¿Qué se esconde tras la crisis de Ucrania?
La escalada de los precios del gas y la electricidad habría sorprendido a Europa con las reservas de gas en mínimos históricos 60% ) y habría escenificado el fracaso rotundo de las políticas energéticas de una Unión Europea incapaz de lograr la utópica autosuficiencia energética. Uno los factores que más repercute en la dependencia energética de un país es la cantidad de petróleo y gas que debe importar para la industria y transporte, estando la media europea en el 52% y al ser Rusia el principal abastecedor de gas, petróleo y carbón de la UE (con un 40%, 30% y 25% respectivamente), se deduce que la UE sería una isla energética y sufriría de una ruso dependencia energética severa, de lo que sería paradigma la reciente escalada de los precios del gas y la electricidad en Europa.
Rusia y la geopolítica del gas
Argelia exporta su gas a través de tres gasoductos: dos Argelia-España (uno de ellos pasando por Marruecos) que no están conectados a la red europea y un tercero Argelia-Túnez-Italia. Tras la crisis de Ucrania, los dirigentes de la UE habrían establecido como prioridad la necesidad de mejorar la conexión gasista con la Península Ibérica mediante un gasoducto que conectara a España con Francia a través de Cataluña (gasoducto Midcat) mediante el cual España haría llegar a la red energética europea el gas de Argelia,(equivalente a la mitad del que llega desde Rusia a través de Ucrania), proyecto que habría quedado en el limbo debido a la miopía de los reguladores europeos y que habría imposibilitado que el gas argelino fuera la alternativa europea a la ruso dependencia energética.
El proyecto del gasoducto conocido como Nabucco West proyectado por EEUU para transportar el gas azerí a Europa a través de Turquía, Bulgaria, Rumania y Hungría y así evitar la rusodependencia energética de la UE fracasó al haberse inclinado Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán por el proyecto ruso del gasoducto South Stream y tras retirarse finalmente Azerbaiyán del proyecto en junio de 2013, siendo elegida la vía alternativa del gasoducto transadriático, (TAP, Trans Adriatic Pipeline), mediante el cual Azerbaiyán exportará su gas hacia Europa a través de Grecia, Albania e Italia pero que sólo puede transportar un tercio del proyecto Nabucco, por lo que no supone ninguna amenaza para los intereses de Rusia.
Por parte rusa, en el 2007 presentó el proyecto del gasoducto South Stream, gasoducto de 39.000 millones de dólares que recorrería Rusia, Bulgaria, Serbia, Hungría, Eslovenia e Italia y que debía comenzar a construirse en Junio del 2014 garantizaba el suministro de gas ruso a la UE evitando el paso por la inestable Ucrania. Así, tras la crisis del gas del invierno del 2.006 y los recortes de suministro producidos en incontables países de la UE (el 80% del total del gas que la UE importa de Rusia pasa por Ucrania y abastece en más de un 70% a países como los Países bálticos,Finlandia, Eslovaquia, Bulgaria, Grecia, Austria, Hungría y República Checa ), pero dicho proyecto dormirá en el limbo de los sueños tras la negativa de Bulgaria a participar en el mismo debido a las presiones recibidas por parte de EEUU.
En el 2020, se gestó el gasoducto Turk Stream de 900 kilómetros que transportará gas natural desde Rusia a Turquía que beneficiará a países como Hungría, Serbia Bulgaria para incluirlos en la órbita rusa , convirtiendo de paso a Ucrania en una isla energética. La coalición de intereses ruso-alemanes ideó el proyecto Nord Stream que conecta Rusia con Alemania por el mar Báltico, con una capacidad máxima de transporte de 55.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas al año y con una vigencia de 50 años. Dicha ruta se estima vital para Alemania y los Países Nórdicos, por lo que fue declarado de “interés europeo” por el Parlamento Europeo y crucial para la geoestrategia energética rusa. Así, con dichas rutas se cerraría la pinza energética rusa al descartar a Polonia y a Ucrania como territorio de tránsito y Rusia conseguirá así su doble objetivo geoestratégico de asegurar un flujo ininterrumpido de gas hacia Europa por dos vías alternativas,convirtiendo de paso en “islas energéticas” a Polonia y Ucrania.
EEUU y el shale
El objetivo inequívoco de EEUU sería sustituir la rusodependencia energética europea (30% del gas que importa la UE procede de Rusa) por la frackingdependencia, inundando el mercado europeo con el GNL (gas natural frackeado en EEUU y transportado mediante buques gaseros) para hundir los precios del gas ruso. Otro objetivo era impulsar la utilización de la técnica del fracking en todos los países de la Europa Oriental, el llamado “arco del fracking europeo” que se extendería desde los Países Bálticos hasta la Ucrania europea, pasando por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria y que dependería de la tecnología de empresas estadounidenses como Chevron o Shell.
Así, Polonia aspiraba a convertirse con sus dos terminales en el principal centro de distribución del gas natural licuado (GNL) de importación en territorio europeo y tras denunciar que “dicho gasoducto podría fortalecer la dependencia de la UE del gas ruso y consolidar la posición dominante de Gazprom en el mercado europeo”. habría conseguido paralizar la construcción del citado gasoducto con el objetivo inequívoco de ralentizar hasta el paroxismo la construcción del Nord Stream 2. Dicho gasoducto tiene una longitud total de 1.200 Km con un coste estimado de unos 11.000 millones $, transportará por el Báltico directamente el gas ruso hasta Alemania y cuando ya estaba construido en un 80% y en un desesperado intento para evitar su finalización, el Senado de EEUU aprobó el 17 de diciembre la Ley de Autorización de Defensa Nacional 2020 rubricada por Donald Trump que incluía sanciones económicas contra las empresas que participaban en la construcción del gasoducto Nord Stream 2.
Ello representaba un misil en la línea de flotación de la política energética diseñada por Alemania al declarar Angela Merkel que se trataba de “una declaración de guerra de EEUU contra Alemania”, tardía reafirmación de la soberanía alemana que consiguió que EEUU dejara de boicotear las obras y bendijera la culminación del proyecto gasístico que sin embargo continúa inactivo ante la falta de concesión por Alemania de los permisos necesarios para iniciar su andadura.
Sin embargo, la actual crisis de precios del gas será aprovechado por Putin para mediante un audaz movimiento de sus torres en la partida de ajedrez geopolítica que se estaría desarrollando en territorio ucraniano, reeditar la guerra del Gas ruso-ucraniano del 2006 con el objetivo inequívoco de condenar al sector europeísta ucraniano a la asfixia económica y la inanición energética, no siendo descartable una tardía reafirmación de la soberanía europea por parte de Francia y Alemania que se traducirá en la suspensión de sanciones y un posterior acercamiento a Rusia, quedando los países del “arco del fracking europeo” (Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría, Ucrania, Rumania y Bulgaria) bajo la órbita estadounidense y expuestas a nuevas guerras del gas.