AD.- La ingeniería social es una manera de implementar o aproximar programas de modificaciones sociales. La asepción implica tentativa a gran escala, sea por gobiernos o grupos privados. En este caso se trata del Ministerio de Igualdad de la inefable Irene Montero. Mal camino lleva la pretendida lucha contra la violencia de género en este país cuando el contexto ideológico en el que son instruidas las mujeres responde a las directrices de la corrección política como principio imperante.

En un caso de chifladura difícilmente superable, el ministerio ha puesto en marcha una iniciativa denominada “Practica los buenos tratos. Por una vida libre de violencias machistas”. La imagen de la campaña es una sonriente pareja: ella, española de origen; él, de origen subsahariano. Se apela por consiguiente a esos lugares comunes de la diversidad, el feminismo, el español indigno que denigra a las mujeres y no así el que viene de fuera. Ya se sabe que estos progres de pupitre están llenos de autocomplacencia al erigirse en defensores de causas que ellos mismos denigran al mostrarlas de forma tan sectaria. El sectarismo de la campaña se pone de manifiesto en la elección de un varón perteneciente a un colectivo que representa el 2,4 por ciento de la población española.

El mensaje subliminal de la campaña es la interiorización del hombre autóctono como intrínsicamente maltratador. Se trata de una desvergonzada inversión de roles. Las responsables de idear la ridícula imagen no han tenido las agallas ni el coraje de reflejar la verdad. La falta a la verdad es también una expresión de odio. La estadística es tozuda y nos muestra que casi el 40% de los asesinatos machistas que se producen en España son cometidos por extranjeros, pese a que estos representan el 12,9 por ciento de la población española.

Pediríamos a las promotoras de la campaña contra la violencia de género que viajen más a esas sociedades que tienen a la cultura de la violencia como pilar, donde la muerte es el único horizonte para la juventud y las mujeres, donde la vida se confunde con la muerte. Iros a vivir bajo esas condiciones de vida inhumana y degradante, y olvidaros de los verbos crear, trabajar, construir, amar, tolerar, pensar, imaginar, y aprendan a conjugar los verbos matar, odiar, destruir, alienar, saquear, oprimir, esclavizar…

Id, corred a disfrutar de las hermosas costumbres de esas sociedades y a la vuelta acaso renuncieis a que vuestros prejuicios ideológicos sirvan de ejemplo a los hombres españoles.

Allí podréis disfrutar de las delicias del verdadero racismo, de la auténtica discriminación, de la insuperable relegación de las mujeres, de las verdaderas desigualdades sociales, de la miseria puerta con puerta con el lujo desmedido, del abuso y la prepotencia como sistema santificado, y apreciaréis la compañía de hombres que prefieren a su camella antes que a su(s) esposa(s)… Allí podréis haceros cómplices de los crímenes contra la infancia, de la venta de niñas(os) entregadas(os) al enfermizo apetito sexual del macho dominante.

Iros a esos países donde las mujeres no tienen derecho de andar en libertad. Iros a esos países donde las mujeres violadas son culpables de su propia violación. Iros a esos países donde se muere degollado por “salvar el honor” de la familia. Iros a esos países donde se lapida a las mujeres o donde son equiparadas a los excrementos. Iros a esos países donde la libertad de conciencia es considerada apostasía y ésta es castigada con la muerte. Iros a esos países donde tal vez acabaréis crucificados y decapitados por cualquier motivo.

Los que han ideado el ridículo cartel son víctimas potenciales seducidas de un complejo de culpabilidad frente a todo lo que no es europeo y occidental, progres al servicio de quien se ha erigido como único amo del pensamiento y la vida de los hombres.