Ni olvido ni perdón
-“María Dolores Ledo García yacía con un brazo recogido hacia el regazo”. Dña. María Dolores Ledo García, embarazada de siete meses, acribillada a balazos y rematada en el suelo junto a dos policías por los cobardes de ETA.
-“Es penoso que la Ertzaintza ni siquiera llevara a cabo una investigación”. Dña. Teresa, hija del primer Jefe de la Ertzaintza y Teniente Coronel. D. Carlos Díaz Arcocha, amenazado durante 10 años y asesinado por los cobardes de ETA.
-“Mi padre me contó que le hacían coger una pistola y le obligaban a dispararse”. Joseba, hijo de D. Luis Abaitua Palacios, secuestrado, torturado y humillado por el cobarde terrorista Arnaldo Otegui Mondragón.
-“Txapote tenía dudas de si iba a funcionar bien la pistola. Para asegurarse de que muriera disparó dos veces”. D. Miguel Ángel Blanco Garrido, secuestrado y asesinado por ETA. Miguel Ángel Blanco creyó que le sacaban del zulo para un relevo de secuestradores.
-“Cuando se dio la vuelta le pegaron seis tiros por la espalda y lo remataron en el suelo”. Dña. Charo, hija del Teniente Coronel de la Guardia Civil D. Luis Cadarso San Juan, asesinado por los cobardes de ETA. “El párroco le negó los últimos sacramentos”.
-“La ultraizquierda no ha dedicado ningún 8 de marzo a recordar los nombres de estas mujeres y niñas asesinadas por ETA”. Los nombres de 58 mujeres y niñas a las que la ultraizquierda no recuerda en ningún 8-M.
Frases como estas, las leemos casi a diario quienes seguimos a los que día a día se encargan de recordar a todos los caídos bajo las pistolas y las bombas de ETA. No se trata de conmemorar sus muertes, no hay celebración posible, las personas decentes no celebran la muerte de sus semejantes. Lo que si se hace es recordarles, y a la vez honrar sus memorias cada vez que se cumple el aniversario de sus viles asesinatos.
Nos lo recuerdan unas pocas personas, personas dignas y honradas, españoles a los que aquellos asesinatos se les quedaron grabados en sus almas, no con tinta, sino con sangre. Es a través de ellos, y gracias a ellos, los que unos pocos nos hacemos eco a diario, haciendo de esa tarea, obligación moral.
No es mi intención reprobar a nadie, Dios me libre, sí en cambio pedir que cada uno en su espacio de libertad dedique uno, dos o cinco minutos a diario a recordar aquella infamia en su entorno más próximo. Se puede hacer desde las redes sociales, desde la intimidad familiar, comentándolo con los más jóvenes, desde el círculo de sus amistades, en definitiva, desde donde cada uno tenga a bien hacerlo. Será la única forma de lucha contra el olvido y la desinformación o blanqueo, al que este gobierno y sus pocilgas mediáticas someten todo aquello que tenga que ver con el terrorismo de sus actuales apoyos, es decir, Bildu, es decir, ETA.
Muchos españoles ya lo están haciendo, recordarlo nunca está de más, el objetivo es lograr que el máximo de personas posible mantengan viva la llama del recuerdo y la memoria de los que fueron vilmente asesinados por el nacionalismo criminal vasco.
Si con este llamamiento logramos que unos pocos, o muchos, o los que sean, entren en esta dinámica, este artículo habrá merecido la pena.
La tarea es ingente, muy difícil, largos años de educación selectiva donde todo es relativo y los únicos dogmas válidos son aquellos que nos dan envuelto en celofán rojo han hecho el resto. Esta acción es gratificante y a la vez necesaria.
Las familias y allegados no piden venganza, no exigen nada a cambio, solo piden dignidad y justicia para sus muertos.
Por desgracia estamos viendo imágenes que pensábamos no volver a ver en nuestro más próximo entorno, vehículos destrozados por la metralla, edificios derruidos hasta sus cimientos, y personas desmembradas por efecto de las explosiones, estamos viendo el resultado de una guerra. Hace no muchos años, sin guerra de por medio, esas imágenes eran habituales cada cierto tiempo en España, lo sufrieron varias ciudades españolas, Madrid, Burgos, Zaragoza, Barcelona, Vich, y alguna otra más.
Como olvidar los años de plomo, donde se asesinó a centenares de personas generalmente a traición, por la espalda, incluso persiguiendo a los moribundos para rematarles. Es necesario describirlo, aunque sea a grandes rasgos, es obligación moral señalar a los responsables, y es obligatorio moralmente no olvidarlo. Asistimos estupefactos a la ingente tarea que la izquierda está haciendo para blanquear esa maldita organización. Mientras tanto, del otro lado, no se hace todo lo que se debería hacer para contrarrestar esa infamia.
Hoy día pisan moqueta institucional, cobran del erario público y siguen homenajeando a sus criminales en serie. Son “hombres de paz”, embadurnados de sangre, son hienas, vestidos de hipermercado, son basura ideológica, pues a la vez son el resultado de aquellos que ejecutaron fríamente la masacre de muchos españoles. Se sienten seguros, son orgullosos, muestran su soberbia homicida, sabedores de su absoluta impunidad, se sienten cómodos bajo el amparo de un gobierno que necesita de su apoyo para gobernar. No gobiernan, pero mandan.
A su lado cabalgaron los que recogieron la macabra cosecha, los que callaban, los que negaban cualquier apoyo institucional y religioso al señalado, al atropellado, al asesinado, al cadáver presente, al que negaron el último auxilio religioso. Como olvidarlo, si hoy siguen dando lecciones de “señorío” y “democracia”. “Unos sacuden el árbol, y nosotros recogemos las nueces”, dijo Xavier Arzallus, seguramente lo dijo bajo los efectos de un ataque de soberbia, habituales en los que se sentían seguros de su poder, e impunidad, la que les dieron los que necesitaban de sus votos.
Humildemente creo que a los caídos, o asesinados, les debemos más de lo que estamos haciendo por su memoria. Si una nación que se precie de serlo, si un pueblo o ciudadanía, no pone en valor el sacrificio de los que cayeron, el sufrimiento de los familiares y compañeros de los asesinados, cuando todos ellos cumplieron a rajatabla con sus obligaciones legales, todo lo que ocurrió, fue en vano. Particularmente pienso que somos muchos los que estamos en la brecha, en esa batalla, tan solo hace falta un poco de sacrificio, y ganas.
Los mensajes buenos, si son cortos, son doblemente buenos.
Mi reconocimiento a Carlos por su diaria labor. Leyéndole me hizo ver la importancia de ésta lucha.
NI OLVIDO NI PERDÓN
TODAS Y CADA UNA DE LAS VÍCTIMAS ESTARÁN SIEMPRE EN NUESTRA MEMORIA
D.E.P