La Navidad que paró una Guerra Mundial: cómo fue la Tregua Navideña de 1914
Tomás Sahagún.- ¿Te imaginas que en medio de una Guerra Mundial, soldados de ambos frentes bajen las armas sin que ningún general dé la orden, y por unas horas canten juntos, intercambien comida y hasta jueguen un partido de fútbol? Todo esto y mucho más ocurrió una Nochebuena, entre el 24 y 25 de diciembre de 1914 a lo largo de varios kilómetros del Frente Occidental, en Francia, y se la llamó Tregua de Navidad.
Hacían 5 meses del comienzo de la Primera Guerra Mundial y la paz entre los Aliados y las Potencias Centrales no parecía estar cerca. El conflicto armado que se desencadenó después del asesinato del archiduque Franz Ferdinand de Austria había dejado de ser un enfrentamiento fugaz como esperaban los países involucrados y empezaba a perfilarse como una larga y tediosa guerra con múltiples frentes en todo el mundo.
La cantidad de trincheras y soldados dispuestos a morir por su país crecían todos los días y Europa, una vez más, estaba ante los ojos del mundo por el comienzo de una nueva guerra, que terminaría siendo de un calibre que el Viejo Continente nunca había visto: “La Gran Guerra”.
A pesar de la brutalidad del combate en fronteras, que por primera vez en la historia de las guerras de Europa enajenaba a los soldados beligerantes, ya que los ponía a cientos de kilómetros de distancia y se mataban en muchas ocasiones sin siquiera verse las caras, la paz (por lo menos por algunas horas) iba a llegar de manera espontánea.
En vísperas de Navidad las tropas alemanas comenzaron a decorar sus trincheras y a cantar villancicos, específicamente “Stille Nacht” (Noche de Paz en alemán) y, al otro lado, las tropas británicas respondieron con villancicos en inglés. Todo en conmemoración a la tradicional fiesta proveniente del cristianismo, religión que practicaban la gran mayoría de los soldados involucrados en este conflicto.
Ya después de las 12:00 y motivados por el espíritu navideño, tropas de ambos bandos abandonaron sus posiciones y con carteles que decían “No Disparen” se aventuraron en la “tierra de nadie”, el terreno que separaba las trincheras de ambos beligerantes y que en noches anteriores había sido la tumba de miles de soldados en la Primer Batalla de Ypres.
En la “neutralidad” de ese terreno, británicos, franceses y alemanes conversaron pacíficamente, intercambiaron risas y regalos como ropa, comida (chocolates, galletitas, etc) o tabaco, mostraron fotos de familiares, hicieron entierros para los caídos en combate y hasta se animaron a jugar un partido de fútbol entre aliados y alemanes, que según el escritor británico Robert Graves terminó en un triunfo 3 a 2 para los soldados germánicos; que debieron parar de jugar por las dificultades del terreno, que estaba prácticamente congelado.
Horas más tarde del cese al fuego y la amigable tregua, llegando a la noche del 25, los generales dieron órdenes de regresar a las trincheras y los soldados volvieron a la cruda realidad: los seguía esperando una brutal guerra que duraría hasta 1918 y dejaría un saldo de 14 millones de personas que murieron combatiendo, sumadas otras millones de personas muertas por hambrunas, éxodos y condiciones insalubres producto del conflicto armado.
La despedida entre los soldados fue inevitable y seguramente muy dura por el hecho de tener que volver al combate, pero muchos se quedaron con ese momento de humanidad y confraternidad en una guerra inhumana.
Años posteriores, los altos mandos de ambos ejércitos se aseguraron que este tipo de treguas no volviesen a ocurrir, amenazando con tachar de traidores a quienes las impulsen o las lleven a cabo. Los generales tenían miedo que en esta fraternización los soldados desertaran o intercambiarían información confidencial.
De hecho en 1915, si bien no hubo otra tregua como la de 1914, hubo saludos entre ambos bandos por radio. Para 1916, ni siquiera se les permitió a los soldados que entablaran comunicaciones con el otro lado.
Este hecho histórico y hasta anecdótico llama a la reflexión, a “parar la pelota” y pensar de qué manera pensamos vivir esta y todas las Navidades. Si bien pueden parecer sólo una simple fiestas tradicional, tienen un trasfondo y una profundidad para muchas personas tal que hasta logró, por un momento, parar la guerra más grande jamás vista hasta entonces.
¡Feliz Navidad!