Terremoto en Génova 13
Inicio esta nueva columna semanal que el director de este diario, ha tenido la generosidad de ofrecerme, para aprovechar la oportunidad de analizar y opinar sobre los acontecimientos que conforman el día a día de la vida de millones de ciudadanos que tenemos el privilegio de disfrutar de las bondades que ofrecen una de las ciudades y regiones más desarrolladas y atractivas de España y Europa, como es Málaga y Andalucía.
Era mi intención inicial hacer una carta de presentación con un artículo amable y positivo sobre el fulgurante desarrollo de nuestra querida Málaga, pero un comunicador, como es el caso de quienes nos dedicamos a comentar u opinar en los medios o redes sociales las noticias más destacadas que afectan a los ciudadanos, no puede ni debe sustraerse a la realidad de los acontecimientos que inquietan o sorprenden por su incidencia personal o colectiva.
En esta ocasión no ha sido el devenir de la pandemia que parece darnos un respiro sin mascarillas, ni la sequia que nos amenaza o si nuestro admirable y admirado Francisco de la Torre volverá a presentarse para su reelección a la alcaldía y así poder inaugurar la Expo27, después de 21 años al frente del municipio.
Estos días la noticia más relevante, es sin duda, el terremoto político de grado 10 en la escala de Richter que ha sacudido el emblemático edificio del Partido Popular en la calle Génova. El seísmo es de tal magnitud, que los firmes cimientos en los que se asentaba desde la refundación del centro derecha hace ya más de treinta años, pueden verse tan seriamente afectados que si los bomberos no lo apuntalan urgentemente, su derrumbe será inevitable.
Sin duda, los actuales barones o presidentes autonómicos, son los llamados en las actuales circunstancias a revestirse de los correspondientes trajes ignífugos, apagar los focos de los incendios que ha provocado el terremoto y desalojar las plantas, para apuntalarlas después una a una.
En los largos años que he servido a España desde el Partido Popular en responsabilidades locales, nacionales e internacionales, nunca había conocido semejante torpeza, ineptitud y mala fe en unos dirigentes como están demostrando tener los actuales para afrontar la gestión de una crisis interna, convirtiéndola en un lamentable espectáculo público que no se merecen nuestros votantes ni militantes.
Como bien ha dicho el Presidente de la Xunta Núñez Feijóo: “Sería muy malo dejar este asunto abierto durante meses y tener que resolverlo en un congreso del PP. Debemos encauzarlo de forma urgente”. Hágase Presidente.