Podemos o la casta más rancia
Pablo Iglesias debe hacer un recuento urgente de sus problemas judiciales para cambiar ese discurso tan ineficaz de que todo responde a una conspiración contra él y su partido. Poco a poco, tanto el vicepresidente segundo como Unidas Podemos han ido acumulando problemas en los tribunales, que ya han dejado de basarse en meras sospechas de ilícitos, para convertirse en indicios claros de delito. El caso que investiga el Juzgado de Instrucción nº 42 de Madrid apunta directamente a la financiación ilegal del partido morado y al pago irregular de sueldos a sus dirigentes. El juez ha citado a declarar a personas del máximo nivel de la formación, alguna muy cercana a Iglesias, tan cercana que, si se aplica a sí mismo el rasero que pasó a Mariano Rajoy, le resultará muy difícil negar que desconocía lo que estaba pasando, o que no debe responder políticamente por esas irregularidades, siempre que se acrediten.
La investigación todavía está en fase de instrucción, aún no hay imputaciones formales y el derecho a la presunción de inocencia ampara a todos los citados por el juez. Ahora bien, estas observaciones son tan evidentes que resultarían innecesarias si no fuera porque, precisamente, la izquierda las despreció en todas y cada una de las ocasiones en las que el Partido Popular se vio afectado por algún caso de corrupción. Ahora, como entonces, lo importante es el principio de responsabilidad política, ese que la izquierda aplicó a Mariano Rajoy en la moción de censura gracias a una frase estratégica del juez De Prada en la sentencia de la Gürtel. Y ese principio de responsabilidad política incumbe en estos momentos directamente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, porque Unidas Podemos es socio de coalición que gobierna España y Pablo Iglesias, su vicepresidente segundo. Sánchez no puede ni debe mirar a otro lado, porque llueve sobre mojado. Unidas Podemos urdió presuntamente una denuncia falsa por acoso sexual contra su ex asesor legal y también va cuajando la posibilidad de que la conducta de Pablo Iglesias en el caso de Dina Bousselham sea otro delito de denuncia falsa. Este sumario podría costarle al líder podemita una próxima imputación- Iglesias solo ofrece a Sánchez los votos de sus parlamentarios, pero ni eficacia en la gestión, ni prestigio ante la sociedad, ni seguridad como socio.
La irrupción de Unidas Podemos e Iglesias en los juzgados se está produciendo a lo grande, como un partido de la casta más rancia y más antagónica a los valores de regeneración y transparencia que tanto presuntamente defendía el vicepresidente segundo, hoy convertido en un político maniobrero y turbio en cuyos oídos resonarán aquellas palabras que dedicó hace unos años a Mariano Rajoy: «Solo un incompetente podría no saber lo que estaba ocurriendo su partido».