Mundial de balonmano: Una España superior atrapa el bronce ante Francia (35-29)
Y seguirán peleando porque el balonmano español, a pesar de todo, es símbolo de éxito. España atrapa un bronce mundial, cuarta medalla de este calibre en su palmarés, con un excelente partido en el que maniató a Francia, más humana que nunca, más hundida que nunca ante la superioridad de los españoles. Soberbia actuación de Alex Dusjhebaev y Rodrigo Corrales para mantener la ilusión de esta dinámica brillante en el futuro cercano. España, bronce mundial en Egipto 2021. Y a por más.
El momento de luto por la derrota ante una gran Dinamarca duró un parpadeo. Esta selección tiene un hambre infinita de sumar medallas en el botín, por orgullo propio o con la esperanza de que el balonmano nacional tome impulso. O ambos. Al menos, que por ellos no quede. Y por momentos, la España del Mundial de Egipto se pareció a la España del Mundial de 2013, cuando atropellaron a Dinamarca para colgarse el oro. No era el oro el objetivo final de este partido, pero sí parecía una final, pues enfrente estaba Francia, más humana que en otras épocas, es cierto, pero igual de poderosa.
A la carrera, atropellaron en los primeros minutos a los galos, incapaces de ver por dónde venían los tantos de Ariño, Dujshebaev o Entrerríos, enfrentados con Corrales o los palos. El primer gol francés llegó a los cinco minutos y medio, cuando ya España acumulaba cuatro.
A los franceses, que han acumulado muchísimos minutos sin apenas rotaciones, les pesaron las piernas en esos intentos de saque rápido con los que intentaban sorprender a los españoles y que atajó en varias ocasiones un magnífico Alex Dujshebaev.
Y si ante Dinamarca la portería apenas tuvo opciones de lucirse, contra Francia Corrales volvió a demostrar que España tiene un seguro con mucho recorrido. En un puesto ingrato pero que los diversos seleccionadores han convertido en imprescindibles. Para Jordi Ribera da igual los números de uno o de otro. Los dos alternarán partidos. La portería no se gana en España, se rubrica.
Por supuesto, Francia hace mucho tiempo que dejó de ser Nikola Karabatic. Y con más pausa en su juego, comenzó a mostrar por qué tienen seis oros mundiales y dos olímpicos, entre otros premios. Estiró los brazos en defensa y también el portero galo, Vincent Gerard, se hizo notar. Pero los de Ribera no dejaron de intentarlo para mantener esa renta de dos o tres goles con los que se llegó al descanso.
El ímpetu galo apenas se notó en los nervios españoles, templados y dirigidos magníficamente por Dujshebaev, que se multiplicó en labores ofensivas y también defensivas. Tiene buen reemplazo Raúl Entrerríos, pero todavía aquí, en Egipto, el eterno capitán fue el cerebro frío, listo y previsor que necesitaba el equipo cuando alguna pérdida de balón parecía temblar la ventaja de los cuatro o cinco goles.
Pero para confirmar que esta España estaba mucho más convencida de que se iba a llevar el bronce, ahí apareció Gonzalo Pérez de Vargas, detenidos dos siete metros de los tres a los que se enfrentó. Lo dicho, la portería española está de dulce y le queda recorrido para lo que quiera.
Sin ceder más allá de pequeñas precipitaciones, los de Ribera ya no se desengacharon del bronce. Comenzaron a respirar a falta de un minuto. No se permitieron más alivio anticipado y sí, con el pitido final, euforia desatada porque se vuelve a conquistar una medalla en un torneo planetario. El balonmano español sigue ahí, a pesar de las crisis en la competición doméstica, referente en el mundo.