La luz, el silencio de Sánchez y el gasto público
La vertiginosa subida del precio de la electricidad se ha convertido en uno de los principales problema sociales del Gobierno sin que su presidente, Pedro Sánchez, parezca demasiado afectado por el creciente clima de malestar que afecta, incluso al propio consejo de ministros. Después de semanas de silencio, que contrastan con las protestan que hace tan solo tres años se multiplicaban contra Mariano Rajoy, Unidas Podemos, amenaza ahora con unas hipócritas movilizaciones en la calle para forzar a su propio Gobierno a tomar medidas. El mismo Sánchez, que ahora no deja de colgarse medallas de oro por su gestión de la crisis económica y sanitaria, ponía el grito en el cielo contra Rajoy por la subida del precio de la luz que apenas alcanzaba entonces la mitad del que ahora recae sobre los consumidores.
La pregunta que se plantea, ante la perplejidad y el malestar social, es qué puede hacer el Gobierno. La respuesta llegaba ayer mismo de la Unión Europea cuya comisaria de Energía, Kadri Simpson, respondía a una pregunta del Partido Popular, que el Gobierno tiene en su mano instrumentos suficientes para evitar la mayor escalada del precio de la energía de la historia. Sánchez, sin embargo, prefirió guardar ayer silencio en su nueva aparición pública en la que no dejó de jactarse de la próxima aparición de una vacuna española contra el Covid-19. Por muchas excusas que alegue la ministra de Hacienda, echando incluso la culpa de las subidas a los anteriores gobierno del Partido Popular, lo cierto es que el principal beneficiado de las subidas es el propio Gobierno que el pasado año recaudó más de 11.000 millones de euros en impuestos a la energía gracias, en buena medida, a las ganancias de las propia eléctricas.
Lo que ocurre es que el Gobierno necesita estos ingresos dada la escalada del gasto público, otro de los cánceres que minan la estabilidad social