El Marxismo como religión: la forma de imponer el socialismo
Por Armando Colina.- Al hablar de socialismo se contraponen dos criterios. El primero, el de sus partidarios, llámense los teóricos o utópicos, que están aferrados al concepto de que el socialismo es: un sistema de organización social basado en la propiedad y la administración colectiva o estatal de los principales medios de producción por el cual se busca, la distribución de los bienes y riquezas entre las personas de manera igualitaria, desarrollando los principios de igualdad política, social, económica, y la justicia entre los seres humanos.
Por otro lado se encuentran los adversos a los anteriores; aquellos que saben que para llegar este sistema establecerse en la práctica debe ser de manera arbitraria, ya que es la única forma de llevarlo a cabo ante las personas que buscan lograr sus metas personales, que hacen uso de su libre albedrio, y que se desenvuelven de acuerdo con la capacidad de razonar y de actuar, propias de cada individuo para cumplir objetivos, por ser esta ideología contraria a estas particularidades del ser humano, solo puede llevarse a cabo a través la imposición.
El análisis a desarrollar sale un poco de la manera tradicional de ver el Marxismo como un sistema político, lo traslada a otro extremo que es el punto de vista religioso.
Se considera religión, al conjunto de creencias entorno a una idea de divinidad, a la que se le tiene veneración o miedo, se le rinde culto, se siguen sus dogmas, preceptos, costumbres y símbolos que hay que cumplir para alcanzar el más puro y elevado estado físico, mental, y espiritual de perfección, al que pueda llegar el ser humano.
¿Por qué puede considerarse una religión?
El Marxismo cumple con todos los aspectos fundamentales para ser considerado una religión – política. A continuación, se harán conjeturas de los aspectos más resaltantes en los cuales se puede encuadrar al Marxismo dentro de una religión.
Libro Sagrado. Las escrituras, principios y fundamentos sacros del Marxismo están contempladas en El Manifiesto Comunista, de allí nacen sus mandamientos.
El Mesías. Hay fanatismo y creencia en los líderes marxistas a tal punto, que son vistos a modo de mesías; estos se encargan de inspirar, predicar, guiar y ser los líderes espirituales que encarnan la palabra del Libro Sagrado. A estas personas se les idolatran a tal punto, que no solo sus imágenes son parte de vestimentas, adornos y distintivos de sus seguidores sino que además, se les rinden culto, llegando a ser parte sus rostros en actividades políticas, familiares, de recreación, culturales y hasta fúnebres.
La lucha del bien contra el mal. Como toda religión, el bien y el mal se hacen presentes, todo el que sea de tendencia marxista es considerado un ser moralmente superior, cuya misión es luchar contra el mal. Ser de izquierda es sinónimo de bueno, y no serlo sinónimo de malo.
El paraíso terrenal. En las religiones tradicionales, el fin último de la existencia es el paraíso terrenal; este paraíso se encuentra en el dogma Marxista con el nombre de comunismo, en el que se promueve el mundo terrenal donde la vida es perfecta.
Estos aspectos descritos son los más sobresalientes que comparten las diversas religiones en el hemisferio occidental; pudiendo abrirse un nuevo espacio para incluir al Marxismo como una religión – política, cuya fe se basa en la certeza de lo que no es cierto, su prédica es la intolerancia y el odio como parte de su creencia, este dogma se transmite de generación en generación creando adeptos cuya visión del mundo es el pensamiento único que deben imponer, y el hacer uso de las libertades, es atentar contra lo sagrado.
*Armando Colina es abogado con postgrado en Derecho Constitucional y estudios en Ciencias Políticas