Nadie se atreve a hablar de bioterrorismo, pero es un secreto a voces que China lo practica, con la complicidad del resto del mundo
Por Magdalena del Amo.- Menos mal que algunos medios de comunicación ya se van enterando de la gran mentira que envuelve a esta crisis política global –que no sanitaria—, auspiciada por determinadas élites cuyas caras no aparecen nunca, aunque sí las de sus representantes más cercanos, que se hacen visibles en Davos, en las reuniones del Club Bilderberg, en los foros del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional o en la OMS y demás organismos de corte político, económico, sanitario, científico y cultural. Nada importante y trascendente se mueve en el plano humano sin que estas organizaciones, desde sus think tanks, le hayan insuflado su dosis de veneno, ese laicismo radical contaminante, contrario a la naturaleza del ser humano. No hablo por hablar y ahí están los hechos.
Fue una sorpresa leer en Libertad Digital, siempre tan conservadora, la historia completa del fraude electoral perpetrado en Estados Unidos contra Donald Trump, una vez que el New York Times abrió la caja de Pandora. “Había que salvar la democracia”, fue la razón y nadie se escandalizó al confirmarlo. Ningún medio, salvo los alternativos, se había hecho eco del gran pucherazo electoral, realizado a través de varios países europeos, entre ellos, España, Cataluña para más señas, aprovechando las nuevas técnicas y software informáticos con sus sabios y tramposos algoritmos.
Las elecciones en Estados Unidos eran una clave importante en el reseteo económico, pero también en la imposición ideológica, léase modelo China, de sometimiento al ciudadano a través de la tecnología y lavado de cerebro, monitoreándolo las veinticuatro horas del día, registrando todas sus acciones, incluso sus pensamientos más íntimos. Y si esto no es suficiente, para eso están los campos de concentración, llamados lugares de rehabilitación, o algo así. Es la nueva esclavitud de los humanos con dueño y sin derecho a ningún tipo de libertad. El fraude electoral estadounidense fue un aviso a navegantes. Posiblemente nunca más habrá unas elecciones libres y los amos del mundo han querido que lo sepamos. Quieren rendición antes de luchar y ¡de eso nada! Aquí nos van a tener. Somos la Resistencia.
También fue un gusto leer en Libertad Digital y escuchar en es Radio la sorpresa por los acuerdos de Davos y la rendición de los países ante China, incluso citar a Bill Gates y a George Soros o hablar del Nuevo Orden Mundial, declarándose no conspiranoicos, pero rendidos a la nueva evidencia. Debo decir, que la conspirología no es otra cosa que ver o deducir más allá de lo que se nos muestra. Es, de alguna manera, ser aficionado a los puzles y resolverlos. Y algunas piezas hay que ser ciego para no colocarlas.
Estos medios también han caído en la cuenta de que los chinos nos habían engañado en todo lo que nos contaron sobre el virus, tanto al principio, como en el viaje guiado a Wuhan de los técnicos de la OMS. “Nos han engañado… Lo han ocultado todo”. Resulta que a los emisarios de la OMS no les permitieron salirse de la ruta preparada por el gobierno chino en su visita de revisión, y están decepcionados. Acusan a las autoridades chinas de encubrir el verdadero origen e inventar la teoría del traspaso del murciélago al humano. Pues claro que se lo han inventado. ¡Hay que ser inocentes, verdaderamente!, y desconocer cómo funciona el comunismo chino y, más en concreto, los asuntos internacionales de este calado. Eso nos pasa por crédulos, por desconocimiento de los planes de los amos del mundo. Y no será porque no nos vienen dando pistas de manera solapada, diseñando políticas de todo tipo, que tenían que hacernos pensar. ¿Con qué fines creen que han elaborados leyes tan contrarias a nuestra esencia, como la del aborto, la eugenesia, la eutanasia, el matrimonio homosexual, la ideología de género, los movimientos LGTBI o el tercer sexo? Esto no son ocurrencias de ministritas. Esto es la médula del asunto, porque esto nos debilita como humanidad. Aunque cada ítem merece un análisis, globalmente y en síntesis, todos van encaminados al control poblacional y a crear desunión a través de la polaridad, con guerras ficticias, buscando el caos para rentabilizarlo, que en eso son expertos. Si a esto le añadimos el modelo de educación prusiana, pero reformado a peor, y unas pantallas funcionando día y noche, ya tenemos el modelo completo de homo videns que adelantó Sartori, pero además atontado, sin capacidad de reacción y presto a ser manipulado. ¡Y en eso estamos! A ver si nos enteramos: a las élites no les gusta el ser humano. Nos desprecian. En su jerga nos llaman gusanos y rebaño, a las claras.
Es esperanzador que algunos medios empiecen a enterarse y a decir que la OMS, la organización más corrupta del mundo, que se financia a través de las farmacéuticas, especialmente de la fundación Bill & Melinda Gates, está a las órdenes de China dirigiendo el mundo. No hay que olvidar que el genocida director Tedros Adhanom fue puesto por Gates con los votos del gigante asiático. Conviene recordar también que, en el 2009, sin causa científica justificada, la OMS cambió los estándares de pandemia porque todo este programa ya se estaba preparando. De hecho, hay datos que inducen a pensar que, posiblemente, algunas de las anteriores epidemias, gripe A, porcina y aviar, ébola, o zica pudieron haber sido ensayos fallidos, para establecer un sistema de control global.
También estos medios están empezando a hablar sobre el origen incierto del virus, planteando la duda de que pudiera ser una creación de laboratorio. No será por falta de información. Pero claro, si esperamos a que nos lo cuenten las teles o los expertos de turno del sistema, pagados para desinformar, mentir e infundir miedo en la población, como establecen las élites, entonces vamos a ser los últimos en enterarnos, o quizá nunca. Hago un paréntesis para decir que no es casual la dinámica informativa y uniforme, como tampoco lo fue el panel del “parte de guerra” de las primeras semanas, donde los de los galones informaban sobre la salud. Era para producir la psicosis social que se consiguió. ¡Y qué mejor que estos mandos con toda su simbología y adornos de guerra! Paso por alto el despropósito del ahora general Santiago, al que le faltó puntualizar que el CNI, a través del programa Elisa estaba investigando a la disidencia. Los pormenores los supimos después.
En los papeles sobre la estrategia seguida por los medios de comunicación/desinformación hay dos epígrafes curiosos: “controlar el mensaje” e “inundar la zona”, es decir, bombardear continuamente con el discurso del miedo y la muerte. Que no se hable de otra cosa. Incluso el aplauso de las ocho de la tarde a los sanitarios viene de fábrica. Así se recomendaba en estos famosos papeles del seguimiento de la pandemia elaborados por una serie de grupos, como el Instituto Hopkins.
Sobre el origen del virus en un laboratorio chino se ha hablado desde el principio y lo publicamos ya en marzo y abril de 2020. Uno de los primeros científicos en salir a la palestra fue Luc Montagnier, Premio Nobel por su trabajo sobre el VIH, quien declaró en el programa L’heure des pros, de la cadena francesa Tele 7, que el virus o una parte del mismo había sido manipulado en laboratorio. “Hay un modelo que es claramente el virus clásico –dice—, pero a este virus le agregaron unas secuencias del VIH. […] Es un trabajo muy profesional de biólogos moleculares, muy minucioso, se podría decir que de relojero, cuando vemos las secuencias”. Añade que desconoce quién lo hizo, con qué objetivo, y aclara que su intención no es culpar a nadie, sino mostrar los hechos. Deduce que, posiblemente, hayan querido hacer una vacuna contra el VIH y que “tomaron pequeñas partes de este virus y las insertaron en la secuencia más grande del coronavirus”.
Pero, para no estropear la performance covidiana, políticos y prensa hacen oídos sordos a esta información y China continúa con su tesis de la transmisión directa de murciélago a humano, mentira que repiten los científicos del régimen, que llega a los telespectadores envuelta en papel de regalo y con lazo. Aunque es un secreto a voces, China no quiere oír hablar de virus de laboratorio y tampoco el resto de los países. Enseguida veremos por qué.
Al mismo tiempo que Montagnier, también se pronunciaba el médico y biólogo Rashid Buttar, especialista en medicina preventiva y experto en toxicología clínica de metales. Cuando empezó a investigar sobre el origen de la Covid-19 descubrió que el virus formaba parte de una investigación desarrollada en Estados Unidos en 2015, concretamente, en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, publicada en la revista Nature. Estas son sus palabras: “Vi que era, de hecho, un virus quimera. Se estaba investigando sobre ello, a pesar de que existía una moratoria del gobierno para evitar investigaciones de este tipo”. Este dato es de suma importancia por todas las consecuencias de secretismo internacional que acarrea.
Aunque la moratoria a la que alude el doctor Rashid Buttar había entrado en vigor, fueron transferidos a China 3,7 millones de dólares del National Institute of Health, para poder continuar esta investigación. Es decir, los experimentos fueron subcontratados a China. Entra aquí otro de los personajes de esta trama siniestra, el inmunólogo Anthony Fauci, a quien Buttar acusa de ser uno de los pilares de la falsa pandemia anunciada por Bill Gates en la Universidad de Georgetown y en otros foros. Anthony Fauci habría desviado dinero de los contribuyentes para crear lo que ha llegado a ser el Sars-Cov 2.
Hace poco, a través de unos documentos filtrados, descubrimos con pasmo que España también había invertido varios millones en las investigaciones de Wuhan. Y como España, otros países. Esta es la razón de que nadie le pida explicaciones a China sobre el virus quimera, porque la mayoría de los países desarrollados han aportado fondos para su investigación y creación. Estamos hablando de armas biológicas, cuya experimentación y desarrollo está expresamente prohibido por las Naciones Unidas. Estamos hablando de bioterrorismo. Por eso China saca músculo y chantajea a sus socios con sacar a la luz los trapos sucios de los involucrados. Esto es una especie de “secreto de Estado” internacional, y por eso nadie habla, salvo los científicos independientes.
Sabemos que, en China, al que hable lo ejecutan directamente, sin juicio, como ocurrió con los primeros médicos que advirtieron sobre el coronavirus. La bióloga Li-Meng Yang anduvo rauda y pudo huir rumbo a Estados Unidos. Hace unos meses ella y su equipo publicaron el Informe Yan, un estudio científico sobre el Sars-Cov 2, en el que demuestran que es un virus de laboratorio. Basándose en un esqueleto de coronavirus de murciélago han hecho una serie de modificaciones genéticas para poder pasar de animal a humano. Un virus de murciélago no puede pasar a los humanos porque existe lo que se denomina una “barrera de especie”. Según este informe, que coincide con opiniones de otros biólogos, entre ellos la del citado Luc Montagnier, el virus tiene unas inserciones en su genoma para codificar la proteína espiga del genoma humano, codificada por el cromosoma 7, que es por donde entra a las células humanas. Esta modificación hace que esta proteína sea más activa y pueda penetrar más fácilmente.
Ha habido una gran desidia en conocer la naturaleza del Sars-Cov 2 por parte de la oficialidad internacional, es decir la OMS y sus tentáculos. No interesa la verdad. El pretexto para rechazar el informe Yang es que ha sido realizado por la Rule of Law Society, organización neoyorkina que preside Steve Bannon, nada menos que uno de los directores de campaña de Donald Trump en 2016.
La científica china es una testigo clave en cuatro demandas colectivas multibillonarias, interpuestas en California, Florida, Nevada y Texas contra el gobierno comunista chino, por “negligencia, alteración del orden público y responsabilidad estricta por realizar actividades ultrapeligrosas”. La cosa está andando.
El efecto China es más que visible, en cuanto a restricciones y vulneración de derechos humanos fundamentales. La leyes mordaza chinas están contaminando los derechos de los médicos y de los pacientes en el resto del mundo. Aquí no liquidan a los profesionales de la salud que se atreven a discrepar, pero sí le aplican una suerte de pena de muerte a su puesto de trabajo y a su prestigio por cumplir con el Juramento Hipocrático y la Declaración de Helsinki, es decir, por velar por la salud de sus pacientes, más allá de consignas o protocolos que encierran intereses inconfesables. En España tenemos unos cuantos nombres propios, y en el resto del mundo varios cientos.
Nunca la humanidad estuvo en peores manos. La OMS se ha convertido en una especie de pantalla de un gran conglomerado de grandes chiringuitos, del que forman parte organismos especuladores que si bien llevan en sus rimbombantes nombres la palabra medicina, como la Academia Americana de Medicina –creada por el Congreso, hoy independiente y dedicada a otras cuestiones bajo el disfraz de la medicina—, en realidad, son lobbies, think tanks e institutos raros, dirigidos por millonarios sin escrúpulos, con altos cocientes de inteligencia y excelentes historiales, egresados de universidades punteras como el MIT, Stanford o Harvard, de donde son abducidos por los cazadores de talentos de estos ideólogos de la Maldad. Muchos de ellos están involucrados, directa o indirectamente, en la fabricación de agroquímicos, transgénicos y medicamentos –justo lo que nos mantiene crónicamente enfermos y medicados—, y a los africanos y asiáticos muriendo por miles o naciendo con gravísimas taras, por los efectos secundarios de sus panaceas. El negocio es redondo. Y esto lo consiguen presionando a los países, de diferentes maneras. Es la gran trampa disfraz de los usureros y corruptos megalómanos.
La parte positiva de esta pandemia, que sin duda la tiene, es que una buena parte de la sociedad ha alcanzado la madurez y el discernimiento, es decir, ha perdido la fe en las instituciones y en las autoridades. Ha dejado de creer en el sistema corrupto que nos ha traído todo esto y está adquiriendo confianza en sí misma. Esto no quiere decir que se declare anarquista, sino defensora de un nuevo paradigma, con muchos psiquiátricos para los megalómanos psicópatas que solo piensan en hacer el mal para llenar sus vacíos de alma, y un mundo más amable donde los seres humanos de bien podamos desarrollarnos en paz y armonía.
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Todavía les falta la Tercera Guerra Mundial que según los Protocolos de los sabios de Sion enfrentará al Islam con el sionismo político y se convertirá en una destructora hecatombe mundial. Parece que ya han empezado a desencadenarla atacando a la mezquita de El Aqsa hace dos semanas
El sars cov 2 es una secuencis informatica, no un virus real biologico creado o no en ningún laboratorio. La enfermedad llamada covid, rs provocada por alteraciones en nuestro cuerpo, provinientes de los componentes q inoculan, ondas electromagneticas de redes,…..magdalena, en wuham lo único q hicirron los chinos, fué una escenificación de una enfermedad, con gente cayendose por las calles…
Estás miy despierta, pero revisa tus investigaciones….y te darás cuenta