La prueba definitiva de que Vox Málaga se ha convertido en todo un esperpento la hallarán los lectores en la mesa informativa instalada ayer en el I.E.S. La Rosaleda. Sin sentido alguno del recato, “vendieron” la noticia como “la primera mesa para estudiantes para informarles sobre las medidas de Vox en Educación”.

Tuvieron la desfachatez de expresar su contento con la “acogida de los estudiantes”. Y lo anunciaron así, con la desvergüenza del que hace de la mentira una conducta habitual que no se puede evitar. La realidad fue bien distinta. La gran “acogida de los estudiantes” se redujo a solo tres, aunque dos de ellos frisaban la treintena. El resto, personas entradas en años. Nos preguntamos qué medidas educativas podían ser explicadas por unas personas bastante mayores que no tenían precisamente la pinta de haber estudiado mucho. Por cierto, si el acto lo organizaban los jóvenes de Vox, dónde estaban esos jóvenes, que ni siquiera aparecieron en la foto con los tres supuestos estudiantes. Al menos el camaleón de Nadal le hubiera dado un cierto poso de intelectualidad de pega a la mamarrachada. Una más.

“Son mentirosos compulsivos y tan ridículos que ya hasta confunden la realidad con sus deseos”, ha señalado en su twitter un miembro de la Plataforma Antigestora de Vox.

Y es que el problema no es que sean ridículos, sino que hayan dejado ya de tener conciencia de cuán grande es su ridiculez. La poca militancia que le va quedando observa perpleja, entre tanto, el cúmulo de acontecimientos que han convertido al partido en un circo. La militancia de Vox en Málaga no merece a estos dirigentes provinciales ni el espectáculo risible que se está dando.

Un partido necesita, como presupuesto de existencia, unas buenas dosis de dignidad y de decoro. Su actividad al final queda limitada por el alcance de sus propias fuerzas. Cuando más, si acaso, por el sentido moral del que dispongan sus líderes. A esa merma debe Vox Málaga su aparente vidriosidad. Rueda, Jacobo Vázquez, Gutiérrez, Luna, Alcázar y Sevilla son un estorbo en el camino de Vox en Málaga. ¿Cómo revivificar el patriotismo frente a la izquierda con personas sin más ideales trascendentes que sus propios fines? Hace solo unos meses, la valía de los militantes de Vox Málaga no se medía en torno a determinadas características inconfesables, sino que venía prefigurada por su mayor o menor competencia. Para que triunfe cualquier proyecto es imperativo que estén al frente los mejores, y no los amiguitos ni las amiguitas. Ni Vox podía llegar tan bajo ni sus penosos dirigentes provinciales tan alto.

La desolada imagen de la mesa informativa de ayer en el I.E.S. La Rosaleda debería ser la mejor prueba de cómo no se puede pedir la colaboración de esa misma gente que está siendo suplantada en los cargos por arribistas y mediocres.