El primer ministro de Etiopía y Premio Nobel de la Paz, desata la guerra: qué pasó en el país en 3 semanas
Hace un año el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, ganó el Premio Nobel de la Paz por su papel en el establecimiento de la paz entre su país y Eritrea. El 4 de noviembre de 2020 el político acusó a los miembros del Frente de Liberación Popular de Tigray, partido que controla la región de Tigray, situada en la frontera con Eritrea, de atacar objetos militares del Ejército federal en aquella zona, luego decretó el estado de emergencia y anunció el inicio de una operación militar contra las autoridades locales de Tigray a las que tachó de rebeldes.
El ataque contra una base militar que se saldó con varios muertos se produjo después de meses de “provocación e incitación”, según Ahmed, y fue el momento en el que las fuerzas del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés) cruzaron la “línea roja”. Tras los ataques en Mekele, la capital de Tigray, y en la localidad de Dansha, el mandatario anunció que “el fin está cerca” para el grupo armado.
Desde el 22 de noviembre, la capital de la región más inestable de la nación, en la que viven unas 500.000 personas, permanece asediada, mientras que el Ejército recibió la orden de avanzar hacia la “fase final” de la ofensiva con la que Ahmed buscó hacer frente a las “actividades ilegales y violentas en el estado nacional regional de Tigray”, que “ponen en peligro la Constitución y el orden constitucional, la paz pública y la seguridad, amenazando especialmente la soberanía del país”.
Este jueves Ahmed dijo a los residentes locales que se queden en sus casas y estén desarmados, comprometiéndose a proteger a los civiles. El Ejército, con tanques, recibió la orden de entrar, aunque, según reportes, los enfrentamientos armados seguían librándose en las inmediaciones de Mekele también antes, durante su asedio.
Miles de etíopes huyen al vecino Sudán; la ONU insiste en la ayuda humanitaria
En la región de Tigray, poblada por unos seis millones de habitantes, se está acabando la comida y los productos de primera necesidad. Las Naciones Unidas siguen pidiendo que se garantice el acceso inmediato para los trabajadores humanitarios. Entre tanto, el Gobierno de Ahmed aseguró que se abrirá una “ruta de acceso humanitaria” controlada por el Ministerio de Paz, pero no ofreció más detalles al respecto.
Este viernes los residentes locales seguían abandonando la asediada capital de Tigray por temores de un inminente asalto de las fuerzas gubernamentales, teniendo en cuenta que Ahmed prometió usar fuego de artillería si las fuerzas del TPLF no deponían las armas, y ofreció a los habitantes de Mekele huir de la ciudad porque en el caso del ataque no habría “piedad”.
Además, los refugiados de Eritrea también están en la primera línea de fuego, y según confesaron a AP, en la frontera con Sudán hay fuerzas etíopes que impiden que la gente salga del país, aunque el Gobierno de Etiopía no se pronunció sobre el asunto.
Cientos de muertos entre los civiles y aún más heridos
Amnistía Internacional denunció este lunes que el enfrentamiento armado en Tigray se ha cobrado la vida de cientos de civiles y ha dejado aún más heridos, forzando a miles de personas huir a Sudán, donde las comunidades locales tienen problemas para proporcionarles comida, refugio y debida atención.
A principios del mes, las fuerzas gubernamentales lanzaron ataques aéreos contra Tigray, afirmando que lograron destruir por completo “cohetes y otro armamento pesado” en Mekele y varias localidades cercanas. Asimismo, Tigray estaba quedando cada vez más aislada, luego de que se decretó que los aeropuertos de Mekele, así como de las ciudades de Shire, Axum y Humera, estaban “cerrados al servicio”.
Con las comunicaciones y el transporte cortados, resulta dificil verificar las informaciones sobre el conflicto armado en el que desde los principios de noviembre cientos, o quizás miles, de personas han sido asesinadas. Los combates amenazan con desestabilizar Etiopía, que ha sido descrita como el eje del estratégico Cuerno de África, y también pueden salpicar a sus vecinos.
¿De dónde surge la confrontación?
En su día, el ahora fuertemente armado Frente Popular de Liberación de Tigray controló el Gobierno federal, pero bajo el mando de Ahmed quedó apartado del poder.
El TPLF era la parte dominante de la coalición del Gobierno de Etiopía hasta que Ahmed asumió el cargo en 2018 y anunció profundas reformas políticas por las que recibió el Premio Nobel de la Paz el año pasado. Las reformas, sin embargo, han dado espacio a viejas rencillas étnicas y de otro tipo. El TPLF abandonó la coalición el año pasado por sentirse marginado, pero siguió siendo una importante fuerza militar.
Consecuencias para la región entera
Hace meses que los observadores expresan su preocupación por las tensiones en Etiopía y las implicaciones del conflicto interno en la región del Cuerno de África, donde el primer ministro etíope se presentó como un mediador de paz poco después de asumir el cargo.
Según un informe del Instituto Estadounidense de la Paz, la fragmentación de Etiopía “sería el mayor colapso de un Estado en la historia moderna, que probablemente llevaría a un conflicto étnico y religioso masivo […] y una crisis humanitaria y de seguridad en la zona donde se encuentran África y Oriente Medio, a una escala que haría sombra a los conflictos existentes en Sudán del Sur, Sudán, Somalia y Yemen”.
“La alternativa, dadas las múltiples y profundas divisiones en el país, es una posible marcha hacia la guerra que sería catastrófica para el segundo país más poblado de África y tendría consecuencias, además de enviar refugiados, en otros países del Cuerno de África, al igual que al otro lado del Mediterráneo”, escribió el grupo.