El presidente de EE.UU., Joe Biden, durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, el 6 de agosto de 2021, Washington.

Según los últimos datos del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, la deuda bruta a nivel federal alcanzó el valor más alto de la historia y superó los 30 billones de dólares. Antes de la pandemia, esta cifra había sido proyectada recién para 2025.

Los programas de estímulo fiscal que impulsaron los demócratas fueron financiados, en su mayoría, con grandes colocaciones de deuda pública.

Frente a este panorama tan sombrío, el presidente Joe Biden se mostró escéptico de la responsabilidad fiscal en 2021, impulsado a contramano una masiva ampliación de los cheques de ayuda social suministrados por el Estado.

Tras la primera extensión del paquete de estímulo en los últimos meses del 2020, y aún con la férrea oposición del entonces presidente Donald Trump, el rojo fiscal terminó por llegar al 15,8% del PBI en enero de 2021, y fue la situación sobre la cual operó Biden.

Esta vez, con un Congreso amigable dominado por el Partido Demócrata, el Gobierno de Biden amplió los programas de ayuda social en marzo del año pasado y el déficit fiscal se disparó hasta el 18,3% del PBI. Para este punto, la economía de los Estados Unidos ya se encontraba prácticamente recuperada del impacto por la pandemia y no había necesidad de esta política expansiva.

La recuperación económica se mantuvo a lo largo del año pasado casi sin pausa, pero el desequilibrio del sector público se mantuvo estancado en los mismos niveles desde junio a diciembre del 2021, arrojando un promedio de déficit en torno al 11,5% del PBI.

Hacia el mes de diciembre del año pasado, el déficit total del Gobierno federal bajó tenuemente al 10,7% del PBI, una cifra que continua en máximos históricos.

De la misma manera, el gasto público del Gobierno federal sigue más de 7 puntos del producto por encima del nivel que tenía en febrero de 2020, pero el nivel de actividad creció un 2,26% desde entonces. La economía se recuperó de la pandemia y retomó la tendencia de crecimiento que tenía en 2019, pero el gasto público no volvió a bajar a niveles de prepandemia.

Al mismo tiempo en que produjo una importante expansión de los estímulos fiscales, la Reserva Federal no corrigió la tasa de interés de referencia a lo largo del 2021, dejando que la inflación anual llegase al 7,05% hacia el mes de diciembre.

Esta posición excesivamente laxa de la política monetaria fue la responsable de acrecentar la dinámica alcista de los precios. Diversos economistas de renombre como Lawrence Summers y John Taylor, ambos con pensamientos políticos diferentes, coincidieron en que el estímulo fiscal impulsado por Biden y los demócratas fue excesivo, y terminó por sobrecalentar la economía.

El llamado Tapering, que típicamente se lanza luego de las medidas de flexibilización cuantitativa, no estuvo presente en 2021.

El presidente de la FED, Jerome Powell, prometió encabezar una lucha contra la inflación y ya anticipó un aumento de tasas a partir del próximo mes de marzo, pero aún no se han dado a conocer los detalles sobre la magnitud de los estos, si tampoco un horizonte hacia el futuro.