por el poder omnímodo de la nueva verdad única y unificadora la fiscal que no encuentra mejor motivo para ganarse el sueldo que le pagamos entre todos que perseguir la libertad bajo el leguleyo disfraz de “odio”. Como si amar, odiar o sentir indiferencia pudieran ser objeto penal y no, si acaso, una pena.
Nosotros estamos con todos los que defienden la libertad. Y defendemos que la libertad nunca puede ser un delito, sino la condición que sustenta la dignidad humana. El derecho de opinar, rechazar o, incluso, odiar ideas es una de las mayores conquistas de ese mundo cristiano que logró escapar de su purgatorio de intolerancia. La otra es haber puesto a la razón, la ciencia y la fe al servicio de los hombres. Somos hijos del Dios del libre albedrío. Y eso seguirá siendo así por mucho que los hijos de la sumisión pretendan lo contrario.
*Óscar Bermán fue concejal del PP en Palafolls (Barcelona) durante 20 años y miembro de la ejecutiva regional del partido. En la actualidad es el presidente de NOSOTROS-PARTIDO DE LA REGENERACIÓN SOCIAL.
ENTRE ABAJO Y FIRME
Depende de ti frenar esta locura. Hazle saber al enviado especial de la Unión Europea para la promoción de la libertad religiosa, lo que está ocurriendo en Málaga y pídele que emplee su influencia para que se archive el caso.