El Sevilla alimenta su leyenda en la Europa League: vence al Manchester United (2-1) y disputará la final
Qué alguien me lo explique. Porque yo, no puedo. Quizás, sí. Es el Sevilla Fútbol Club. Su competición. El alma de un equipo que nunca se rinde y que resucitó hoy cuando peor lo estaba pasando El equipo sevillista es otra cosa. Los ingleses (los periodistas que tenía al lado) aún no se creen lo que han visto, el poder de superación de unos futbolistas que estaban desorientados ante tanto ataque del United. Hoy, como Palop, como Mbia, como tantos y tantos que pusieron su nombre en la historia del Sevilla, también está el de Bono. Insuperable. Bestial con tantas paradas. El Sevilla ya está en la final de la Liga Europa, la sexta desde 2006. Ver para creer.
Comenzaron los dos equipos buscando el error del contrario. Presión arriba. Gritos profundos de Lopetegui. Nervios, en definitiva. Lo que se preveía en un encuentro decisivo y con dos conjuntos plagados de cualidades para dañar a cualquiera.
El Manchester United apretaba de lo lindo. Físico, muy físico, habría que estudiar qué tipo de entrenamientos hacen para comportarse como una locomotora. Bruno Fernández y Rashford ponían la calidad. Con el muro de contención atrás de sus compañeros, sería el inglés el que encontraría muy pronto espacios por la izquierda para dañar al Sevilla. Así, con muy poquito, y después de un buen disparo atajado por Bono, el futbolista inglés caería derribado por Diego Carlos dentro del área. Bruno Fernández no falló. En sólo ocho minutos, el Sevilla recibía el primer mazazo. Demasiado doloroso.
El Sevilla necesitó unos minutos para levantarse del golpetazo. El Manchester dio un pasito atrás y empezó a jugar descaradamente a la contra. El balón empezó a ser del Sevilla. Menos mal. Tocaba volver a empezar, a creer, a buscar la magia de un Banega que empezó a asociarse con Ocampos. Y con Reguilón, el mejor en la recta inicial del encuentro. El juego de ataque era, sobre todo, cosa de la banda izquierda. Ocampos empezó a apretar y una ocasión tendría, pero su disparo lo paró un bien colocado De Gea.
El Sevilla siguió a lo suyo. Estaba bien. Por minutos mejoraba y le enseñaba los dientes al rival. Sólo faltaba el empuje final, el gol que abriese la confianza para lo mucho que quedaba. Los suplentes, en la grada baja, animaban. Y Reguilón, muy activo, sacaría petróleo para darle daría el balón a Suso desde la izquierda para que el gaditano batiera en el segundo palo al meta del United. Fue el gol del oxígeno.
La primera parte acabaría con el Manchester de nuevo empujando y con Bruno Fernándes probando a Bono, bien colocado para desviar el balón. En la segunda, y con el empate a uno, apenas necesitaría 50 segundo el equipo inglés para poner en aprietos de nuevo al meta sevillista, en esta ocasión con un disparo de Greenwood tras un gran pase de Bruno Fernandes. Cada vez que llegaba el Manchester United al área sevillista el peligro era evidente. El acoso fue constante. En sólo un minuto, los de Solskjaer apabullaron a los sevillistas con hasta tres ocasiones más y con Bono en plan estelar, salvador. El United era un rodiilo y sólo las actuaciones de Bono mantenían con vida al Sevilla. Lopetegui movió ficha y metió a Munir y De Jong por Ocampos, En Nesyri, respectivamente.
El encuentro e igualó algo, un poquito, al menos. Ya era un milagro que el duelo siguiera empatado. Los sevillistas tiraban de coraje. El himno de la casta estaba presente. Y así resurgió un Sevilla que parecía llegar de las cenizas. El equipo dio dos pasos adelante y a punto estaría de doblegar al Manchester si el colegiado llega a pitar una mano clara de Bruno Fernandes tras disparar Jordán. El Mudo Vázquez entraría después por Suso. Ya empezó a verse otro Sevilla, otra imagen, otro corazón.
El equipo se lo creyó. Es lo que tiene jugar cuando lo haces en tu competición. Navas se metió en la película (hacía falta) y puso poco después un centro de los que se recuerdan toda la vida para que De Jong hiciera el segundo tanto del Sevilla en el minuto 76. Ver para creer. Para soñar. Para dar ahora un pasito más… Porque el viernes llega la final. Otra más, sí. Otra más.