El Papa Francisco invita a dejarse amar por Dios y por los demás
El Papa ha arremetido contra los “pesebres de vanidad” al señalar que en muchas ocasiones las personas se comportan como si fueran “analfabetos de bondad”, al tiempo que ha invitado a los cristianos a dejarse amar por Dios y por los demás, durante la misa de Gallo que ha adelantado dos horas para respetar el toque de queda en Italia y las disposiciones sanitarias frente a la pandemia.
“Insaciables de poseer, nos lanzamos a tantos pesebres de vanidad, olvidando el pesebre de Belén. Ese pesebre, pobre en todo y rico de amor, nos enseña que el alimento de la vida es dejarse amar por Dios y amar a los demás. Jesús nos da el ejemplo: Él, el Verbo de Dios, es un infante; no habla, pero da la vida. Nosotros, en cambio, hablamos mucho, pero a menudo somos analfabetos de bondad”, ha destacado el Santo Padre.
Italia ha decretado hasta el día 26 de diciembre un confinamiento total en todo el país para evitar más contagios. Con más de 75.000 fallecidos por la Covid-19, el país transalpino es el de mayor letalidad por coronavirus en Europa.
En una imponente basílica de San Pedro casi vacía, en una misa del Gallo distinta a la de otros años –cuando las celebraciones litúrgicas de Navidad llegaban a concentrar cerca de 7.000 fieles dentro del templo–, el pontífice ha invitado a mirar a “la ingratitud del hombre hacia Dios y la injusticia hacia tantos de nuestros hermanos” y a preguntarse en consecuencia: “¿Ha hecho bien el Señor en darnos tanto, hace bien en seguir confiando en nosotros? ¿No nos sobrevalora?”.
Por eso, ha señalado que Dios sobrevalora al hombre y lo hace porque ama a la sociedad “hasta el extremo”. Y ha agregado: “No es capaz de dejarnos de amar. Él es así, tan diferente a nosotros. Siempre nos ama, más de lo que nosotros mismos seríamos capaces de amarnos. Ese es su secreto para entrar en nuestros corazones. Dios sabe que la única manera de salvarnos, de sanarnos interiormente, es amarnos. Sabe que nosotros mejoramos sólo aceptando su amor incansable, que no cambia, sino que nos cambia”.
Para el Papa, solo el amor de Jesús “transforma la vida”, “sana las heridas más profundas” y “libera de los círculos viciosos de la insatisfacción, de la ira y de la lamentación”. Y se ha preguntado: “¿Por qué nació en la noche, sin alojamiento digno, en la pobreza y el rechazo, cuando merecía nacer como el rey más grande en el más hermoso de los palacios? ¿Por qué? Para hacernos entender hasta qué punto ama nuestra condición humana: hasta el punto de tocar con su amor concreto nuestra peor miseria. El Hijo de Dios nació descartado para decirnos que toda persona descartada es un hijo de Dios”.
Por todo ello, ha manifestado que la sociedad necesita ser atravesada “por su amor gratuito, incansable, concreto”. “Cuántas veces en cambio, hambrientos de entretenimiento, éxito y mundanidad, alimentamos nuestras vidas con comidas que no sacian y dejan un vacío dentro”, ha lamentado.
Este 25 de diciembre, y por primera vez en la historia, el Papa impartió la bendición de Navidad desde el aula de las Bendiciones que se sitúa en el Palacio Apostólico sobre el Pórtico de la Basílica de San Pedro. Con el fin de evitar aglomeraciones de fieles en la plaza de San Pedro, fue por tanto un gesto histórico el hecho de que no se asome al balcón de la Logia central de la Basílica de San Pedro, ni para la Bendición Urbi et Orbi ‘a la ciudad y al mundo’ ni para el Ángelus.