El alacrán, el alacrán, el alacrán te va a picar (¿que cómo se mata er bisho?)
Soy de los que piensan que la vida es en gran parte una tragicomedia musical, que muchas de nuestras vivencias tienen un fondo sonoro, una partitura sonorosa, un hilo musical que se emite a la vez que vamos desenrollando la trama de nuestra existencia. Por supuesto, que con los acontecimientos que afectan a una colectividad sucede lo mismo.
Mas no es sólo uno una canción lo que nos puede servir para explicar los entresijos de muchos acontecimientos, dado que también éstos se pueden plasmar en forma de un cuadro, un poema, un chascarrillo, un cómic…
Por ejemplo, en el caso de la plandemia, el cuadro evidente que ilustra a la perfección el dantesco espectáculo al que estamos asistiendo ―como actores y espectadores a la vez― es el cuadro «El jardín de las delicias» de El Bosco. ¿Cómic?: Pues sería «¿Dónde está Wally?», por aquello de que estamos hablando de un virus que todavía nadie ha visto, que nadie ha aislado ni purificado. «El ángel exterminador» es la película que retrata la perfección el esperpento de esta gilidemia, mientras que el poemario «Hijos de la ira» es como el COVID en verso ―ya saben, aquello de «¡Monstruos! Estoy rodeado de mosntruos!».
En cuanto a la canción, the winner is… «El alacrán, el alacrán, el alacrán te va a picar», una canción chundalatera que conocí en mí ya lejana juventud, en fiestas verbeneras, pero que aún hoy sigue sonando en grupúsculos marchosos ―por cierto, la canción aparece en el capítulo 10×23 de «Los Simpson»: es que a esta serie no se le escapa nada, ¿verdad?―.
Imagino que no hace falta que les traduzca lo que en la actual coyuntura metaforiza el alacrán de la cancioncilla, ni tampoco lo que quiere decir eso de que «te va a picar». Y, aunque tampoco haga falta que lo recalque, quiero dedicar esta canción a todos los zombies que me están leyendo ―que no serán muchos, me temo―
Fuá, ay, fuá, ay, fuá, fuá, fuá.
El alacrán, el alacrán
El alacrán te va a picar
El alacrán, el alacrán
El alacrán te va a picar.
Y dedico esta canción a los zombies enmascarillados, porque en ella se explica con todo detalle cómo se mata er bisho, ese monstruo tan peligroso y puñetero, que te puede picar en cualquier esquina, dentro del coche, hasta en las blancas alturas del Monte Naranco ―mala suerte, ya que los alacranes solo se dan con temperaturas calurosas, pro este bisho…
Pero vengan, acompáñenme en esta cacería del bisho:
Vengan todos caballeros
A matar el alacrán
¡Qué animal tan peligroso!
Pa’ los mentas y las paz.
Que pulula por la noche
Y por el día se va.
El alacrán, el alacrán
El alacrán te va a picar
El alacrán, el alacrán
El alacrán te va a picar
Bueno, eso de que «vengan todos caballeros» es porque en los tiempos machistas en los que se inventó la canción no se llevaba eso de caballeros/caballeras… pero por supuesto que las damiselas también están invitadas a la cacería de tan repugnante y peligroso bisho.
Para no resultar gravemente herido, para no sufrir ningún sobresalto, la mascarilla es obligatoria, pero, dado que el bisho es de cuidado, una armadura completa es bastante recomendable, especialmente en lo que respecta a la protección de pies, espinillas y pantorrillas, pues por ahí suele picar el alacravirus ―sí, un virus nuevo, pero en estos tiempos que corren cualquiera puede inventarse uno, ¿o no¿?
¿Dónde buscarlo? Estos covialacranes solían en mis tiempos habitar bajo las piedras, pero por decreto ley donde más hacen sus nidos hoy es en las barras de los bares, en los bancos de las iglesias, en los gimnasios, en los colegios, en los campos de fútbol, y, en fin, en todos aquellos sitios donde la gente se relaja y disfruta de la vida.
¡Qué cosas!: en aquellos tiempos levantabas piedras y salían los alacranes con su temible aguijón, pero hoy salen covids con sus púas ponzoñosas… ¡Uuuy: qué mieo!
En cuanto a las armas, recomiendo vivamente a los alacranicidas que lleven un buen aparato de fumigaciones a la espalda, con una manguera larga ―de más de un metro y medio, por si las moscas―. También es muy eficaz que vayan ustedes ―o sea, los zombies― por las calles con un lanzallamas, para freír al bisho nada más aparezca.
Se le cortan las uñitas, ¡sí señor!
Se le corta una patita, ¡sí señor!
Y por qué no otra patita, ¡sí señor!
Se le cortan los ojitos, ¡sí señor!
Y los hay amarillitos, ¡sí señor!
Y también verdecitos, ¡sí señor!
Y me sigo preguntando, ¿el qué?
Con todo, la manera más tradicional de acabar con el alacravirus es el de la patada a seguir, espachurrándolo como a las cucarachas: es la patada que se conoce ―en las artes marciales― como «¡Fuá, ay, fuá, ay, fuá, fuá, fuá!».
¿Qué cómo se mata y dices se mata así?
Fuá, ay, fuá, ay, fuá, fuá, fuá
También he leído por ahí que una buena «parabellum» viene que ni al pelo para arrasar al bisho, solo que hay que tener buena puntería, porque el covibisho es pequeñín, no te vayas a disparar en un pie, hombre
.
¿Los insecticidas?: pues hay expertos que dicen que sí valen, incluso el spray ese que usan las damas para defenderse de ciertos gamberretes, pues en el fondo eso es también el coronabisho.
Yo, la verdad, con eso de que hoy los alacranes tienen eso que se llama proteína «espiga», creo que lo mejor sería ataviarse de campesino y, cuando aparezca er bisho, se coge una hoz y ¡zas!, se le siega sin contemplaciones.
Bueno, sea cual sea la estrategia empleada, una vez consumado el alacranicidio, pues a enterrarle ―y perdón por lo de señoritos y no /señoritas, pero es que las fiestas verbeneras antes eran así―:
Vengan todos señoritos
A enterrar el alacrán
Lo mataron por picante
Y ahora ya no pica más.
Todos salen por la noche
A palmar el alacrán.
El alacrán, el alacrán
El alacrán te va a picar
El alacrán, el alacrán
El alacran te va a picar
Acabada la faena, cumplida la misión de eliminar al bisho picador, no se le ocurra ―querido zombie― ponerse a bailar esta canción tan bullanguera ―como se hacía en mis tiempos―, porque es muy posible que la autoridad competente haya prohibido el baile: y es e nadie es ferpecto.
PD: en los años 50 y 60 destacó el grupo cubano «Hermanas Benítez». ¿saben cómo se llamaba uno de sus éxitos?: «Si te pica el alacrán»… Cosas veredes…
Muy buén artículo y con la mala leche necesaria para estos tiempos.
Blancas alturas del Monte Naranco? Creo que usted nunca ha estado en Oviedo