Paren ya la vacunación de los niños
Monse Gil-Delgado.- Desde que empezaron a marearnos con las cifras del covid no solo en España, sino en todo el mundo, nos dejaron claro que los niños no sufrían la enfermedad y que si lo hacían la pasaban de forma “leve”. Aún así, de vez en cuando soltaban una bomba de miedo publicando el caso de algún niño supuestamente fallecido por covid, y pese a que más tarde la noticia era desmentida o matizada desde los mismos medios oficiales, impregnaban de temor el inconsciente colectivo de tal forma que quedara grabado en las mentes no pensantes que el supuesto bicho también mataba niños. Recuerdo un caso escandaloso de un pequeño que tristemente falleció ahogado en una playa de Gran Canaria y que un medio difundió con el titular “Muere por coronavirus un niño de cinco años en Canarias”, cuando el mismo artículo reconocía que sufrió un ahogamiento accidental. Terrorismo informativo puro y duro, al igual que el ejercido por el nefasto Iker Jiménez dejando caer la triste noticia de otro fallecimiento infantil.
Y así va calando el mensaje: los niños también mueren, lo ha dicho la tele. Y si lo dice la tele va a misa. Después de culminar un curso escolar en plena pandemia en el que quedó claro que los niños no son un grupo de riesgo en esta crisis, supuestamente en el peor momento de la pandemia, cuando el virus atacaba según franjas horarias o dependiendo de si estabas de pie o sentado en un bar (el primer agente patógeno con altímetro incorporado), ahora nos vienen con que los menores de 12 años son los causantes del repunte de casos. Otra vez en “riesgo extremo”, esto parece el día de la marmota. Es más, son culpables de “contagiar” el virus a sus mayores, en teoría protegidos por dos o incluso tres pinchazos que a todas luces no han servido para otra cosa que no sea debilitar su salud. Si esto no es suficiente coacción apelando a lo más rastrero de la especie humana, es decir, poner en riesgo a los niños con un tratamiento que no les reporta beneficio alguno para salvar (supuestamente) a los adultos, ahora se presentan con el chantaje del pasaporte covid.
Desde el poder saben perfectamente que los que más difícilmente se van a resistir a renunciar al ocio nocturno, discotecas y bares, son los jóvenes. Y si alguno se había negado hasta ahora a pincharse con el brebaje transgénico era porque habían comprobado que no suponía apenas cambios en sus vidas, más allá de algún enfrentamiento dialéctico. Pero eso ahora ha cambiado con el pase siniestro. En Galicia han planteado incluso restringir la entrada a los parques infantiles a los niños que no tengan la estrella amarilla. Los adolescentes no pueden pasar la Navidad renunciando a salir con sus amigos al bar o la discoteca, y los padres que no quieren que sus hijos sean las cobayas del experimento asisten impotentes a la rendición de los chicos. “Si no me dan otra opción, me vacunaré. Yo quiero vivir la vida”, dicen, con la solemnidad de haber tomado una resolución trascendental. Y lo es. Porque ya no quieren escuchar que muchos jóvenes están sufriendo efectos secundarios graves, irreversibles en ciertos casos, y que no necesitan en absoluto este “tratamiento”. Quieren vivir, pero algunos, por desgracia, han encontrado la muerte tras el pinchazo.
¿Por qué se empecinan en vacunar a los niños? ¿Qué oscuros intereses hay detrás de la vacunación masiva de un grupo de edad que no lo necesita en absoluto? Yo creo tener la respuesta, pero animo a todos a reflexionar, sobre todo en cuanto a la postura del colectivo médico. Una sociedad que antepone la salud de los mayores a la de los pequeños está abocada a la desaparición: no solo estamos poniendo en riesgo sus vidas, también la esperanza en el futuro de la Humanidad. Son los médicos y pediatras los que deben responder a esas cuestiones y espero que lo hagan un día no muy lejano, a tiempo de parar esta locura, antes de que sea demasiado tarde. Paren ya la vacunación de los jóvenes y de los niños o las consecuencias caerán sobre su conciencia, si es que aún la conservan.
Las ratas viejas prueban el alimento nuevo o desconocido antes de que los más jóvenes se atrevan con él. Si las ratas viejas mueren o enferman, los demás no lo toman. La sociedad (suciedad) actual ha caído más bajo que las ratas de alcantarilla. Los cerdos del gobierno australiano me responden, en un correo-e en el que les preguntaba sobre el consentimiento informado a la inoculación a menores, que hay ciertas instancias (¿?) que gestionan el consentimiento; literalmente, «manage the consent». Si un gobierno es capaz de insultar la inteligencia del respetable desfigurando nociones elementales de derecho, eso significa el… Leer más »
Yo creo que no tienen conciencia. Les da igual todo. Los inoculados estan enfermando y muchos muriendo pero es igual. Vacunar, vacunar, vacunar….36.000 millones de euros se gasto la Von der Layen o como se llame en ” vacunas” y un porcentaje importante de ese dinero en formacde comisiones ya esta en su cuenta a traves de su marido.Las dosis sobrantes hay que ponerselas a los niños y a los incautos que braman por su 3 dosis.Estamos inmersos en una sociedad enferma, sobre todo de miedo. La gente esta aterrorizada y hace lo qye sea para que se acabe esta… Leer más »
Otro capítulo más en el genocidio
Son unos desalmados…
Como se acaban las tiranías? Con la fuerza.
Como se ganan los derechos? Con la fuerza.
Los mineros no ganaron sus derechos quejándose con pancartas. Los taxistas no lograron echar a los Cabify etc con slogans vacíos, sino con violencia… Los del metal idem.
La única fuerza que entiende el estado es la violencia y los disturbios y es además la única fuerza ante la que se achanta, como ya ha quedado demostrado tantas veces.
Esto implica naturalmente que dejemos nuestra zona de confort y vayamos a coger lo que nos pertenece, nuestros derechos. Incluso por la fuerza.
Esos niños, dentro de 12, 15 o 20 años, empezarán con problemas médicos extraños, fundamentalmente de índole autoinmune, metabólicos, cánceres o del tipo que sea, y entonces sus padres, si aún viven, se preguntarán: ¿por qué tan joven?
Los Satanistas son simple sencilla y llanamente SATANISTAS ADORADORES DEL DEMONIO no se necesita explicar nada se entiende por si mismo
No, los Illuminatti no tienen conciencia, tienen el Mal dentro de su corazón Ahí tenemos a la menestra de sanidad o lo que de ella queda, insistiendo en la jerga genocida: “vacunar, vacunar y vacunar” para que nuestros niños no enfermen. Todo al revés de lo que es. Nadie les para los pies a las hordas asesinas. Ni la Judicatura. Ni el Ejército. Ni las Policías. Ni el Jefe del Estado. Están todos en el negocio. Pregunten a Ábalos y sus maletas más los 53 millones de las mascarillas.
Y la de los.demas, o que pasa