Investigadores galardonados con el Nobel de Química y Física y los ausentes: Stephen Hawking y el español Francis Mojica
No creo hacer ningún favor al género femenino si facilitara el titular siguiente: El Nobel de Química 2020 ha recaído en dos mujeres; sí en cambio, si destaco las excelencias del trabajo de investigación o las repercusiones y beneficios futuros para la sociedad, que se derivarán de su aplicación o puesta en práctica.
En este artículo quiero llamar la atención en varios puntos, que resumo a continuación:
La aplicación de la tecnología CRISPR que permite interactuar sobre el código genético de los seres vivos (ADN) puede ser uno de los descubrimientos clave del siglo XXI.
Otra interesante aplicación de la técnica CRISPR, para la detección del Covid-19, un futuro test rápido y fiable, que además nos ayudará a entender mejor al virus y porqué determinados individuos son más vulnerables.
Podemos estar orgullosos una vez más de un compatriota nuestro, Francis Mojica, por haber sido el precursor de esta técnica, y por tanto, quizá merecedor de este Nobel compartido con las investigadoras galardonadas.
Algo parecido puede decirse sobre el Nobel de Física de este año, otorgado al veterano Roger Penrose, compartido con Reinhard Genzel y Andrea Ghez. En el caso de Penrose, la Academia sueca ha otorgado el galardón por “el descubrimiento de que la formación de los agujeros negros es una predicción robusta de la teoría general de la relatividad” de Einstein. Y la Academia ha justificado su premio a Genzel y Ghez “por el descubrimiento de un objeto compacto supermasivo en el centro de nuestra galaxia”; en los dos casos, sobre los esquivos y misteriosos agujeros negros. Pues bien, y ahora viene la razón de haberme desviado ligeramente del tema (Técnica CRISPR), no resulta fácil desligar a Penrose de Stephen Hawking, el gran ausente para muchos de este Nobel de Física, que muy justamente hubiera compartido con Penrose.
Ambos fueron grandes pioneros en defender que si la teoría de Einstein era correcta, habría que tomar muy en serio la posibilidad de que existieran zonas donde el “espacio-tiempo se rompe” (singularidades), características de los agujeros negros que engullen la materia que cae en ellos y que Einstein ya había postulado.
Y es que entre que no es fácil para la Academia sueca elegir a las personalidades más adecuadas, y en otros ocasiones razones a veces más oscuras, no es infrecuente que podamos discrepar con sus decisiones en más de una ocasión. En este año, el microbiólogo español Francis Mojica y Stephen Hawking hubieran sido merecedores de tan importante galardón.
En estos días que reviso este capítulo, les ha sido concedido el Nobel de Química 2020 “por reescribir el código de la vida”, a Jennifer Doudna y a la científica francesa Emmanuelle Charpentier, por uno de los descubrimientos claves del siglo XXI que posiblemente hayan cambiado el curso de la historia. Me estoy refiriendo al desarrollo de la tecnología CRISPR –iniciada por nuestro compatriota Francis Mojica-. Una especie de tijera genética de precisión para reescribir el ADN, que en un futuro podrían transformar el mundo.
Recientemente en una entrevista la flamante Nobel Jennifer Doudna, ha señalado la labor de este microbiólogo e investigador, al que destaca como “precursor en estudiar las secuencias CRISPR, no en vano fue el primero en ponerles ese acrónimo (Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas Y Regularmente Espaciadas, en castellano)”.
Los españoles somos unos suertudos con contar con este excelente investigador (Francis Mojica), ha venido a decir. A lo que yo agrego, posiblemente hubiera sido merecedor de un Premio Nobel, aunque fuera compartido.
La norteamericana Doudna (bioquímica, profesora en Berkeley-California) y la francesa Charpentier se conocieron en un congreso en 2011, y decidieron aunar sus esfuerzos. El resultado no se demoró mucho y en 2012 la revista Science publicaba este revolucionario método para editar el genoma. Por este avance recibieron el premio Princesa de Asturias a la Investigación Científica en 2015.
Esta técnica, como hemos señalado, puede revolucionar el tratamiento de enfermedades de origen genético, y es una gran esperanza para aquellas personas con enfermedades raras. Ya ha logrado a fecha octubre de 2020 curar a animales afectos de cataratas congénitas o distrofia muscular y se ha editado el ADN de mosquitos para que no trasmitan la malaria, ni que su descendencia sea portadora. Y se está empezando a utilizar para tratar enfermedades raras hereditarias como talasemias, anemia falciforme, mieloma múltiple o la amiloidosis cardiaca.
En el sector agrario y de la alimentación, las consecuencias pueden ser también muy interesantes y una respuesta al cambio climático. Y me explico: tomates que maduran lentamente sin echarse a perder, plantas que resisten el cambio climático o ganado con carne baja en grasas perjudiciales. También podrían desarrollar plantaciones más resistentes a las plagas y lograr una producción más sostenible. Y todo esto sin tener que ver con los transgénicos, pues no se insertan genes extraños en el genoma, sino que sólo se edita.
Pero no sólo la técnica CRISPR será útil como herramienta para controlar la evolución humana y de nuestro entorno, sino para desarrollar un test rápido, barato y de uso doméstico –parecido a un test de embarazo- que nos ayude a detectar el virus del COVID_19. Ella misma, Douna, ha fundado una empresa de biotecnología (“Mammoth Biosciences”) que podrá estar disponible en pocos meses (final de año o comienzo de 2021). Este test además ofrecerá una importante información sobre el conocimiento del virus y porqué la genética de algunos individuos es más susceptible a padecer la enfermedad.
El pasado año 2019, Nature publicaba el trabajo coordinado por David Liu sobre una nueva variante de la edición genómica mucho más precisa. Al parecer, con esta técnica modificada el ser humano podría manejar a su antojo el material genético. Se consigue una mayor precisión, la eliminación de efectos no deseados, e incluso la inserción de nuevos fragmentos de ADN, por lo que se podría corregir hasta el 89% de todas las variantes genéticas conocidas y asociadas a enfermedades, y algunas de los miles de alteraciones genéticas que son nocivas para el ser humano.
Quizás estos investigadores –y es posible que algún otro lo esté haciendo-, no hayan calculado suficientemente los riesgos de estas actuaciones, por lo que deben estar perfectamente reguladas por una Legislación a ser posible universal. Ahí tenemos el caso de Rusia, cuyo colectivo científico no se encuentra controlado por este tipo de leyes.; aunque hay una cuestión evidente que dificulta esta premisa, que la Ciencia avanza a una velocidad extraordinaria y en ocasiones por delante de las leyes. La ciencia es muy peligrosa en manos de gentes sin escrúpulos. En este sentido, y para comprender como un experto la técnica CRISPR y se pueda debatir sobre ella con el conocimiento necesario y profundo la flamante Premio Nobel Jennifer Doudna ha escrito un texto (“Una grieta en la creación”), que esperemos sea de gran ayuda para asegurarnos de que lo estamos haciendo bien, y que los gobernantes conozcan la tecnología para legislar mediante un comité ético como aplicarla.
Algunos investigadores visionarios no ocultan sus esperanzas en la biología como una de las ciencias que más avances y novedades nos reportará; para Sánchez Ron, “la solución de vida basada en la doble hélice de ADN es sencilla y extremadamente poderosa”. Un nuevo mundo vital transgénico llama a nuestras puertas, a partir de las técnicas del “ADN recombinante” nacidas en 1970, y muy mejoradas en la actualidad con las técnicas CRISPR, que han permitido reconstruir otros tipos de vida, otros tipos de “seres-ADN”.