Réplica a monseñor Luis Argüello, secretario de la Conferencia Episcopal Española
Señor Obispo Auxiliar de Valladolid:
Informado últimamente de su nota publicada en “El Norte”, le hago unas consideraciones a su cita: “Hacer celebraciones de los difuntos para un acto político, no nos parece oportuno”.
¿Tiene su Ilma. Algún argumento por el que no pueda ser o “parece todo lo contrario”?
Monseñor, el “parecer” es una opinión subjetiva (carente de argumentos) y la “opinión” es un parecer objetivo (con argumentación). Su aserto es una forma irracional de ocultar una realidad histórica, trascendente y heroica, bajo capa tópica y típica del concepto nebuloso, inconcreto y anónimo de “lo político”.
Nada, pues, ha demostrado su Ilma. Con esa salida cobarde contra las celebraciones eucarísticas a favor de los difuntos y más, cuando se trata de fechas imborrables por sus grandezas defensivas y apologéticas de la verdadera religión católica, dentro o fuera de nuestras fronteras.
La legítima defensa de la Verdad filosófica o teológica es un deber y derecho natural y en este caso, sobrenatural. ¿o es que las indulgencias y sufragios ganados en misas encargadas por los parientes tienen sólo validez a nivel familiar y no las pedidas por un colectivo de los leales a Dios sobre todas las cosas, a la Patria y a la Justicia, a quiénes honramos públicamente?
Y el honor público y social que debemos a esos personajes y conquistas históricas, ¿no son objeto de enaltecimiento para agradecer las proezas inspiradas en la grandeza de la fe católica intemporal de Santos como San Fernando III el Batallador, su primo San Luis de Francia y la pléyade de Caudillos y guerreros providenciales en todas las épocas de nuestra privilegiada historia española?
En su declaración insulsa y simplista se ha referido a la Misa del 20-N en nuestra ciudad leonesa, le digo que ha faltado a la primera virtud cardinal; la prudencia, al no haber escuchado la homilía allí pronunciada (acabada con una cálida y explosiva ovación), ni haberse tomado la molestia de asesorarse personalmente de su contenido, antes de juzgar.
La paz que estas Conferencias Episcopales promueven ya no es la paz de Cristo, que no nos la da como la da el mundo (Jn. 14, 27). Prefieren la del “aggiornamento” mundano e irenista de la mera ausencia de guerra.
Así es como acaban confabulados con el sistema liberal-ateo y masónico, cómplices del horrendo pecado de la profanación sacrílega de la tumba de Franco, aquel Caudillo predestinado por la sabiduría providencial para librarnos de la destrucción de nuestra catolicidad española y europea, con quien la Iglesia católica siempre tendrá una deuda impagable, y Usía seguramente debe su puesto jerárquico a la formación en alguno de los 20.000 templos que Franco levantó de los quemados por las hordas rojas, más los seminarios y conventos reedificados por él, al que tan ingratamente viene tratando esa Jerarquía, aun antes de su muerte.
Su Señoría nos demuestra una pésima formación filosófica, teológica e histórica, por no añadir la patriótica (derivada del 4! Mandamiento, que exige Piedad por los símbolos patrios, Justicias social preferente hacia los compatriotas y Gratitud a los antepasados).
Como bien dice don Antonio Tejero Molina (Alerta Digital, 22-11-21): “estamos entre traidores, cobardes y pasotas” (Judas, Pedros y Pilatos).
Es moral pura y auténtica la que hay que predicar denunciando tanta cizaña anticristiana, tanto chaqueterismo a todos los niveles y tanta cobardía de quienes conocen a Cristo, pero le niegan, contemporizando con sus enemigos.
La Historia juzgará la escandalizante cobardía e ingratitud de décadas de la jerarquía eclesiástica española, adormecida en modernismo vaticanista y minada por la masonería que tanto denunció y nos previno Franco.
¿Nunca han pensado los obispos que nos dirían esos mártires beatificados si levantaran la cabeza?
¿Cómo sus Señorías pueden dormir a gusto en esta comedia de su doble vida? (Si me enviara algunas letras, cuídese mucho de no confundir la contestación con la respuesta).
Cordialmente en Cristo Rey, este…cura raso.
*Párroco de Villamuñio, León.
Celebro que el Padre Calvo ponga los puntos sobre las íes a esa infame Conferencia Episcopal, que de Española no tiene nada, como demostró cuando se callaron como putas ante la profanación del Valle de los Caídos.
Creo que se merecen el martirio, pero por omisión. A los carrillos, estos no les hubiesen durado un minuto.