Como entes en la ciudad herculina
Alejandra G. B.- La situación de abandono de muchas personas que deambulan por nuestras calles, ocupan asientos de parques públicos, bancos en paradas de autobús, o comercios, soportales, pasillos… solamente llaman la atención del ciudadano cuando les afecta directamente, cuando el estado del “sintecho” manifiesta la miseria y suciedad que no queremos ver, porque no la creemos tan cercana.
Estos días se publicó en prensa una nueva nota sobre el hombre que habita un portal en la calle de La Torre. Los vecinos se quejan del estado del hombre, de su comportamiento, de la suciedad, del riesgo sanitario sobre todo ahora mismo, es algo que se repite desde hace años.
Los viandantes caminan sobre sus orines y excrementos, los niños y abuelos bajan de la acera cuando vienen de los colegios próximos, cuando se cruzan con el extraño se silencian las risas y se sorprenden por algo, que como niños, no terminan de entender; los comerciantes echan cubos de agua y el olor no se va, la miseria no se aleja con tanta facilidad, el abandono administrativo se acumula en mesas de funcionarios, ventanillas de registro, llamadas grabadas por la seguridad del vecino harto de tanto esperar.
Las llamadas a la Policía Local se repiten cada semana, ¿qué pasa?, ¿qué ocurre cuando se identifica al ciudadano en cuestión, pero no se hace nada?
Las quejas ciudadanas se repiten también cada semana, y no es el único caso, hay otro similar en la zona de la Estación de tren, la diferencia es que éste es más joven y duerme en la Avenida de Ferrocarril, en la puerta de Conde Medín y vuelven a repetirse las llamadas a la Policía Local: ¿qué pasa?, ¿qué se puede hacer?
Estamos en una ciudad dónde los albergues y centros de protección a personas sin techo o en situación de vulnerabilidad, abundan en un número envidiable respecto a otras ciudades. Pero hay personas que no se sujetan a normas, que no quieren control, ni duchas, ni comida caliente porque las sustituyen por otras cosas.
Son enfermos de la soledad, independiente del “yo vivo como me da la gana”, pueden ser enfermos mentales o no, simplemente inadaptados que llaman libertad a la esclavitud del hambre, del frío, de la enfermedad, del riesgo de no saber si llegará mañana.
Desconozco la situación administrativa de estos vagabundos, su filiación, si perciben ayudas económicas, si tienen ingresos propios, si tienen familia, amigos o alguien les ha conocido en otra etapa de la vida; desconozco su pasado de riqueza o pobreza, de alegría o penurias. Ya es bastante triste verlos así y convivir con ellos.
Por el contrario he hablado con vecinos, propietarios de viviendas en la zona y comerciantes de la calle de La Torre, sería imposible resumir en estas líneas todo lo que cuentan. Muchas pequeñas empresas viven momentos críticos ahora mismo y hacen verdaderos esfuerzos por mantenerse, competir con establecimientos de mayores recursos, renovar mercancías, cubrir los gastos fijos y mantener una clientela. Sin embargo, soportan estoicamente una situación ya insostenible, los clientes evitan la zona y los que la transitan lo hacen con cuidado y con miedo ante reacciones imprevistas de este hombre, que hace bien poco prendió fuego a un comercio porque había hecho una fogata para calentarse, ellos reciben las quejas y lamentaciones que después trasladan a la Policía Local. Sin éxito alguno, no por voluntad propia, sino por normativa vigente.
Pero, ocurriría lo mismo, sino fuera ¿la calle de La Torre?, o ¿la Avenida del Ferrocarril? o ¿Los Mallos?
Supongamos que el sin techo y sus residuos deciden cambiar un portal de cualquiera de estas zonas por otro de ¿la Plaza de Lugo?, ¿de Juana de Vega? de Juan Flórez? o ¿la Plaza de Vigo?, ¿el portal de la señora Alcaldesa?, ¿la propia puerta del Consistorio?, ¿habría solución entonces?
¿Abrimos una encuesta para ver cuántos opinan que esta situación se solucionaría de inmediato?
El Ayuntamiento haría bien en aclarar a sus ciudadanos que pagan impuestos y lo mantienen, qué hace en estos casos, qué soluciones puede tener vía Servicios Sociales, Sanidad, Seguridad…. Lo que sea, pero que explique cuál es la situación real de estas personas y en caso de que la responsabilidad se haya derivado a otras instancias, que exija una pronta solución.
Cualquier ciudadano merece ser tratado con dignidad y éste es un compromiso que asumen todos los gobiernos, la Alcaldía es responsable directa del bienestar de sus ciudadanos, mal que le pese, y hay suficientes asesores municipales para que alguien se responsabilice de este tema, por el bien de la ciudad, de sus ciudadanos -incluidos los sin techo- y sobre todo por el desarrollo económico de su tejido empresarial.
Quede claro que no culpabilizo a la Alcaldía del problema de los sintecho, por suerte hay organizaciones sociales públicas y privadas que le hacen una gran parte del trabajo social que le corresponde, y con mucho éxito.
Pero sí es responsable del abandono de estas personas, de no tener una solución inmediata, de no poner los medios necesarios para solucionar el tema, de ignorar las reclamaciones de los pequeños comerciantes y hosteleros de la zona.
La Coruña no se merece despertar una mañana con las quejas y las lamentaciones por un muerto abandonado por la burocracia, en sus calles.
Un artículo muy interesante, se habla de esas personas, de las que nadie habla y sobretodo de la inoperancia del poder político y judicial de este país, enhorabuena.