Putin y el patio trasero ruso
La irrupción del affaire Snowden ofreció a Putin la oportunidad de aparecer ante los ojos del mundo como adalid de la defensa de los Derechos Humanos, diluyendo de paso su imagen de represor en el conflicto checheno, aunque Putin es consciente de la nueva dinámica acción-reacción en la que verán envueltas las relaciones ruso-estadounidenses a partir de este momento (Guerra Fría 2.0) y que se traducirá en el recrudecimiento de la estrategia kentiana de EEUU para asfixiar la economía rusa.
En su primer mandato como Presidente, Putin logró la defenestración de la primitiva clase dominante proveniente de la época de Yeltsin (oligarcas), corrupta camarilla mafiosa equivalente a un miniestado dentro del Estado Ruso (el 36% de las grandes fortunas concentrarían en sus manos el equivalente al 25% del PIB, (de la que serían paradigmas Berezovksy y Jodorkovski, acusados de evasión y fraude contra el Estado ), procediendo a su sustitución por sujetos de probada lealtad a su persona, sin veleidades políticas y con el único afán de lucro rápido.
Posteriormente, silenciando las voces y medios de comunicación disidentes mediante el miedo escénico, la asfixia económica, la incoación de arbitrarios expedientes por delitos fiscales y las vías expeditivas, Putin habría conseguido la desaparición de la oposición propia de los países democráticas y la instauración del oficialismo. Dicha doctrina política conjuga las ideas expansionistas del nacionalismo ruso, las bendiciones de la todopoderosa Iglesia Ortodoxa, los impagables servicios del FSB (sucesor del KGB), la exuberante liquidez monetaria conseguida por las empresas energéticas (GAZPROM) y parte del ideario jruschoviano simbolizado en un poder personalista autocrático y en el culto a la personalidad del líder supremo al conjugar de facto en su persona la Jefatura del Estado y la Presidencia del Partido, quedando el Primer Ministro, Mijail Mishustin como mero holograma virtual de Putin.
El Patio trasero y la Doctrina Brézhnev
El llamado patio trasero de Rusia estaría vertebrado en lo económico por la Unión Económica Euroasiática (UEE) integrada por Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kirguistán y Kazajistán y en lo militar por la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC), alianza de países desgajados de la extinta URSS integrada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tajikistán y liderada por Rusia con el objetivo de “contrarrestar las amenazas externas” y que se habría plasmado en la llegada de tropas rusas y bielorrusas a Kazajistán para asegurar la permanencia en el Poder del líder kazajo, Tokayev.
La crisis de Crimea habría significado el retorno de la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada), que instauró que “ Rusia tiene derecho a intervenir incluso militarmente en asuntos internos de los países de su área de influencia”, instaurando una red de anillos orbitales que gravitarán sobré la égida rusa, regidas por autócratas que sólo obedecen ciegamente los dictados de su amo Putin y entre los que descollarían el líder checheno, Ramzán Kadyrov y el bielorruso, Lukashenko. Así, conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas (Crimea, Ossetia, Akjasia), el chantaje energético (Ucrania y Moldavia), la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica (Chechenia y Kazajistán), la desestabilización de gobiernos vecinos “non gratos” (Georgia) y el ahogamiento de la oposición política interna intentará situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2025, fruto del atavismo de Pedro el Grande.
Respecto a Ucrania, Putin intenta conseguir que Ucrania no entre en la OTAN y que el contencioso ucraniano quede perfilado con la división de Ucrania en dos mitades casi simétricas y separadas por el meridiano 32 Este, quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea y el Mar de Azov) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE, aunque Putin es consciente de la nueva dinámica acción-reacción en la que verán envueltas las relaciones ruso-estadounidenses a partir de este momento (Guerra Fría 2.0) y que se traducirá en el recrudecimiento de la estrategia kentiana de EEUU para asfixiar la economía rusa y provocar un Golpe de mano contra Putin.
Terremoto geopolítico en Europa
El acuerdo estratégico entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos conocido como AUKUS, implica la venta de submarinos norteamericanos de propulsión nuclear a Australia al tiempo que un fiasco económico para Francia estimado en 50.000 millones de Euros. Así, la ruptura unilateral por parte del Gobierno australiano de un megacontrato con Francia de 12 submarinos convencionales, habría provocado la cólera del Gobierno francés y la llamada a consultas de sus embajadores en Washington y Camberra lo que aunado con la posible paralización de la venta de aviones de combate Rafaele a la India , podrían provocar la desafección de Francia hacia el “otrora socio americano” y podría traducirse en la salida de Francia de las estructuras militares de la OTAN y un posterior acercamiento a Rusia.
Por otra parte, la coalición de intereses ruso-alemanes ideó el proyecto Nord Stream que conecta Rusia con Alemania por el mar Báltico, con una capacidad máxima de transporte de 55.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas al año y con una vigencia de 50 años, ruta vital para Alemania y los Países Nórdicos, por lo que fue declarado de “interés europeo” por el Parlamento Europeo y crucial para la geoestrategia energética rusa. Así, Putin conseguirá el doble objetivo geoestratégico de asegurar un flujo ininterrumpido de gas hacia Europa por dos vías alternativas,convirtiendo de paso a Polonia y Ucrania en islas energéticas y quedando los países del “arco del fracking europeo” (Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría, Ucrania, Rumania y Bulgaria ) bajo la órbita estadounidense y expuestas a nuevas guerras del gas.