De Ginsberg a Salinger: la obsesión del sexo con menores
Simplificando la relación que tuvo Lewis Carroll con las menores a las que solía retratar, podría decirse que fue un paidófilo (o pedófilo), es decir, sintió una atracción erótica hacia niños o adolescentes, y no un pederasta, pues ojalá no hubiera abusado sexualmente de ninguna. Para él, infancia era sinónimo de pureza y perfección, y la adultez, de pecado. En todo caso, algo turbio tuvo que pasar entre el escritor y la familia, porque, tres años después de «Alicia en el país de las maravillas», los padres de la chica la obligaron a destruir las cartas de su admirador. La fascinación erótica hacia menores sería un tabú literario hasta que la «Lolita» (1955) de Nabokov le dio hasta una terminología. Este objeto de deseo pasó a denominarse «nínfula» por parte del protagonista narrador. ¿Dónde, entonces, poner la frontera entre el abuso y el amor sincero a una niña-mujer?
Nuestro Antonio Machado conoció a su adorada Leonor en 1907, cuando ella contaba trece años, y no le importó esperar a que llegara a la mayoría de edad, con quince, para poderse casar con ella. Y a Edgar Allan Poe le sucedió algo similar, al contraer matrimonio con una prima suya de trece. Y es que la relación de hombres mayores hacia mujeres menores de edad en el ámbito literario ha sido abundante tanto en la ficción como en la vida real. De hecho, se teorizó al respecto desde posturas izquierdistas en Francia y Alemania.
Giulio Meotti, en el artículo «El 68 de los pedófilos» (2013), explicó cómo muchos intelectuales de la época justificaron la pedofilia como parte de la revolución sexual mediante una declaración firmada en 1977. Estaban ahí filósofos y escritores como Gilles Deleuze, Louis Aragon, Roland Barthes, Jean-Paul Sartre o Simone de Beauvoir. Esta, por cierto, había sido despedida de su trabajo como profesora en 1943 por corromper a una alumna menor, lo que reconoció en sus memorias.
Foucault llegó a decir en una entrevista que el niño es «un seductor» que puede lanzarse al adulto, lo cual eximiría a este de toda responsabilidad. Pero lo peor es la realidad. Sir William Golding, Premio Nobel de literatura en 1983, confesó que intentó violar a una niña de catorce años cuando él tenía dieciocho, aunque ella logró escapar. «Era una niña, pero ya era muy sexy desde los doce; una depravada por naturaleza que quería tener sexo aunque gritara que no mientras huía», escribió.
El poeta Allen Ginsberg fue miembro activo del grupo Nambla, asociación que peleaba por los derechos de los adultos para tener sexo con menores. J. D. Salinger estaba obsesionado con las adolescentes, como demostraron varias mujeres que se vieron acosadas por él. Y Arthur C. Clarke, el autor de «2001: una odisea del espacio», en 1998 admitió haber tenido relaciones con menores días antes de ser investido caballero, algo que llevaba haciendo cuatro décadas: desde que, viviendo en Sri Lanka, recurría a chavales que se vendían a cambio de un sexo que, hoy, al cambio, valía 15 euros.
(La Razón)
Todos los “intelectuales” mencionados en el articulo fueron simples enfermos mentales utilizados como marionetas para promocionar la degeneracion y la creacion de traumas psicologicos en los menores para controlarlos y convertirlos en esclavos sexuales, la razon de que alcanzaran el exito y la fama fue su pertenencia o afinidad a cierta secta que predica entre sus adeptos que el resto de la humanidad no somos personas sino animales inferiores y que les pertenecemos como si fuesemos ganado lanar o bovino.
Muchos “progres” sostienen que comerciando con juguetes y caramelos es facil convencer a los nenes de parvulario para que otorguen “consentimiento sexual” y que entonces ya no deberia ser delito sodomizarlos, personalmente discrepo con esta doctrina y por eso en ningun momento de todo el tiempo que he residido en Andalucia oriental jamas se me paso por la cabeza afiliarme a IZQUIERDA UNIDA.
Quizas podria resultar oportuno abrir un debate publico a este respecto, en TVE, horario de maxima audiencia, para que los partidos de la “izquierda” como PSOE, PODEMOS e IZQUIERDA UNIDA pongan sus cartas sobre la mesa y nos expliquen al resto de los españoles, que somos la inmensa mayoria, de que va ese rollo del sexo con los menores y por que estan tan interesados en el tema, en la mesa de debate deberiamos por supuesto sentar tambien a representantes de la “derecha” del PP, VOX y tambien el embajador de Afganistan en Madrid, el nuevo que manden ahora.
Muy fácil, el argumento de la progresía será naturalizar la pedofília, y el de “la derecha”, aunque no exista ninguna “derecha” (ni física ni romántica) es pedir un pincho de tortilla y una caña.
Saludos.