¿Transición? ¿De transigencia? (Jurisprudencia temeraria o jurisimprudencia)
Más bien se tragó, se claudicó y quienes lo vieron desde la ignorancia de la niñez, siguieron en ella porque nadie les aclaraba lo acaecido y cuánto tiraron de la cuerda y de las subvenciones deformatorias. Todavía está la Iglesia beatificando mártires, si bien no señala de qué bando eran, no vaya a ser que se molesten los masacradores. Sabían que no había margen para gilipolleces y seguía el horno para pocos bollos, así que, ale, a hacer concesiones, tragar batracios y pelillos a la mar. Muy listos.
No era bastante, estaba claro. Era cuestión de tiempo y de regadío de cuartos. No fue normal aquello, fue transacción, hartazgo y algo de la hipócrita “paz, piedad, perdón” mal entendida. Lo de Cabra –matar por matar- fue posterior a esta frase tan celebérrima del guaperas de Alcalá. Ni agradecidos ni pagados, simplemente abusados por quienes sólo aprendieron en 986 días, qué en campo abierto no era posible asesinar por la espalda o a quemarropa y mucho menos martirizar ni torturar antes de ello y se fueron al garete con veintisiete reemplazos contra quince, casi el doble (1,8) y sin una sola victoria de la que hablar. Penuria para hoy y carestía para mañana.
Lo suyo, sin duda, era la nocturnidad y los conejos en corral, ahí sí que destacaban, en el asesinato, la tortura y el martirio, sobre todo con novicias, curas y jóvenes seminaristas. Cuando los “morituri”, los que iban a ser asesinados día a día, y de uno para otro, se negaron y dieron la cara, se acabó aquello. Se habían convertido en fascistas por birlibirloque. Ya no se dejaban –mira tú, qué malos- sino que allá donde llegaban triunfadores preguntaban quién había hecho aquella cruenta barbaridad, se lo decían quienes lo sabían y además señalaban a quienes lo habían presenciado y habían permanecido pasivos, ¡auténtica gente de paz! Ellos veían, contemplaban, pero mancharse de salpicaduras, no. ¿Injusticia? ¿Represión? ¿Qué otra cosa cabía?
Corea era Corea, Cuba Cuba y había muros muy largos, aunque sanitarios. ¿Había que probar nada? No. Eran los que eran y alguien eméritamente, desagradecidamente, sin considerar lo que se veía y se vio hasta el 89 y se sigue viendo -hoy se puede llamar “ensoñación” jurisimprudentemente- los devolvió al campo de juego con el descaro del imbécil inútil, sin considerar lo que hacían los otros sufridores y los bomberos USA. Para escarnio se seleccionó a los más estigmatizados, les pusieron calles y costanillas y han continuado pese a ello asesinando por la espalda hasta que los han subido al impresentable retablo que vemos. ¿Qué se creían? ¿Van a seguir escarbando en Meirás a ver si aparece el oro que saqueó el PSOE en cinco barcos y en el yate Vita?
Tras esto, ¿a alguien le extraña que los ciegos caminen, que los sordos vean, que los paralíticos oigan?… Nos esperan sorpresas interpretativas de gente burda que se empecinan en memorias narco-democráticas y moródicas. ¿Quién se equivocó? ¿Se van a estar quietos o desean llegar al pleno? ¿Otra vez?
Mira hijo, el listo que la hizo que la deshaga, que “ambos” tienen cuartos para ello. La penitencia iba en el pecado.
Mientras, que el Ábalos, el gimnasta fondón, nos haga unas cuantas flexiones –que es de lo que sabe- con su desenvoltura y proverbial remango.
¡Cuando menos, grotesco!
Por origen, transición viene del verbo latino “transire”(cambiar de un estado a otro). Aquí por mor del cambio, vamos transitando casi e n estado de trance por los innumerables trasiegos a los que vamos… transigiendo…