Cómo el sistema educativo cubano cultiva el odio desde la primaria
Por Gabriela Moreno.- La inyección ideológica de comunismo en Cuba inicia desde los primeros años de vida en las escuelas de la isla decoradas con fotografías de Fidel Castro, su hermano Raúl y el ‘Che’ Guevara. En sus aulas se aprenden las primeras consignas. Desde allí se comienza a inculcar quiénes son los enemigos del régimen castrista.
Son las prisiones de adoctrinamiento a las que ni siquiera los padres pueden oponerse, porque enfrentarían hasta tres años de prisión.
Las aulas son pequeños caldos de cultivo ideológicos para los niños y jóvenes que asisten a recibir algo de conocimiento. Los mensajes que imparten en este periodo a las nuevas generaciones y también divulgan las autoridades a través de su cuenta en Twitter, así lo demuestra: “El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por sucesivas administraciones yanquis a la Antilla Mayor por más de 60 años, todo lo dificulta y encarece. La Educación Especial ha sido de las más afectadas en el sistema educativo cubano”.
Además de soportar la arenga, los estudiantes a partir del preescolar deben portar una pañoleta que los destaca a favor del sistema. Desde pequeños, cada mañana antes del inicio de las clases, deben jurar con la mano en alto: “¡Seremos como el Che!”.
Así se vuelven parte de la Organización de Pioneros de Cuba, de donde se supone que algún día tomará el camino hacia la Unión de Jóvenes Comunistas. A partir de allí, se inicia un proceso que tiene con único fin engrosar las filas del Partido Comunista de Cuba.
Más ahínco desde el poder
El adoctrinamiento en los textos desde preescolar hasta el último año de bachillerato es lo único que no ha variado en Cuba en las últimas tres décadas. Así lo afirma 14 y medio, que toma como base los libros digitalizados del Ministerio de Educación de Cuba.
Según los registros de la instancia, los últimos cambios en los contenidos de física, español y literatura datan de 1990. En aquel entonces, los cambios se hicieron allí con el único criterio educativo de eliminar la propaganda soviética, así como fortalecer el carácter socialista único de la revolución cubana.
De esa manera, la isla se quedó atrás considerando que en los países latinoamericanos cada cinco años ocurren modificaciones en los textos. El rezago es consecuencia de “la intervención directa del régimen en las políticas públicas para la educación que generó la destrucción sistemática de la estructura de gestión docente de las escuelas.
Se llegó al punto de asumir que un maestro de enseñanza secundaria podía impartir Física, Matemática, Literatura, Química y Artística”, afirmó el medio.
Lo más deprimente es que en Cuba la “educación de calidad” se centra en conocer las partes de la computadora y en el manejo mediocre del paquete de Office. Esto se debe a que el internet de acceso social —aprobado en 2013 para investigación y trabajo en clases— es un sueño que aún no llega. Claramente esto es parte de la política de Estado de mantener la educación en el riguroso sistema tradicionalista que la nueva cabeza del castrismo, Miguel Díaz-Canel plantea “perfeccionar”, con una perspectiva marxista-leninista durante su mandato.
Maestros en crisis
La ‘piedra de tranca’ en los planes de Díaz-Canel es que los maestros cubanos reciben una remuneración salarial que parte de los 4825 pesos mensuales (70 dólares), lo cual propicia la deserción masiva de los profesionales, constantes crisis migratorias y la desmotivación, por la falta de incentivos económicos.
Aquel intento de Fidel Castro de abrir, en el año 2000, las Escuelas de Formación Emergente de Maestros, con el objetivo de capacitarlos en seis meses, es hoy un paliativo que mermó el protagonismo a la formación universitaria de pedagogos, así como también extendió las debilidades del aprendizaje.
Quizá ello explica que Cuba no participe en el Programa Internacional para la Evaluación Estudiantil, el cual mide la aplicabilidad de los conocimientos adquiridos en la vida cotidiana al finalizar la educación obligatoria. Sin embargo, el Banco Mundial reconoce “el elevado nivel de Cuba en educación”, pero lo hace con referencia al carácter gratuito del sistema educativo, una condición rebatible cuando cada estudiante en la isla cuesta 4740 pesos cubanos por curso escolar.
El costo representa que cada trabajador destina al sistema educativo 2.100 pesos anuales. Tenga o no hijos, si tomamos como base el salario medio encontraremos que todo trabajador cubano labora dos meses y medios al año —íntegramente— para pagar la educación «gratuita» establecida por los comunistas.