Elecciones en Castilla: Bolcheviques y mencheviques se disputan el voto del señor Cayo
Por Alfonso de la Vega.- Atravesar el vasto espacio en Castilla también resulta un viaje en el tiempo; hoy, presa de una cierta nostalgia, con una creciente sensación de nuevo fracaso histórico español como el del 98. A diferencia de lo que aconteciera con el fundador del reino de Castilla, el conde Fernán González, vemos con tristeza que, traicionadas las ideas del Preámbulo constitucional, otra vez las instituciones de la monarquía se han convertido en obstáculo para el progreso de España y sus gentes.
Don Claudio Sánchez Albornoz explicaba que, en el medievo remoto, Castilla, gracias a la voluntad de las gentes y al arrojo des su conde, luego primer rey castellano, se convertiría en un “islote de hombres libres en la Europa feudal”, contra el islam cordobés y el feudalismo de otros reinos cristianos. Ya siglo y medio antes de él, en el año 824, en el valle de Brañosera surgía una especie de derecho limitativo del poder feudal de los señores. Más tarde irían surgiendo Comunidades de Villa y Tierra con sus fueros respectivos. En el viejo solar de Fernán González, donde otrora se produjo una extraña y valiente apuesta por la libertad y dignidad humanas, bolcheviques y mencheviques hoy se disputan el botín de la taifa castellano leonesa del mayestáticamente llamado reino de España.
Para el que no lo recuerde, acaso no está de más aclarar que bolchevique significa miembro de la mayoría; menchevique, de la minoría. La ideología, con ciertos matices, venía a ser la misma de fondo en ambos. Los bolcheviques más radicalizados, los mencheviques más moderados. Como también ahora, de diferenciación comercial del producto en el mercado electoral en estos tiempos posmodernos globalistas, aunque mayorías y minorías dependan del lugar y el momento oportuno. Y, dado que no suele haber recuento oficial de votos tal como indica el procedimiento, los resultados reales nunca llegan a conocerse con certeza. Una España vaciada que de momento aún no tiene su correspondencia con una urna vaciada. El disputado voto del señor Cayo, que tan lúcida y premonitoriamente narraría al comienzo de la Transición el gran Miguel Delibes.
Sí. En esas tierras de la España vaciada por el régimen, los bolcheviques son las mesnadas populares y los mencheviques las de la PSOE. En otras taifas, es al revés. En algunas es el indigenismo más o menos despótico, desleal e insolidario el que domina. Un turnismo imperfecto en esta enésima Restauración fracasada.
Cuesta pensar que entre las actuales ruinas de San Pedro de Arlanza se produjese ese milagro de libertad hace un milenio y en las condiciones más difíciles. Unas ruinas venerables hoy saqueadas, motivo de meditación en la medida que puedan ser representativas de la propia situación de Castilla en este momento. Aguas abajo del río Arlanza se encuentra la colegiata de Covarrubias donde se halla la tumba del rey. Desde esta bonita villa burgalesa a Santo Domingo de Silos apenas se cruza con algún otro viajero. Durante el crepúsculo resulta más fácil ver algún corzo que se atreve a salir de la espesura para comer en los claros solitarios.
Parece increíble que en Medina, al pie del famoso castillo de la Mota, se fijara el formato moderno y negociara la letra de cambio. El memorial de Valle de la Cerda dirigido a don Felipe II se valoraba el tráfico en la pujante ciudad en unos ciento cincuenta y cinco millones de escudos de la época; nada parecida a la situación actual casi cuatro siglos y medio después. Una decadencia que no tendría que ver con un simple deterioro ecológico o de soporte de actividad agraria, debido a las pulsaciones climáticas, sino a algún problema geopolítico o cambios en las ideas fuerza de la civilización. Algún lector dirá: exagera. En la Comunidad no solo hay vastas extensiones deshabitadas, también hay ciudades y algunas importantes; y grandes tesoros artísticos. Cosa que es cierta, como que también tanto la postración y decadencia como el auge o prosperidad son relativos; y que, en este caso de Castilla, el Régimen castiga el patriotismo y la lealtad.
“La gala de Medina, la flor de Olmedo, que de noche le mataron al caballero”. Con traición y alevosía. Pero si sabemos quién mató al caballero castellano porque nos lo cuenta Lope de Vega, más difícil resulta saber qué pasa hoy con Castilla.
En nuestra dilatada y ajetreada Historia no podemos dejar de observar un cierto halo trágico. Azorín ofrece un final feliz en su libro Castilla a la aventura amorosa, tan desoladoramente trágica en el original, de Calisto y Melibea.
“En esto veo Melibea la grandeza de Dios. ¿En qué Calisto? En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase: y fazer a mi in merito tanta merced que verte alcanzase”.
¿Por qué el devenir de España parece tener también, como en el caso de los tan desgraciados amantes, un elemento permanentemente trágico, que impide el triunfo del amor y del bien? El devenir de España también parece eternamente víctima de una conspiración motivada por la ambición, el egoísmo y la codicia de las Celestinas de turno y consentida por un pueblo desorientado cada vez más amorfo.
Azorín nos presenta a un Calisto maduro, felizmente casado con Melibea y padre de una hija, del mismo nombre que su abuela, Alisa. Pero Calisto medita con la cabeza reclinada en la mano sobre el devenir del tiempo y las formas de las nubes, tan iguales, tan distintas, en su eterno caminar sobre el cielo… Otro halcón pasa el cercado del jardín y tras él un mancebo…
¿Tiene razón Azorín al permitirse dar otro final a la historia? ¿Es que la Historia de España tiene un carácter fatal que se impone a los intentos de reforma y mejora profunda y continua de generación tras generación?
Nos encontramos en un momento histórico en el que los logros de la labor de construcción de la gran civilización española iniciada por la vieja Castilla se encuentran gravemente amenazados. En el que el tren azoriniano de la lucecita roja parece que ya nunca regresará. Una aventura común de siglos, hoy medio desbaratada por la corrupción y la falta de inteligencia, voluntad y patriotismo de muchas instituciones y sus ocupantes, trasladadas a buena parte del pueblo español actual, víctima de un proceso de embrutecimiento programado.
Regresan las cigüeñas que barruntan la primavera y vuelven las votaciones a Castilla para otra vez disputarse el raro voto del ninguneado, si no parasitado, señor Cayo. Lo que no sabemos es si también volverá nuestra dignidad y voluntad de ser libres y mejores, al menos antes de que las urnas queden vacías para siempre.
*Ingeniero agrónomo, escritor y analista político
Representantes del partido, hacen lo que quieren, votar, es apoyar la mentira, no los puedes echar, no te
Pero no votar, todavía es peor, pues tu opìnión no contará para nada…