¿Guerra inminente?
Jorge Fernández Díaz.- Que Biden anuncie la retirada del personal estadounidense destinado en Ucrania y exhorte a sus compatriotas a abandonarlo con urgencia; que la UE haga lo propio con el «personal no esencial», así como los estados miembros con sus nacionales, indica una eventual invasión del país por parte de Rusia. Ya es demasiado tiempo alertando de esa posibilidad, tanto que podría aplicarse el cuento de «que viene el lobo» y, al final, cuando Putin dé la orden, pillar a todo el mundo desprevenido.
Los precedentes de la guerra de Rusia con Georgia por la posesión de las regiones de Osetia del Sur y Abjasia, que fue coincidente con la celebración de los JJOO de Pekín en agosto de 2008, y la situación actual con los Juegos de Invierno que finalizan el próximo día 20 también en China, han dado pie a prever que esa invasión se producirá a partir de esta fecha. Las severas condiciones climáticas, como vemos por las imágenes de tv, también son un elemento a tener en cuenta de cara de esa eventualidad militar.
La realidad es que una determinada intervención rusa en Ucrania se da por segura, y sólo se discute el alcance de la misma, con tres escenarios posibles, de mayor a menor grado de probabilidad de ejecución. El primero sería el que afectaría a la región oriental del Donbass, que oficializaría su anexión a Rusia de forma análoga a lo sucedido con la península de Crimea en 2014 y el referéndum de autodeterminación subsiguiente. En esta hipótesis, la respuesta occidental con EEUU al frente sería más aparente que real, y se limitaría a sanciones económicas no extremas. El segundo escenario es el de una posible progresión de esa ocupación oriental hacia zonas limítrofes en dirección al oeste. La gravedad de la situación vendría definida por la intensidad de ese avance, siendo el límite la línea del río Dnieper que baña Kiev y cruza Ucrania desde Bielorrusia al norte hasta el mar Negro al sur. Esa progresión marcaría la gravedad de la amenaza, que pasaría a ser de nivel máximo de llegar hasta la capital. El tercer escenario –avance desde el Dnieper hacia occidente– ahora no es imaginable, ya que las consecuencias serían una guerra convencional de gran alcance, con ejércitos de la OTAN en las fronteras, expuestos a un «error de cálculo» de imprevisibles consecuencias para Europa y el mundo entero.
A la espera del resultado de la conversación entre Biden y Putin, como es 13 de febrero, aniversario de la partida al cielo de la Hna. Lucia, es una ocasión idónea para pedir su intercesión ante la Virgen de Fátima, que tiene encomendada Rusia y la paz.
¿Pero es que es posible una conversación de semejante envergadura con Biden? ¿Nos toman el pelo o qué?