El arzobispo Viganò denuncia de nuevo la vacuna contra el COVID-19: “Tenemos el deber moral de rechazarla categóricamente”
Por Patrick Howley.- El arzobispo católico Carlo Maria Vigano denuncia la vacuna contra el COVID-19 y la agenda de “la élite globalista” en una sorprendente carta dirigida a los obispos estadounidenses y a otros, publicada por LifeSiteNews.
Vigano, que se ha ganado la admiración de todo el mundo por reprender a los líderes de la Iglesia católica por cuestiones como el abuso de niños, deja claro que rechaza la vacuna por motivos de seguridad y morales.
Vigano califica la vacuna de “absolutamente inmoral” y dice que “tenemos el deber de rechazarla categóricamente”. Vigano también se opone firmemente al plan del régimen de Joe Biden de vacunar a niños de tan solo 5 años.
“La Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra el Covid-19 se emitió el año pasado en ausencia de datos completos tanto sobre la naturaleza del suero genético como de sus componentes”, escribe Vigano en su carta a los obispos y a otros, en la que Vigano expone la defectuosa “seguridad y eficacia de las vacunas”, argumenta que “los medicamentos experimentales no son vacunas en el sentido propio” y hace saltar las alarmas sobre “los efectos secundarios en las madres embarazadas y en los niños lactantes”.
“En este caso, las autoridades sanitarias han decidido llevar a cabo la experimentación en toda la población mundial, como excepción a la práctica habitual de la comunidad científica, a las normas internacionales y a las leyes de las distintas naciones. Esto significa que toda la población se encuentra en la condición de ser susceptible de sufrir los efectos adversos de la vacuna, bajo su propio riesgo, cuando normalmente la experimentación se hace de forma voluntaria y se lleva a cabo en un número limitado de sujetos, a los que se les paga por someterse a ella”, escribe Vigano.
“…Creo que es evidente que existen tratamientos médicos sin efectos secundarios adversos, aunque hayan sido sistemáticamente boicoteados por las Instituciones Sanitarias -OMS, CDC, EMA- y por los principales medios de comunicación”.
“Una vez comprobado que los fármacos que se venden como vacunas no aportan ningún beneficio significativo y que, por el contrario, pueden provocar un porcentaje muy elevado de muertes o patologías graves incluso en sujetos para los que el Covid no representa una amenaza, no creo que podamos concluir que exista ninguna proporcionalidad entre los posibles daños y los posibles beneficios. Esto significa, por tanto, que existe una grave obligación moral de rechazar la inoculación como posible y próxima causa de daños permanentes o de muerte. En ausencia de beneficios, no hay por tanto necesidad de exponerse a los riesgos de su administración, sino que, por el contrario, existe el deber de rechazarla categóricamente”, escribe Vigano.
“Recientemente se han dado a conocer revelaciones de los ejecutivos de Pfizer que demuestran que los sueros de genes de ARNm contienen material fetal abortado no sólo para la producción de la vacuna original, sino también para su replicación y producción a gran escala… Esto hace que el uso de estos medicamentos sea absolutamente inmoral, al igual que es inmoral e inaceptable el uso de medicamentos que utilizan niños huérfanos para la experimentación”, escribe Vigano.
“Cada día que pasa, miles de personas mueren o se ven afectadas en su salud por la ilusión de que las llamadas vacunas garantizan una solución a la emergencia pandémica. La Iglesia católica tiene el deber ante Dios y ante toda la humanidad de denunciar este tremendo y horrible crimen con la mayor firmeza, dando indicaciones claras y tomando partido contra quienes, en nombre de una pseudociencia supeditada a los intereses de las empresas farmacéuticas y de la élite globalista, sólo tienen intenciones de muerte”.
Es absolutamente inconcebible cómo Joe Biden, que también se define como “católico”, puede imponer la vacunación a 28 millones de niños de entre 5 y 11 años, aunque sólo sea por el hecho de que el riesgo de que desarrollen la enfermedad del SARS-CoV-2 es prácticamente nulo.
La Santa Sede y las Conferencias Episcopales tienen el deber de expresar una firme condena en este sentido, y también en relación con los gravísimos efectos secundarios que pueden derivarse para los niños a los que se les inocula el suero genético experimental.
Es igualmente imperativo que se produzca una intervención de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos dirigida a promover la exención religiosa y a revocar inmediatamente las prohibiciones impuestas al respecto por muchos Ordinarios a sus sacerdotes.
Del mismo modo, deben revocarse todos los requisitos de vacunación para los seminaristas y candidatos de las comunidades religiosas.
En su lugar, deberían darse directrices claras sobre los peligros relacionados con la administración de la vacuna y sus graves implicaciones morales”, escribe Vigano.
No se me ve ni respondo si me responden, pero estoy aqui todo el tiempo