Bartomeu: cómo destrozar un club en tan sólo cinco años
El 6 de junio de 2015 fue un día grande para el Barcelona. El equipo entrenado por Luis Enrique alzaba la Copa de Europa, quinta de la entidad, después de un brillante triunfo frente a la Juventus. Ese Barça era un equipazo y la envidia de toda Europa. El tridente formado por Messi, Neymar y Suárez era una máquina de hacer goles. Un trío perfectamente secundado por jugadores como Iniesta, Xavi, Rakitic, Piqué, Alba, Alves… Todo un lujo. Pocos días después, y aprovechando el efecto Champions, Bartomeu era elegido presidente.
A raíz de dicha elección todo cambió hasta desembocar en el caos más absoluto que reina ahora mismo en Can Barça: un equipo deportivamente roto, unos años en los que se ha desaprovechado al mejor jugador del mundo, una deuda enorme que lastra el funcionamiento del club, un destrozo institucional con un voto de censura que derivó en las elecciones, un Messi que quería dejar el club, el caso Barçagate que ha provocado la detención de Bartomeu…
¿Cómo se puede llegar a esta situación en cinco años? La respuesta es encadenando un error tras otro. Bartomeu cometió uno de salida. Antes de las elecciones, la anterior Junta, con el propio Bartomeu al frente, había dejado cerrado un acuerdo con Catar para el patrocinio de la camiseta. Envalentonado por la Champions y el triplete, Bartomeu quiso renegociar el acuerdo y sacar más dinero. Enorme fallo de cálculo. A Bartomeu ni le recibieron en Doha. Y lo peor de todo es que se rompió la relación y la complicidad con Catar. Una ruptura que, como se vería dos años después, resultaría fatal.
A nivel deportivo, Bartomeu no supo gestionar la Champions de Berlín para ir renovando al equipo. Los primeros fichajes no aportaron nada: Turan, Aleix Vidal, Digne, Alcácer, André Gomes, Umtiti… Paralelamente, el presidente renovó a lo grande con fichas fuera de mercado a jugadores como Alba, Busquets, Umtiti, Piqué o Suárez. La masa salarial se ponía por las nubes. Acciones como esta y al final la pandemia han provocado que la deuda se haya ido alrededor de los 1.000 millones. Una barbaridad.
El golpe definitivo vino en verano de 2017 cuando el PSG, cuyo dueño es el gobierno catarí, dio un golpe de mano llevándose a Neymar pagando su cláusula de rescisión. Bartomeu y su dirección deportiva no supieron verlo y se quedaron sin uno de los mejores jugadores del mundo de un día para otro. Entró en caja un dineral, pero según llegaba por una puerta salía por otra y los recambios del brasileño (Dembélé y Coutinho) fueron un fiasco.
El equipo estaba cada vez más debilitado mientras el Real Madrid, para mayor humillación, ganaba tres Champions seguidas. El descontrol deportivo vino por un presidente que se autoproclamó también vicepresidente deportivo y que cambió cada año a su secretario técnico o director deportivo. Era una nave sin rumbo y sin proyecto definido. Luego vinieron los ridículos de Roma, Turín, Liverpool y la derrota ante el Bayern. El Barça paso de ser el mejor equipo del mundo a simplemente uno más.
Y junto a la crisis deportiva, a nivel institucional el club se resquebrajaba. En 2016 se produjo un hecho histórico. El Barcelona, por primera vez en sus casi 120 años de vida, se declaró culpable de dos delitos contra la Agencia Tributaria derivados del fichaje de Neymar. Rosell y Bartomeu, que fueron los instigadores de los mismos, quedaban libres de toda culpa. Un golpe bajo para la entidad. Un segundo proceso por el fichaje del brasileño y conocido como caso DIS, sigue todavía abierto con Bartomeu como acusado.
El ‘procés’ tampoco ayudó al presidente, que siempre se mostró muy tibio a la hora de ayudar al independentismo, actitud que le creó numerosos enemigos en Cataluña. Disputar el partido frente a Las Palmas a puerta vacía el día del referéndum ilegal promovido por la Generalitat aumentó su lista de enemigos.
Los dos últimos acontecimientos han sido muy graves. Uno de ellos es el Barçagate que ha provocado que el presidente haya sido detenido este lunes. Bartomeu se dedicó a desprestigiar a numerosos barcelonistas a espaldas de su Directiva pagando un precio fuera de mercado. Lo hizo a sabiendas, fraccionó el pago con facturas que no llegaban a los 200.000 euros para que no tuvieran que pasar por la Junta.
Y el remate definitivo fue la entrevista que Messi concedió a goal.com y en la que criticó con inusitada dureza a Bartomeu que no le había dejado marcharse. El argentino se quejó de las numerosas veces que el presidente le había mentido. Que el mejor jugador del mundo, con un contrato fabuloso, quiera dejar el club deja al ex presidente por los suelos. Por si fuera poco, Piqué y Suárez también le criticaron de la misma manera. El divorcio entre los jugadores y la Directiva era abismal.
(Marca)
La pena es que no desaparezca
El club hubiera desaparecido